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29 de septiembre de 2009

Brumas...

Brumas...
brumas de mi alma,
brumas en las que me pierdo,
bruma que enturbian mi mirada
y enmarañan mi mente.

Brumas de misterio,
brumas de pasión...
brumas que desaparecen
y brumas que van.

Brumas que no son más
que el reflejo de este caos
que soy yo.

Bruma en la que me disuelvo
buscando tu abrazo.

Nikta

Perdida

Perdida...
Perdida entre un millón gente desconocida,
entre un mar de dudas y tinieblas.
Perdida bajo el manto de la noche
que con su dilce y frio abrazo me acoge
en su silencioso seno de tinieblas.
Perdida entre la oscuridad de tus nieblas,
medias verdades y declaraciones veladas.
Perdida entre oceanos de tiempo
que raudos me engullen sin tregua.
Perdida sin tu voz, si tu mirar
Perdida en soledad bajo la mirada
de la misma luna que tanto me a visto soñar.
Perdida entre la multitud soy sólo una muñeca
de trapo rota y ajada, olvidada y desamparada.
Perdida sin tu aroma o tu dulce hablar.
Una acaricia, una palabra... y me haces tembrar.
Me estremezco y me pierdo más en la noche
fiel compañera de mis penas y temores.
Tiemblo y me hago un ovillo en un rincón.
Llueve y el frío hiela los huesos pero no me muevo
perdida en el mismo banco que ocupo cada anochecer.
Lloró y el agua se lleva mis lágrimas perdidas...

Nikta


Cansada...

Que callar y que esconder
Cuando ya todo da igual,
Cuando todo está acabando contigo.
Agotada, aburrida… de aguantar,
De no decir y gritar a los cuatro vientos
Lo que siento.
Cansada… hastiada de lamentar,
Llorar y soportar.
Harta de esperar por ese rayo de luz
Que nunca llegara,
De ansiar una oportunidad
Que no me darás.
Derrotada por soñar y sentir como siento.
Y es que no hay más resumen que decir
Que hoy estoy de vuelta de todo
Que estoy simplemente cansada.

Nikta

26 de septiembre de 2009

Extinción

Aquí os dejo otra de mis creaciones inacabadas, espero os guste.

MUNDOS ENTRELAZADOS, EL CONJURO Cap.1.

Todo estaba listo y la ceremonia en el punto álgido, el enorme espejo circular que ocupaba el centro de la sala vibraba como si su superficie fuera de mercurio y se ondulase. El pórtico se estaba abriendo.
Luz y tiniebla a ti te invocamos en esta noche oscura,
Madre luna ilumina el camino para que la elegida atraviese el portal, a ella la llamamos, a ella que posee la esencia de la vida. Concédenos la salvación Oh dama del cielo estrellado. Guíanos…
A ti te invocamos, a ti te llamamos.
A ella, a la descendiente de la primera mujer.
A ella que encarna la dualidad, el bien y el mal, la vida y la muerte.
Por la sangre te llamamos, por la tierra te atamos, por el aire te traemos.
Por las garras te invocamos y por la magia nos unimos.
La voz del mago iba aumentando de tono a la vez que las voces del coro iban salmodiando sin parar, todos los allí reunidos unieron su voz a la invocación.
Derramemos hermanos la sangre ancestral de nuestro poder
La cabeza me rodo, me apoye en la pared y me quede muy quieta, el mareó empeoró, nunca había sentido nada parecido, sentí vértigo… y creo que me desplome a medida que todo a mi alrededor iba desapareciendo engullido por una espiral que giraba sin parar.
Algo brillo en el centro del espejo, todo el mundo contuvo el aliento, la luz se expandió y luego el cristal estallo en miles de pedazos. Ese era nuestro último intento… casi la última esperanza y había fracasado. Era como yo decía, estábamos destinados a desaparecer, nunca deberíamos haber existido, en el fondo no dejábamos de ser monstruos…seres de pesadilla. Todos empezaron a retirarse abatidos, con la resignación y el fracaso titilando en los ojos hasta que percibimos algo… fue como un latido, el batir de un enorme corazón. Una pulsión. Me gire y una luz me cejo, puse mi brazo frente a los ojos y cuando pude ver vi una figura tendida en el suelo.
Una chica…
Llevaba un ligero y elegante vestido purpureó, la tela era suave y fina, el corte del costado dejaba al descubierto su muslo… tenía una piel tersa y dorada, casi parecía seda. Reseguí el contorno de aquellas piernas torneadas, largas…preciosas y subí hasta sus caderas de nuevo, marcadas, redondeadas… su cintura era estrecha, su vientre plano y su pelo negro como la noche y se esparcía por su espalda y el gris suelo. Tenía unos pechos firmes y turgentes, perfectos y su rostro… fino, redondeado, femenino, seductor… era tan hermoso que cortaba la respiración.
Pero fue el olor de su sangre y su pulso lo que nos altero a todos, estaba viva, era humana…perfecta, joven y…frágil.
La chica se movió y se sentó aturdida, tenía la mano delante de su cara, gimió como sí aún pugnara por controlar el mareo de su cuerpo y aparto la mano apoyándola en el suelo, parpadeo. Tras sus largas pestañas negras pude ver unos increíbles ojos aguamarina. Todo dentro de mí se revoluciono.
Ella miro alrededor y se levantó de un brinco ofuscada.
Alguien rugió, el hambre… la sed eran fuertes y ella parecía tan apetitosa…
- ¡No esperad! – saltó frente a ella uno de los licántropos - ¡Atrás sanguijuela! – gruño adoptando una pose defensiva.
- Calmaos todos – ordeno el mago que ofició la ceremonia – Los astros nos han favorecido. Ha funcionado, nos han traído lo que pedimos.
- Pero es humana – dijo uno.
- ¿Y qué esperabas? Pues claro que es humana, pero no cualquier humana.
Me froté los ojos incrédula y volví a mirar alrededor… estaba en mitad de una extraña sala de color terroso, olía a tierra húmeda y plantas aromáticas, sendas caras masculinas me examinaban desde el palco circular que recorría el lugar. Quise acurrucarme sobre mi misma aterrada pero me quede ahí de pie mirando a mí alrededor como si sólo fuera una alucinación. Todas esas caras…esos hombres… estaba rodeada y me miraban de un modo tan…desconcertante. Mire alrededor una vez más, todos eran demasiado bellos, demasiado perfectos… tenía que estar soñando, no podía ser real, seguro que al marearme me golpeé la cabeza por que había algo antinatural en ellos, me palpe la sien… todo parecía estar bien… Mire aquellos rostros desconocidos, eran tan atrayentes… pero había algo más, un par entreabrieron los labios… colmillos… incisivos afilados y brillantes. Sus voces eran sensuales, sus movimientos, la piel pálida… una invitación a una muerte a la que no puedes escapar, ni negarte…seductora y narcótica hasta el extremo.
Definitivamente algo no iba nada bien…
- ¿Dónde estoy? – susurré más para mí que para ellos si es que realmente estaban ahí.
- Bienvenida hermosa dama, la esperábamos.
- ¿A mí?
- Sin duda.
- ¿Qué hago aquí? ¿Dónde están los demás? – di un paso atrás cuando ese ser níveo extendió su mano para tocarme, otros dos chicos me flanquearon interponiéndose entre yo y aquel…tipo. Gruñeron.
- Demien estamos todos aquí por lo mismo, no lo olvides. No queremos hacerle daño.
Sonreí levemente al oír a Vlier, sí… estábamos todos allí por lo mismo ¿y no era eso un grave error? ¿Cuánto tardaría esa peligrosa tregua inestable en romperse ahora que teníamos allí el resultado? ¿Se habían planteado que esto podría crear una nueva guerra? Bueno, aunque la primera fue algo estúpida.
Lo que había creado una alianza entre vampiros y hombres lobo podía bien ser el detonador de una catástrofe. Extraña unión aquella… ¿que podía ser tan grave para juntar a tan antiguos rivales? La supervivencia.
Estábamos condenados, los de arriba si es que existían parecían habernos dado la espalda, nos habían castigado… fuere lo que fuere… en nuestro mundo sólo quedaban machos.
La voz cristalina y suave de la chica volvió a atraparme, era tan dulce… y sensual…
- ¿Qué significa todo esto?
Miré alrededor, cuatro pebeteros ardían a cada lado de las entradas en forma de arco. Cada uno de los fuegos eran distintos, en uno ardían unas llamas rojas, en otro unas azules, negras… me estremecí.
- Estas en nuestro mundo.
- ¿Qué mundo? – titubeé con un hilo de voz aquello empezaba a inquietarme…era peor que una pesadilla, todas aquellas caras… parecían ángeles pero algo me decía que eran peligrosos… - ¿Qué sois?
- Vosotros nos llamáis vampiros y a ellos licántropos
- ¡¿Qué?! – medio reí – Es una broma ¿no?
Silencio, caras serias… me acojoné cuando el hombre hizo flotar un cáliz en el aire acercándolo a mí.
- Ya esta, ya me he vuelto loca… esto no es real, no está pasando…me despertare y estarme bien – me dije en un murmuro.
- Me temo que no.
- No… no existís, la magia no es real… ¡No! – di una vuelta sobre mi mirando alrededor, buscando una salida - Quiero ir a casa – di un paso atrás pero aquellos chicos o licántropos como los había llamado él… me cerraban el paso.
- Estas en casa.
- ¡No! – grite enfadada.
Estaba loca decididamente… no podía ser, no podía digerir aquello…no era real, no podía ser, simplemente no lo aceptaba…pero estaba allí, estaba consciente… mierda, mierda, mierda… iba a morir… me pellizque la cadera discretamente en un vano intento de saber si alucinaba pero no…
¡Dios! ¿Y mama? ¿Y mi familia? Jamás creí que me oiría decirme eso a mí misma. Inspire y volví la vista hacia el vampiro que parecía llevar la voz cantante. Tenía que hallar el modo de conservar la calma, de mantenerme a salvo y volver a casa.
- A ver…vale…pongamos que…lo creo – arqueé la ceja al ver delante de mis ojos como uno de esos chicos de pelo negro cambiaba de humano a lobo, creí que me daba un soponcio…me maravillo y me horrorizo a la vez – Yo… no debería estar aquí, devolvedme a mi mundo, a mi casa, plano o lo que sea… no diré nada, nadie lo crea más bien no abriré la boca porque no tengo ganas de que me encierren en un manicomio o me tomen por loca. Por favor – procure sonar convincente, firme en vez de desesperada.
Y pensar que habría gente encantada de saber y ver que eso era cierto…me estremecí al pensar cuántos de ellos podían andar a nuestro lado como si nada. Pero yo no creía, yo no… y en cambio ahora debía aceptarlo a la fuerza o eso o estaba como una cabra.
- Puede intentarlo, pero no puede volver. Está ligada a este plano por el hechizo – hizo un gesto con la mano y una especie de vórtice apareció de la nada, di un respingo – Adelante, pruebe a regresar si lo desea.
- Ya… claro – sonreí sarcástica.
Me gire cara a esa cosa negra que se retorcía y avance hacía él desconfiada, otra vez sentí ese vértigo… la cabeza me rodó, me sentí pesada pero di otro paso, un dolor atroz me paralizo. Apreté los dientes con fuerza para no gritar, no podía soportarlo… era como si me arrancasen el corazón o me estuvieran desgarrando la piel… la sangre me ardía. El corazón se me paralizaría si seguía, pero di otro paso más, algo tiro de mí, algo parecido a un fino hilo dorado e irrompible y me ataba a la tierra de aquel lugar. Sentí como mi propia energía vital se escurría de mí, caí de rodillas al suelo, no tenía fuerza y esa agonía atroz…
El vampiro hizo desaparecer el vórtice y todo cesó, jadeé. ¡Hijos de puta! ¡¿Qué coño me habían hecho?!
- ¿Por qué? – jadeé alzando la vista airada hacía aquel hombre tan hermoso como un dios, no pude moverme aún del suelo.
Él me miro en silencio tendiéndome una mano mientras el lobo lo miraba desconfiado.
- ¿Por qué? – repetí - ¡Quiero saber por qué demonios me habéis echo esto! ¡¿Por qué yo?! ¡Quiero volver! ¡¿A caso me habéis preguntado mi opinión?! ¡¿Os importa lo más mínimo lo que quiero yo, lo que deseo, lo que pueda sentir?! ¡¿Por qué me habéis condenado?! – me levanté furiosa, me daba igual estar rodeada de posibles depredadores, de asesinos según lo que sabía, no tenía miedo, total, podían matarme de todas formas – Si es un pasatiempo vuestro no le veo la gracia, no parecéis tener problemas de alimentación, estáis muy sanos y fuertes todos – en mi mente se repetía una y otra vez la misma maldita frase, la muerte no diferencia a nadie, joven, viejo, hombre, mujer…
- No eres el aperitivo desde luego. Eres la elegida, nuestra salvación.
Tragué con dificultad el nudo que se me había hecho en la garganta, el tipo se mostro paciente, algo irritado por mi mal carácter y por no estar acojonada y encima echarle la bronca pero no hizo nada que resultase agresivo o amenazante…
- ¿Qué? – dije con un hilo de voz y parpadeé confusa.

Pude sentir su angustia, su irritación, su miedo y su ira…tenía razón. Nadie conto con ella, le impusimos nuestra voluntad sin más, estaba atrapada, sin escapatoria e indefensa en cierta medida.
La chica se mordió el interior del labio nerviosa y los entreabrió, yo seguí el movimiento de estos…carnosos, suaves…rosados y voluptuosos…
- Eres casi una diosa. En todos estos siglos… jamás vi un humano tan hermoso, eres perfecta…
No quería estar allí… estaba a punto de colapsarse, su mente no quería aceptar todo esto, se negaba a ello, era demasiado, rechazaba todo lo sobrenatural. Quería alejarse, protegerse de esa locura. Estaba pensando en todas esas tonterías de las películas sobre nosotros, se preguntaba como podíamos estar juntos si se suponía que éramos enemigos, como podíamos existir, como podíamos resistirnos a no devorarla… que podíamos querer de una simple mortal. Nada tenía sentido para ella. Intuí que esa sería una victoria para los hombres-lobo… los buenos.
- ¿Cuál es tú nombre mujer?
- Aura.
Aura… su nombre sonó en mi mente como una caricia, un sentimiento profundo y ardiente se enraízo en mi pecho invadiendo el resto de mi cuerpo, insuflándolo de un extraño cosquilleó y me sobresalte cuando mi corazón latió acelerado dando un salto. Ese súbito despertar de mi cuerpo me pillo desprevenido, hacía tiempo que no sentía… había dejado todos mis sentidos aletargados… sacudí la cabeza con un gruñido sordo atravesado dentro del pecho y mire nervioso alrededor. Su aroma había penetrado en mi ser excitándome.
La miré fijamente entre la multitud, ella no se iba a rendir, lo sabía. Iba a luchar por encontrar una escapatoria, no nos quería, la atraíamos sí, pero estaba dispuesta a defenderse si hacía falta por salir de allí incluso a costa de su vida.
- No tengas miedo. No somos como crees, no nos juzgues antes de tiempo. Danos almenos una única oportunidad, sólo conócenos. Hazlo y si aún deseas alejarte yo mismo daré mi vida por devolverte a tu mundo. Lo juro - pedí en un discurso mudo en mi mente.
- ¿Qué? ¿Quién ha dicho eso? – ella miró alrededor sorprendida.
- ¿Lo has oído? – fruncí el ceño dirigiéndome a ella del mismo modo, a través de la mente.
- Sí…
Me quedé sin resuello, no podía creerlo, me había oído… todo yo me quede petrificado, sus ojos se movieron buscando, buscándome…
Aquella voz dulce y cautivadora invadió mi mente con facilidad, no pude oponer resistencia… era tan viril y sensual… me seducía su tono aterciopelado y sincero… casi podía sentir su sufrimiento, su desconcierto y su…turbación. Nunca jamás mis oídos podrían haber captado nada más bello. Aún así me obligué a pensar que podía ser peligroso, una perfecta y bella arma de matar.
Busque entre esas caras perfectas y poco a poco entre murmullos vi como iban apartándose dejando un pasillo hasta una figura inmóvil, tan quieta que podría haber pasado por una estatua.
Mis ojos se agrandaron al verle… el corazón dio un mortal dentro de mi pecho y el pulso se me disparo, me quedé sin aliento y miles de mariposas bailaron en mi estomago. ¿Cómo era posible tal perfección, podía existir de verdad? Era tan bello que dolía, tanto que podría llorar de felicidad sólo con mirarle…
Era alto, de complexión media pero fuerte, su pecho, sus brazos… tenía los músculos esculpidos a la perfección, sutiles, masculinos… un aura misteriosa y seductora lo envolvía de un modo aterrador y cautivante. Tanto que arrebataba. ¿Y cómo describir la perfección y la belleza de su rostro? Sensual… masculino… de labios suaves y rosados, carnosos… Sus facciones estaban sutilmente marcadas haciéndole parecer levemente agresivo, peligroso pero dulce… y esos ojos… unos ojos capaces de atravesarte el alma, azules… estridentes, intensos y enmarcados por unas espesas pestañas negras… su pelo azabache no hacía más que intensificar su mirada felina. Él era distinto al resto, lo supe con sólo mirarle y no sólo por sus ojos claros en vez de borgoña…
Mis labios se entreabrieron solos pero no emitieron sonido alguno mientras mi propio latido me ensordecía.
¿Cómo era posible? Pensé.
- No lo sé – me respondió él con esa voz tan… indescriptible.
Sería incapaz de describir lo que esta me hacía sentir y era tan convincente… sentí un tirón en mi ser que me impulsaba a ir hacía su cuerpo pero me quede donde estaba desconcertada, completamente aturdida, la cabeza me rodo de tanto contener el aliento y me ruborice.
- Hay un vínculo – murmuro con los ojos entre cerrados aquel vampiro de pelo oscuro y largo que me había hablado desde que llegué.
¿Cómo, como defenderse de ellos, de él? pensé aturdida poniéndome una mano en el estomago para obligarme a respirar, casi parecía imposible poder hacer algo en su contra ¿Cómo si tenían tal poder de seducción? ¿Por qué no podía apartar la mirada de él?
- No puedes – respondió tranquilo, con suavidad – Por eso vivimos aquí, lejos de vosotros. Es una historia larga y complicada, pero lo principal es que nos marchamos para no dañaros – dijo esbozando una media sonrisa triste – Aunque no quieras creerlo es la verdad – añadió en un susurro.
Pero era sincero…lo sentía, no mentía ¿Entonces como vivían?
- Encontramos una forma de alimentarnos que no implicaba vuestra sangre.
- Entonces… ¿Por qué os marchasteis? – fruncí el ceño sin pronunciar nada en voz alta.
- Porque la tentación seguía allí, vuestra esencia seguía haciéndonos más fuertes.
- ¿Existen entonces todos esos seres que creíamos de ficción? – ahora hablábamos en voz alta.
- Demonios, entes, hombres bestia, brujas… sí.
- ¿Y quién nos defiende de todos vosotros?
- Cazadores. Tanto vampiros como humanos con dones especiales y licántropos. No os dejamos completamente solos, no podíamos, erais demasiado frágiles.
- Pero éramos vuestro sustento ¿Cómo decidisteis ser nuestros protectores si es que es eso cierto?
- Todo a su tiempo
- Antes dijiste algo… que te sacrificarías por mí si al final no estaba de acuerdo con todo esto… ¿Por qué? No me conoces – cambié de nuevo al pensamiento, incluso rodeada de “monstruos” consideré que eso era demasiado personal para pronunciarlo en voz alta, no me atrevía, no quería romper su confianza a pesar de todo.
- Porque lo siento así, porque creo que tenías razón al enfadarte. Siempre ha de haber opción…
- No crees que debáis existir – mi voz fue un leve murmullo apagado en mi cabeza y una punzada de dolor me atravesó el pecho al ver la expresión de tristeza y sorpresa en su rostro. Había acertado.
Suspiré. Y en ese punto donde mi mente pugnaba por creerle hice la fatídica e inevitable pregunta. Pero sólo a él, a través de nuestra mente.
- ¿Qué queréis de mí? No tengo nada…
- Es un poco… violento… decirlo – su voz sonó incomoda y algo… ¿tímida? – Mira a tu alrededor – hizo un gesto con la mano.
Yo lo hice sin entender, chicos, chicos y más chicos.
- Yo no… - empecé a decir cuando caí en algo – Ou… ¿No será…? – ni siquiera acabé la frase, a no ser que fueran cosas mías o algo social… no había mujeres mirase donde mirase.
Él asintió y yo me estremecí sin esconderlo. Él abrió su mente y me dejo bucear por sus recuerdos, por su ser… era algo inexplicable, sus emociones y sentimientos se mezclaban con los míos propios de un modo intenso, tanto que mi cuerpo tembló ligeramente. Vi al ser oscuro y bestial que se agazapaba dentro de él, vi como sufría por mantenerlo a raya, las luchas, las guerras junto a los suyos… dolor, amor…perdida, soledad, eras que pasaban una detrás de otra dejándolo más vacio y solo. Retazos de recuerdos y vi como lentamente todas las mujeres… desaparecían o morían. Estaban condenados a desaparecer, eso es lo que me decía y él, lo aceptaba.
No podía seguir ahondando en su mente, era demasiado aterrador, demasiado… incorrecto, era su privacidad, su vida, su mundo. Bajé la vista e intente alejarme de sus recuerdos, de las imagines que me dejaba ver, quien sabe si no me estaba engañando dejándome ver sólo lo que le interesaba… no…vi a la bestia… no la oculto… pero me estaba mareando, era una magia demasiado potente para mí. Entonces caí en la cuenta de algo… al igual que yo podía leer en su mente, él podía ver en la mía. Las mejillas volvieron a encendérseme, me sentí violenta, me molesto y sobretodo me intimido lo que podía descubrir o ver dentro de mí ¿y si no le gustaba? ¿Y por qué me preocupaba que lo que pudiera ver no le gustase? No creía tener nada vergonzoso que ocultar pero aún así… era mi vida, mi cuerpo, mi sitio para mí.
Él asintió como si se disculpase y noté como mi mente seguía libre, no había intentado entrar… lo respetó, sabía que no me gustaría que invadiese mi intimidad.
- Gracias – le dije en nuestro lenguaje callado, tenía una mano en el pecho y no me había dado ni cuenta, aún latía acelerado y mi respiración era irregular.
- No las des. Nunca con ninguno de nosotros. No olvides nunca lo que se esconde en el fondo de nuestro cuerpo, nunca te dejes embaucar por nuestro aspecto… no puedo engañarte el peligro está aquí. Podemos ser bellos, podemos ser interesantes… pero no te equivoques, hemos sido asesinos, maquinas hechas para matar, fue hace mucho tiempo pero… el instinto es fuerte.
- No eres tan terrible como quieres hacerme creer, sé muy bien lo que podéis hacer y no me consuela, pero si me adviertes… y lo que he visto, tu sufrimiento, tus pensamientos… no sois tan malos como creéis, tenéis un alma, podéis razonar, podéis controlaros… no sois tan distintos de los humanos, nosotros también somos capaces de cosas atroces sin necesidad de ningún don sobrenatural, siempre hay quién quiere ser engañado. Pero sobretodo… podéis decidir y luchar.
Él pareció sopesar mis palabras con un cierto desconcierto, su rostro se ensombreció un instante, pensando… parecía sorprendido y a la vez cautivado, no sabría decir exactamente pero asintió más o menos satisfecho con mi pequeña disertación.
- ¿Por qué lo has hecho? – me miro frunciendo una ceja.
- Porque tú me ayudaste a mí al hablarme cuando estaba a punto de perder la cordura.
- Gracias – susurró con su voz envolvente y aterciopelada.
Estaba segura que nadie sería capaz de alejarse de aquella voz, de evitarla… nadie podría negarle nada a ese ángel… quizás alguien con un instinto de supervivencia muy arraigado y aún así…era demasiado seductor, una tentación, una invitación irresistible.
- Tú te resistes – torció su boca en una sonrisa traviesa y sensual, muy viril, de esas que te dejan como tonta. Sin aliento.
Lo mire extrañada.
- He querido hacer una prueba, te pedí que te acercaras pero no lo hiciste – me explicó – Bloqueaste mi orden.
Eso debía ser porque yo era muy terca y no me gustaba obedecer, fuerza de voluntad como decía mi madre. Porque estaba segura al cien por cien que no era totalmente inmune a sus encantos…
- Sigues sin responderme… no se que esperáis que pueda hacer yo. ¿No esperareis que…yo…? Es imposible. Quiero decir que no es posible.
- Creo que no es el mejor momento para hablar de eso… es lo de menos ahora.
- No creo que tus compañeros piensen lo mismo – dije mirando alrededor abrazándome a mi misma cohibida por esas intensas miradas – Si habéis hecho venir expresamente a una mujer es por algo importante creo yo vamos… y sinceramente, creo que la habéis cagado un poquito, seguro que encima os habéis equivocado de persona.
- Perdón por la interrupción, pero no ha sido un error. El conjuro sólo afectaría a la elegida. No eres una persona normal y corriente querida, eres especial – habló de nuevo el moreno de pelo largo recogido en una cola.
- Me echaría a reír de no estar un poquito histérica – le miré poniendo un brazo en jarras – No tengo nada especial, soy una humana normal y corriente que debería estar en la boda de su hermano ¡por dios esto es una locura!
- Aura… - empezó
- ¡No! – le corte tajantemente - ¡¿Pero qué pretendéis?!
- Escucha almenos sólo un momento, que mujer tan intransigente – bufo este en mi mente, su voz aunque melódica fue irritantemente autoritaria. Nada que ver con la del más joven.
- ¡Sal de mi cabeza ahora! – dije furiosa del mismo modo intentando cerrar aquella abertura de un portazo.
- Mírales a la cara por favor, mírales y luego sopesa la situación, la petición que te haremos. Pero por favor te ruego que almenos escuches, que veas esto por ti misma y nos conozcas un poquito antes de negarte a algo que aún no te hemos solicitado. Mírales bien y di si realmente los quieres condenar… primero perderán cualquier ilusión y poco a poco cualquier sentimiento humano o de bondad desaparecerán. En su lugar quedara la bestia, algo primitivo todo instinto que sólo vive para devorar un día tras otro haciendo peligrar hasta el mundo en el que vives, luego enloquecerán y finalmente acabaremos matándonos los unos a los otros o muriendo para siempre de inanición, sin esperanza alguna. Todos sus sueños destruidos, sus almas…
- Ah no… el chantaje emocional es algo rastrero hasta para vosotros – lo mire con el ceño fruncido y la mirada tomada por la ira.
Una ira que se iba apagando lentamente dejando paso a un nudo en la garganta y un desgarro en mi alma.
- Es sólo la verdad de lo que pasará. Yo sólo miro por los míos Aura, sólo eso, me arrodillaría ante ti y ante quien fuera, daría gustoso mi vida si con ello resolviera nuestra situación.
Otra vez sabía con certeza que su voz no mentía, todo su ser era sincero, estaba desesperado, tan perdido que hasta se asustaba, era un sentimiento que no había conocido hasta ahora. Él que desprendía una fuerza y un poder casí tan antiguo como el mundo, hasta yo podía sentir eso. Parecía abatido, cansado… no me amenazaba en absoluto. Era paciente, cálido… aún así me empeciné a creer que era una mentira, una trampa.
- Piensa lo que quieras, pero no miento. No gano nada con ello.
- Tu propósito nada más y nada menos.
Sonrió lacónicamente y suspiro moviéndose en círculo a mí alrededor.
- Si claro… - murmuro dejando que el que parecía el líder de los licántropos le pusiera una mano en el hombro.
Se suponía que eran enemigos ¿no? Pero si ambos se habían unido así… olvidando cualquier cosa que los hiciera enemigos… ¿Por qué iban a mentir? Eso si es que era cierto que no se tragaban antes de lo que fuera que hubiese pasado.
- Una sola mujer no puede hacer nada – me encontré respondiéndole mentalmente – No somos compatibles físicamente.
- Eso no lo sabes.
- Eso no importa, yo ni siquiera estoy completa.
- No intentes engañarme Aura, todos y cada uno de nosotros olemos perfectamente que eres fértil.
Me mordí el labio inferior apretando los puños.
- Esto es una pesadilla… es horrible ¿Cómo podéis siquiera pensar en pedir algo así? No soy una hembra de hormiga ni de conejo maldita sea. Y aunque… imagines, sólo imaginemos que os doy una hija y no muero en el intento ¿Qué? Esperáis que me quede como si nada mientras veo como una jauría de… de…hombres espera ansioso para ponerle las manos encima…. ¡Santo cielo! – me horrorice – Aunque fuerais capaces de traer aquí a humanas… esto no funciona así, no va así… - dije en voz alta – No almenos si queréis hacer las cosas bien.
Mire alrededor, muchos bajaron el rostro reconociendo la verdad que había en mis palabras.
- Lo siento pero os equivocáis. Esta vez la inteligencia a quedado nublada al igual que el buen juicio – dije tragándome el nudo que sentía en la garganta, aún así la opresión del pecho no desaparecía – Os habéis equivocado de medio a medio y más conmigo – y añadí mentalmente para el líder – Yo jamás concebiré. Esa decisión y esa idea ha estado siempre muy clara en mi cabeza incluso antes de que me trajerais aquí a la fuerza con vuestra magia.
Algo se rompió dentro de mí, era como si de golpe me hubieran despojado de toda la inocencia que aún podía quedar en mí, supe que había dejado definitivamente de ser una niña, hacía tiempo que lo sabía pero ahora era algo real, tangible. Todos los sueños tontos de la niñez estaban bien enterrados y olvidados, diecisiete años pensé… ¿pero que era ser adulto? ¿Dejar de fantasear, ser responsable, maduro? Yo siempre había sido así, siempre había pisado de pies en el suelo, racional, tranquila… observaba, estudiaba, no era como el resto de niñas. A su lado parecía vieja… mis padres nunca habían tenido que sufrir por mí, siempre había sido buena, independiente… responsable y madura ¡Joder! Si que había desperdiciado tiempo… el mundo parecía un lugar tan complicado y difícil, lleno de problemas… yo no quería ser una persona amargada, quería disfrutar de la vida, sentirla, divertirme, aprender, quedarme con lo bueno a pesar de todas las tragedias que parecían arrasar la tierra.
Tendría que haberme preocupado un poco más por mí pero los demás siempre iban primero… joder… cuanto me gustaría ahora estar entre los brazos de mi madre…
Que deshicieran el maldito conjuro de una vez… apreté los dientes cuándo mi sangre se agito, había algo que me ataba allí. Tenían razón, estaba más que vinculada a ese sitio por la sangre y no sólo por un conjuro, era toda yo la que sentía pertenecer en parte a ese lugar.
De pronto estaba divida, era dos personas distintas metidas en una, estaba asustada, perdida, desconcertada y eso no me gustaba…
¿Por qué sentía eso? ¿Por qué empezaba a notar que pertenecía en parte a ese lugar, por qué? ¿Me lo estaban haciendo creer ellos? No.
Mis ojos aterrados se encontraron con los del vampiro de ojos azules, mi pecho aún subía y bajaba demasiado rápido.
- Pídemelo, pídemelo y lo haré, lo intentaré – me dijo sin palabras su dulzura me atravesó el pecho como una flecha certera.
- No ¿Por qué aprecias tan poco tu vida? No puedo hacerte esto… tú eres distinto…bello… tú – mis voz se quebró – Brillas.
- No me digas eso…
Le miré presa de su propia tristeza y me acerque hasta él. Él que parecía un ángel caído cincelado por la mano de los dioses.
- ¿Quién eres? – susurré
- Yo soy Akio
- Akio – su nombre sonó demasiado dulce entre mis labios, demasiado atrayente. Demasiado bello… tendría que estar prohibido algo así… sentí la flojez de mis piernas y ese desconocido cosquilleo bajarme por la espina dorsal.
No sabía porque pero a su lado me sentía segura, era una locura pero era así.
El vampiro de pelo largo se acerco a nosotros junto a otro, tenía un porte imponente, su energía era incluso mayor que la del otro, parecía un rey… y por supuesto era perfecto y atractivo, llevaba el pelo negro como la seda suelto, sus ojos de un tono miel se fijaron en Akio, sus facciones eran algo similares.
- Creo que te debemos una disculpa Aura, hemos encarado estoy muy mal. Soy Eiji – se presento con una reverencia.
- Padre – bajo la cabeza Akio.
Mire alrededor y todos hicieron una elegante y profunda reverencia postrando una rodilla en tierra.
- Espero que las aceptes en mi nombre y en el de mi gente.
Pues vaya… así que era realmente el soberano… y Akio… un príncipe vampiro… ¿podría tragárseme la tierra por favor? Pensé irónicamente pero asentí.
- Él es Vlier – señalo al que lo acompañaba y extendió la mano para que el líder de los lobos se acercase.
- Te doy la bienvenida en nombre de los míos, mi nombre es Ares y me horna tu presencia – dijo con calidez pidiendo permiso para coger mi mano.
Sus manos envolvieron las mías, despedía mucho calor y ocultaba mis manos entre sus las suyas, grandes fuertes y delicadas.
Ya esta… ahora sí que estaba al borde del precipicio de lo que podía soportar en un día. Era como estar borracha o sedada, ya no me enteraba de mucho, sólo estaba ahí como alelada, envuelta por sus dulces aromas y sus voces cristalinas. No era capaz de reaccionar o de hablar y creo que me desplome…
La cogí antes incluso de que ella se diera cuenta de que había perdido el conocimiento, su piel era tan suave y cálida… mi cuerpo se agito una vez más teniéndola tan cerca, su olor era tan delicado que haría enloquecer a cualquiera. No entendía que me estaba pasando, la acomode entre mis brazos y me dirigí hacía nuestros aposentos seguido claro esta de cuatro de los nuestros y cuatro de los de ellos. Le aparté con cuidado el pelo de la cara y la deje con suavidad sobre el mullido sofá para no levantar suspicacias ni incomodidades si la dejaba en otro sitio.
Toda aquella situación ya era bastante sujeneris como para empeorarlo más, la tensión era aún palpable entre los lobos. De todos modos les entendía, no creían que después de tanto tiempo nosotros fuéramos capaces de controlarnos y no matarla. Yo también deseaba que todos y cada uno de nosotros fuéramos lo suficientemente fuertes como para superar la atracción de su sangre, de mantener la sed a raya. Ella era más importante que todos esos instintos.
- Akio ¿Cómo lo has hecho? – me miro Vlier.
- No hice nada.
- Pero tú también has hablado con ella ¿no? – añadió uno de los chicos lobo, el primero que se había puesto frente a ella para protegerla. Ero.
- Sólo porque halle una brecha por donde hacerlo a través de él – le explicó Vlier – Me hecho cuando quiso.
- ¿Qué dijiste? algo debiste hacer o decir para llegar a ella
- Dejadlo tranquilo, ya os ha dicho que no hizo nada, simplemente paso, tienen una conexión y ya está. Creo que entendieron lo que estaban sintiendo ambos - se metió Ares.
Yo agradecí su intromisión con un asentimiento y le dedique una fugaz sonrisa a su hijo Frey. Con el tiempo él y yo nos entendíamos bastante bien y estaba demostrado que ambos funcionábamos bien como equipo. Nos respetábamos. Al fin y al cabo habíamos aprendido a relacionarnos, a tolerarnos, ninguno éramos tan terribles como creía el otro bando. Eran tonterías demasiado antiguas.
- ¿Cómo esta? – preguntó Ares poniendo una mano en la frente de Aura que se acurruco.
- Bien, demasiadas emociones – me senté en el butacón de al lado.
- Mira que eres bruto… ¿Qué le dijiste? – me pidió Ero.
- Nada, no fui yo quién le dijo lo que pasaba, ella sola lo acabo entendiendo. Era obvio.
- Genial… se habrá asustado – bufo.
- Más bien cabreado, indignado y acojonado también – corregí.
- Parece un poco joven ¿no? ¿Qué debe tener…unos veinte? – la miro Frey.
- Creo que menos…
- Bueno eso explicaría que sea tan protestona y que encima se atreviera a gritarnos y todas esas cosas – bromeó Misha. Mi hermano mayor.
- ¿Y ahora qué? – suspiro Frey mirando a cada uno de los presentes.
Nadie tenía respuesta a eso, no habíamos previsto nada de lo obvio, creo más bien no nos habíamos parado a pensar en las consecuencias como bien dijo ella. Habíamos actuado por impulso y ahora estábamos en un punto muerto. Mire a los lobos y vi el mismo brillo en sus ojos que en los nuestros, desconcierto… parecía que a ellos tampoco les hacía mucha gracia que se rompiera el pacto, de volver a convertir ese universo en una guerra constante. Eso nos preocupaba, nadie quería volver a aquel caos sin sentido, colmillos contra colmillos, garras contra garras… no dejábamos de ser hermanos, veníamos del mismo sitió y queríamos lo mismo.
- Creo que todos estamos pensando en lo mismo – empecé a hablar despacio, estudiando sus reacciones – Y creo que ninguno queremos que eso ocurra.
Frey asintió tomando asiento en el borde del brazo del sofá.
- Nadie atentara contra nadie ni intentara nada con esta chica. Que la diosa escoja cuál ha de ser nuestro destino. Es la dama la que escoge – término mi padre por mí.
- Entonces iros haciendo a la idea de que no hay salvación para nosotros – me recosté en el sillón – No almenos en este lugar, no sin poner vidas en peligro. O volvemos sin que eso sea garantía de éxito o perecemos aquí librando al mundo de nosotros.
- Siempre tan optimista – puso los ojos en blanco Misha – No podemos volver a menos que alguno de los poderes abra el camino.
- Pues lo que he dicho Misha, que nos ha llegado la hora. Ya no nos necesitan.
- No creo que eso sea cierto – me miro Ares sentándose en el sillón enfrente del mío al otro lado del salón - ¿Nadie se ha preguntado por qué se cerró el portal? ¿Por qué ninguno de nosotros lo puede abrir para cruzarlo?
- Un momento, un momento… ¿vosotros tampoco podéis? – lo miro muy serio Vlier.
- No.
- Creí que era por precaución, que sólo dos antiguos tenían la clave que pasaba a otro si la bestia lo dominaba – dijo Frey mirando a su padre con el ceño fruncido, preocupado.
- Eso hermanos… significa lo que temía. Algo en la materia que separa los mundos está cambiando, es algo muy sutil…pero su poder me eriza el bello, es algo maligno…poderoso, va creciendo poco a poco cada día que pasa. Y su rumbo… es el de su plano – señalo a Aura – Esa…cosa, esa energía espera agazapada a que nosotros desaparezcamos para saltar sobre su presa sin resistencia, sin nada que la detenga.
Todos contuvimos el aliento, los labios retraídos y el ceño fruncido, cada uno de nosotros podía sentir efectivamente esa sensación crepitante, esa cosa desconocida, esa energía oscura que nos hacía erizar el bello. Y sí… esperaba enrollándose en nuestros espíritus, en nuestros corazones…ennegreciéndolos, quizás eso explicase los repentinos ataques de locura y furia que estallaban violentos como de la nada.
- ¿Entonces qué dices? ¿Qué estamos condenados y atrapados? ¿Qué no podemos hacer nada? ¿Qué somos ahora el cordero bajo la amenaza de algo intangible? – se enfureció Priest. Mi explosivo primo.
- Eso me temo.
- Entonces obliguémosla, al fin y al cabo si es por algo bueno…
- ¡Priest nadie le pondrá un dedo encima! – me levanté como un resorte sorprendiendo a todos con mi reacción agresiva y protectora – Además, esa no es la solución, ¿es que no escuchas? Aunque consiguiéramos compañeras, estamos aquí recluidos, lo que nos tenía que mantener a todos a salvo es ahora nuestra prisión.
- Akio tiene razón sobrino.
El silencio volvió a engullirnos con rapidez, cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes de que algo andaba mal? ¿Cómo? Maldita sea, nos habíamos relajado demasiado, nos habíamos civilizado quizás en exceso, humanizado… eso no era malo pero algo me decía que tenía algo que ver con lo que pasaba en la materia, en el universo… recordé el choque de fuerzas de la batalla mística… quizás allí se origino el problema… la bestia aunque dormida seguía dentro de nosotros esperando. ¿Pero y si esa cosa era capaz de utilizarnos? Los humanos desaparecerían… serían simple ganado. Me estremecí y giré la cara hacía Aura aún con la barbilla apoyada en las manos y los codos en las rodillas.
- Jo mama… no quiero beberme eso… esa planta es asquerosa – protesto Aura inconsciente – Mami ¿Qué es eso que brilla a vuestro alrededor? – se revolvió, sus parpados parecía temblar – No puedo dormir, hay algo en mi habitación, algo se mueve allí papa, créeme, lo siento agazapado, observando, hay algo en la oscuridad…algo malo – hizo una pausa – No me hagáis volver… me hace daño, no puedo respirar… me siento cansada, es como si me absorbiese la energía… No quiero darle más fuerza, no soy buena. Papi… Tim… - ella se agitó con un sollozo, eran recuerdos de cuando era más pequeña. Se enrosco sobre su cuerpo cogiéndose las rodillas, sufría - ¡Quita de encima! – grito despertándose sobresaltada, jadeaba y respiraba acelerada.
En el proceso extendió el brazo y una especie de luz se agito como llamas en su palma girando como una espiral y salió despedida contra un jarrón que estallo en añicos. ¿Había visto alguien más aquello? Sus rostros lo confirmaron…
Aura dio un respingo sobre el sofá y se agazapo como un felino a punto de saltar y se llevo las manos a la boca.
- Lo siento – dijo aún con su cuerpo temblando como una hoja.
Suspiré avergonzada y me senté correctamente en el sofá poniéndome bien el vestido a la vez que acababa de liberar mi pelo de lo que quedaba del recogido, este cayó en cascada ocultando mi nuca y la espalda descubierta disimulando así el contorno de mi cuello. Mis dedos juguetearon con los clips mientras clavaba los ojos en el suelo de mármol. No me quedaba duda alguna de que me había dado un ataque o algo por el estilo. Ahora sólo tenía que esperar la pregunta… ¿Cómo has hecho eso? Sin embargo no fue esa la que oí.
- ¿Estás bien? – era Akio, su voz balsámica y serena me recorrió entera relajándome.
Asentí alzando la vista hasta él y todo volvió a ponerse patas arriba dentro de mí y empecé a sentir mi sangre arder.
- No lo estas – me dijo sin palabras sosteniéndome la mirada
- No me preguntes por favor…
- No lo haré, si tu quieres hablar aquí estaré, además… tampoco es nada del otro mundo, aquí ninguno somos muy normalitos… - me sonrió guiñándome el ojo.
Me ruborice y baje la vista un momento para volver a mirarle. Asentí, me gustaba poder hablar con él sin que nadie más se enterase.
- ¿Aún quieres volver? Sigo diciendo que intentaré hacer lo que pueda, aunque la cosa esta un poco complicada – siguió del mismo modo, su voz era tan agradable…
- En fin… - suspiré – Ya que estoy aquí… no pierdo nada por escucharos ¿no? No todos los días conoce una a vampiros y hombres lobo… no parece tan catastrófico ni de pesadilla.
Los ojos se le iluminaron y sonrió ampliamente aunque en el fondo seguía habiendo un hilo de tristeza.
- ¿Por qué te apenas?
- Porque no quiero que hagas nada en contra de tu voluntad… no me gustaría que te sintieras obligada, que no pudieras resistirte.
- Lo he elegido yo porque quiero hacerlo. No seas tan engreído. No tienes tanta influencia sobre mí – dije con suficiencia, confiaba en mí y era sincera al igual que él.
Eso causo mella en su ego masculino pero sonrió malicioso. Como si le gustase eso.
- ¿Qué es lo que pasa? Parecéis preocupados… y por tu comentario creo que algo ha cambiado.
- No se te escapa una ¿eh? – levanto una ceja desconcertado - ¿Por qué lees con tanta facilidad en mí? – casí era una protesta cautivadora, seductora… parecía como si de todo hiciera una tentación o una invitación.
- ¿Nervioso? – ahora me toco a mí sonreír de modo travieso.
- Desconcertado.
- Y algo molesto… hombres – suspiré – En fin ¿Qué sucede?
- Estamos recluidos en este universo – me dijo manteniendo sus ojos fijos en los míos.
Yo parpadeé frunciendo el ceño confusa dejando que esa revelación calase en mi mente, me llevo unos segundos darme cuenta de lo que eso implicaba pero mi cuerpo se estremeció angustiado antes de que mi cabeza pudiera repetir el resultado. Abrí los ojos de par en par.
- No puedo volver aunque quisierais devolverme… ¿verdad?
Akio asintió despacio preparado para sostenerme por si volvía a darme un tabardillo.
- Ay madre… - murmuré sintiendo mi estomago revolverse como una serpiente enroscándose alrededor de su presa.
Un torbellino de emociones se mezcló por cada una de mis terminaciones nerviosas, agarrándose como aguijones. Me falto el aire por un instante, no sabía si llorar, sí reír… gritar histérica o que hacer… me sentí como un ordenador a punto de colapsar tras tener demasiados procesos abiertos y memoria insuficiente. Mi ser no era capaz de tragar con todo aquel cumulo de sensaciones contradictorias, ni siquiera era capaz de explicar cómo me sentía. Aterrada, triste, desesperada, perdida, desconcertada… sola…
Me levante de golpe pillando por sorpresa a todos y empecé a andar de un lado al otro del salón mordisqueándome el dedo como un animal enjaulado. Necesitaba serenarme, pensar con claridad… dejar que todo eso se asentase en mí para poder afrontarlo sin ponerme a chillar. Los zapatos de tacón me estaban matando así que me los quite con dos rápidos movimientos y los deje al lado de mi cadera izquierda medio cogidos entre mis dedos mientras seguía dando vueltas sin preocuparme por mi propia seguridad.
Toda lógica me gritaba precaución, todo me decía que tenía que dejar de hacer movimientos bruscos o inesperados… era algo básico y primitivo, supervivencia delante de un depredador más rápido, fuerte e inteligente. Pero mis nervios me impedían ser prudente, además… no me harían daño, al menos esperaba que esas historias fueran ciertas y almenos los lobos me protegieran, al fin y al cabo eran mi animal preferido… lobos.
¿De verdad no había caído dentro de una novela de esas raras? Tenía la vaga esperanza de despertarme aún…
Acéptalo Aura, no estás en casa, es real y no sueñas… todos esos seres existen… y no sientes a tú familia porque no están aquí.
Me dije a misma aquello y me senté cansada de dar vueltas y porque si no dejaba de hacerlo me marearía y me volvería loca… no estaba muerta tampoco.
- ¿Seguro que está bien? – vi que le preguntaba uno de los chicos a Akio.
- Es evidente que no. Estoy aquí así que haz el favor de no hablar como si no estuviera – le mire muy seria.
- Perdón.
- Maldita sea – murmuré apretando las rodillas contra mi pecho y poniéndome las manos en el pelo – Si esta vez no pierdo la cabeza ya nada lo hará ¿Estáis seguros de que no estoy loca? – alce la vista.
- Todos los estaríamos – me miro con calma Ares, sus ojos eran tan cálidos y amables… pacientes.
- Gracias… pero no me consuela mucho la verdad.
Me sonrió.

La otra esfera, mundo Humano Cap.2

Las risas iban i venían a lo largo de las mesas dispuestas en el verde jardín, los invitados seguían a lo suyo ajenos a la discreta desaparición de los anfitriones y de su familia más cercana.
- ¿La habéis encontrado en algún sitio? – preguntó una voz masculina mientras se reunía con el grupo que formo un estrecho círculo.
- No, la he llamado al móvil pero no contesta, no da señal – respondió una de las mujeres.
La mujer de más edad, la madre se llevo la mano a la boca del estomago, su expresión era grave, asustada, tenía un mal presentimiento.
- Algo va mal… lo siento, le ha pasado algo, no está aquí – murmuró mirando el suelo.
- No puede haber desaparecido así como si nada – protesto otro de los chicos.
- Llamaré a la policía, no podemos seguir así – volvió a hablar la chica joven cogiendo de la muñeca a otra.
- No Beth – la detuvo su madre – Ellos no pueden hacer nada… aún siento la energía del conjuro… es débil pero aún es palpable.
Su marido la sujeto ya que parecía a punto de no poder sostenerse por ella misma.
- Se la han llevado…
- ¡¿Pero a donde, quién, por qué?! – se altero el chico que primero había hablado.
- Empezare a buscar – la miro otra chica cogiendo la cara de la mujer – Amada, la encontraremos. Ya lo veras, no te preocupes.
- La última vez que la vi estaba apoyada en el sauce, iré a ver que capto – se alejo otro chico.
- Tim cariño… - cogió la mano del chico recién casado su ahora ya mujer.
- Lo siento Bria, esto…
- No pasa nada ¿Qué puedo hacer?
- Ve con los invitados, de momento es mejor que no sepan nada hasta que hayamos averiguado algo, que estén tranquilos.
Ella asintió dándole un beso y regreso al jardín arremangándose el blanco vestido.
- ¿Tienes alguna idea de donde puede estar? – miro su marido a Amada aún sosteniéndola entre su fuerte y ancho pecho.
- Sí y eso es lo peor – dijo con voz estrangulada.
Todos la miraron con los ojos abiertos de par en par cuando empezó a llorar y a pedir perdón sin parar.
Phoenix la sostuvo con cuidado mientras Tim lo ayudaba a dejarla en el suelo donde ella siguió llorando amargamente ocultando el rostro a su familia.
- Cariño ¿Qué sucede? Háblame, dime lo que sea – le puso las manos en los brazos intentando reconfortarla mientras se los frotaba pese a que ella intentaba apartarlo débilmente.
- ¡No puedo! Lo siento Phoenix, lo siento, lo siento tanto… yo no quería hacerte daño, yo no… lo siento, lo siento.
- ¿Pero qué ocurre cariño?
- Mama – se agacho Tim frente a ella.
- Es la sangre, la sangre la ha llamado… no puede oponerse a ella.
- Papa ¿Qué está diciendo? no entiendo nada – lo miro Tim desconcertado.
En toda su vida jamás había visto así a su madre, Amada siempre había sido una mujer fuerte, serena. Nunca perdía la calma pero aquello… parecía una muñeca rota. Poco a poco se fue calmando y se limpio las lágrimas cuando entraron de nuevo en la capillita Beth, Ingrid y Drith.
- ¿Qué pasa? – se paró en seco Beth poniéndose aún más seria y tensa.
- ¿Qué habéis descubierto? – pidió su padre, Phoenix
- Lena dice que la vio un instante en el sauce, tenía mala cara, parecía mareada, cuando volvió a mirar para ir a ayudarla ya no estaba, creé haber notado una vibración en el aire, algo raro. Nada más – explicó Beth
- Note restos de un portal.
- ¿Lo abrió ella? – los miro claramente contrariada Ingrid
- No – hablo con autoridad Amada – Almenos no conscientemente, pero algo de ella contribuyo – pensó con cierto pesar.
Había confiado en que eso no pasaría nunca, que no la reclamarían, tenía esperanza, había confiado en su palabra, no perdía la fe… algo grave debía ocurrir para que él hubiera tenido que obrar así… y eso aún la preocupaba más. Estaba asustada, angustiada por su niña… y por haber descubierto que él… después de todo estaba vivo. No había muerto como creía, las ganas de llorar y la rabia regresaron a ella ¡¿Por qué demonios había hecho eso?! ¡¿Por qué la dejo sufrir así haciéndola creer que había muerto?! Deseaba poder odiarle y era incapaz. Eso le dolía, no podía mirar a los ojos a su marido, ahora no… tarde o temprano debería contar la verdad con todas sus consecuencias y eso…era más de lo que podía soportar. Su familia lo era todo.
Bria irrumpió con un carraspeo.
- Perdón… pero empiezan a inquietarse y preguntar, será mejor que salgais, acabemos con todo esto lo más rápido posible y podremos concentrarnos.
- Bria cielo, es tu boda… no podemos hacerte esto.
- Ahora sois mi familia Amada – le cogió las manos – Yo también quiero encontrarla.
Suspiraron y tras recobrar un poco la compostura hicieron un sobreesfuerzo por parecer que todo iba bien, no podían implicar al resto de familiares sin el don…
Los minutos parecían no avanzar y la cosa empeoró cuando uno de los chicos pregunto por la desaparecida, Tim se apresuro a sacarlos del apuro diciendo que se había mareado y que no se encontraba muy bien y había vuelto a casa.
Cuando llegaron a casa se prepararon para la búsqueda enfundándose en sus trajes negros y preparando lo necesario.
Amada aún estaba acabando de dar los últimos retoques a su plan, no podía ir directa sin delatarse más de lo que ya se había expuesto sin levantar sospechas, era una estupidez pero debía hacerlo por el bien de todos, aún no era el momento de destapar la caja de los truenos. De destrozar el corazón del hombre al que tanto amaba y el suyo propio. Sus hijos tampoco lo entenderían, era una traición… jamás lo entenderían pensó con un suspiro.
Se seco con rapidez una lágrima que resbalaba por su mejilla con el dorso de la mano y esbozo una leve sonrisa a Phoenix que la abrazo desde detrás dándole un beso en el cuello, ella se estremeció con su tacto cálido y suave. Después de tantos años aún seguía sobrecogiéndole la sensualidad de su marido, se giro y le cogió la cara con las manos enredando sus dedos en su pelo negro.
- La encontraremos ya lo veras, la traeremos a casa – le dijo él estrechándola entre sus brazos.
- Lo sé.
- Papa, ya está todo listo – grito desde abajo Drith.

Aura no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que llevaba allí pero le parecía una eternidad, el aire parecía pesado y denso, como si el tiempo no avanzase, como si estuviera suspendido como su aliento. Se asomó a la balconada de ese palacio extraño y miro las estrellas en silencio, una brisa suave pero fría revolvió sus cabellos.
Ese cielo era desconocido para ella, las estrellas titilaban en la negrura igual que en su hogar pero era un cielo distinto, suspiro y se aguanto el pelo a un lado dejando cerrar su otra mano sobre la balaustrada. Tenía un nudo en la garganta y era incapaz de hacerlo ir abajo o arriba.
- No es como el cielo de tu mundo – susurró una voz suave y sensual a su espalda, casí parecía disculparse por molestarla o entrometerse en sus pensamientos.
- No.
Akio se acerco a ella y se paro justo a su lado izquierdo protegiéndola de la brisa, Aura dejo caer la mano que sostenía sus cabellos lacia junto a su cuerpo.
- Pero está ahí, tras esas estrellas. En un plano distinto al nuestro.
- Pero esa estrella sí la reconozco ¿Qué es esa luz roja que desprende?
- Es la estrella de nuestra diosa guerrera. No sabía que pudieras verla… - giro la cara hacía mí intrigado.
- Claro – sonreí de un modo apagado – No me iras a decir ahora que sólo vosotros podéis verla ¿verdad?
- Aura… sólo los seres nacidos o unidos a la materia pueden ver las estrellas de los dioses o los elementos.
- Debe ser un error – le miré devolviéndole otra sonrisa sin fuerza – Seguro que te equivocas – suspiré cansada.
Ahora ya tenía suficiente como para encima tener que preocuparme por eso. No quería pensar en nada más relacionado con cosas paranormales por hoy.
- Akio… déjame sola por favor – volví a desviar la vista hacía el universo oscuro y estrellado que se abría frente a mí.
- No dejes que su oscuridad te engulla – dijo en un susurró, ni siquiera me había dado cuenta de que me había girado hacía él y que su aliento rozo mis labios encendiendo cada terminación de mi cuerpo, casi fue como una caricia con esa voz suya...
Mis ojos se movieron por los suyos y luego se alejo dejándome con el corazón latiendo desbocado. Cerré los ojos sintiendo un leve mareo y me volví hacia la balaustrada apoyando las manos en ella.
- ¿Te hace sentir insignificante no es cierto?
Iba a protestar reprendiendo a Akio pero me detuve, esa voz era distinta… más madura, irremediablemente sensual y oscura, suave… cálida como un rayo de sol. Calmada… me gire muy despacio, tras la cortina se veía recortado un cuerpo, contuve el aire en mis pulmones. Su risita me desconcertó pero me llene con su paz, con su amor… había algo inmenso dentro de él, era poder, autoridad, lo sentía crepitar en cada parte de mí. Pero había un amor incondicional, casi paternal.
Estreché los ojos intentando ver esa figura, él se aproximo a la luz y se acerco sin prisa hacía mí.
Caminaba con paso firme, elegante…pero de un modo distinto al de Akio, era algo soberbio. Inmaculado, tuve ganas de llorar ante tal visión, era como un ángel, me sentí diminuta, vulgar… era tan bello…
Su cabellera larga y negra ondeo a su espalda, las estrellas parecían brillar sobre esa negra seda de su pelo. Su vestimenta era impecable, elegante… con un gusto refinado y exquisito. Su boca un pozo de sensualidad no tanto como la de Akio pero era algo pecaminoso, y como torcía esos labios en esa sonrisa taimada y seductora, irresistible… pero fueron sus profundos ojos los que me capturaron, uno era tan negro como la noche y el otro aguamarina… ver a aquel hombre me dejo literalmente sin aire. Se me anegaron los ojos sin poderlo evitar.
- ¿Por qué lloras pequeña?
- No lo sé – balbuceé sintiéndome tonta, tenía ganas de lanzarme a sus brazos, de que me abrazase, me consolase… le conocía, había algo en él…
Él sonrió con cierta nostalgia y prendió la vista en el horizonte con un suspiro.
- Hubo una vez una mujer… lloro al verme, yo me sorprendí, estaba herido y el hambre me nublaba la mente. Le dije exactamente lo mismo y… ¿sabes lo que me dijo?
- ¿Qué?
- Tú dolor me abruma, es que no entiendo porque los ángeles tienen que sufrir. ¿Por qué no ves que eres bello y estás vivo? No eres el monstruo que crees, eres la luna en el cielo. Si mi sangre ha de servir para salvarte que así sea.
- ¿Y qué hiciste? – le mire
- Salí corriendo – bajo la mirada hasta sus manos apoyadas en la barandilla a mi lado – No entendía como una mujer como aquella, tan perfecta, tan buena… podía ver algo hermoso en mí. Como podía entregarme su vida así. Sentí un miedo atroz, la observe durante días sin atreverme a acercarme a ella, no quería hacerle daño… la busque sin descanso… ella me dio paz, me devolvió la luz, la fe. Me salvo la vida aquel día. Ella fue lo mejor de toda mi existencia.
- ¿Por qué me lo cuentas?
- Porque me has recordado a mí, tu pena, tu dolor, tú silencio y esa quietud… tu tristeza me golpea con fuerza. No estás sola, hay gente que vela por ti.
- ¿Por qué será que sólo valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos? Los echo de menos… no sabía que los necesitase tanto – me avergoncé, yo creía que era autosuficiente, que era mayor, independiente…
- Los hijos siempre necesitaran a sus padres, es natural – me miro y yo no puede evitar mirarle también, no hubo ninguna orden en su voz pero necesitaba hacerlo. Me atrapo de nuevo.
Me vi reflejada en él como un espejo, había algo familiar en su rostro, en sus ojos bicolor…
- Yo soy Kael, ya conoces a mi hermano Eiji.
- Aura
Él sonrió y bajo la mirada, su cuerpo adopto una pose extraña y luego se aparto un paso de mí, era como si anhelase tocarme…abrazarme… no se…fue algo extraño. Fuere lo que fuere lo que hiciera me sentí mejor.
- Gracias.
- No he hecho nada.
- Has hecho más de lo que crees – sonreí mirando el cielo – Tenías razón… te sientes como una pulguita.
- Sí.
- Si no dejo de mirarlo empezaré a divagar en porque siempre los hombres lo complicamos todo tanto y porque destrozamos un mundo tan bello y todo eso – suspiré.
- A tu edad es normal.
- ¿Entonces qué haces aquí? Algo me dice que vienes a meditar y a buscar la paz como yo.
Sonrió.
- Supongo que debes tener muchas preguntas Aura. Mirare de contestar todas las que pueda, enseñarte si lo quieres.
- Me gustaría – le miré.
- No te apures… a nosotros nos ha costado milenios, pero al final hemos aprendido que no sirven de nada las rivalidades, somos todos hermanos e hijos de la misma magia, los hombres también acabaran aprendiendo eso, aunque les cueste más tiempo. Yo nunca he perdido la esperanza, siempre me han fascinado. No somos tan distintos de vosotros, quizás alguna vez hayamos sido como vosotros.
Le mire embelesada, había tanta sabiduría y conocimiento en él… deje que mi cabeza reposase en su hombro y note como indecisos sus dedos se mezclaban con mi pelo acariciándolo con un cuidado casi enfermizo.
- Cuanto desearía que brillase una luna – suspiré cerrando los ojos.
- Pues abre los ojos mi niña.
Yo obedecí y allí delante nuestro había una enorme luna plateada, casí parecía que podría tocarla si estiraba la mano. Entonces di un respingo pensando en los lobos que empezaron a aullar. Kael rio con esa risa sorda entre dientes.
- Tranquila Aura, no es como en las películas.
Yo sonreí sonrojándome y volví a levantar la cara hacía él relajándome.
- Les ha gustado tu regalo y te dan las gracias princesa.
- Yo no he hecho nada.
- Lo has deseado y lo has hecho realidad, tú tienes un don Aura, tienes el poder de hacer cosas. Tú querida mía… eres mágica. Eres lo que los hombres llamarían bruja o hada.
Yo le mire desconcertada y me aparte de su cuerpo pero él volvió a atraerme con facilidad sosteniéndome entre sus brazos fuertes y cálidos. No sé porque había creído que serían fríos…
- No…
- Shh deja fluir tu mente, relájate, no pasa nada, no es nada malo, eres perfecta. Un sueño – susurro en mí oído poniendo un dedo sobre mis labios silenciándome, yo cerré los ojos dejando que su voz llenase mi cuerpo, relajándolo, tanto que exhalé una especie de gemido.
- ¿Qué me estás haciendo?
- Nada que no quieras que haga. Necesitas calmarte o tu cuerpo no podrá soportarlo.
- Tu voz… es tan…
- Sí… nuestra voz es un arma peligrosa. Deberías descansar. Akio te mostrara tus aposentos. Seguiremos hablando en otro momento.
La brisa revolvió nuestros cabellos y su aroma me envolvió, era tan masculino…
- Estas débil – murmuré al olerle bien.
- Discúlpame, debo irme ya – hizo una inclinación de cabeza y se alejo con rapidez.
Suspiré y cuando me gire me sobresalte al encontrarme a Akio apoyado en la pared en silencio, inmóvil, debería empezar a acostumbrarme a su sigilo y su rapidez. Estaba tan irresistible con esa pose de tipo duro… ¿Cómo no iba a estar seguro de sí mismo? Nadie podía hacerle nada.
- Dios… ¿siempre hacéis eso?
- Lo siento…
- No, no lo hagas, soy yo la que esta fuera de lugar.
- Vale – se separo de la pared.
- Te sigo – suspiré.
- ¿Así que te crees capaz de resistirte, eh?
- Y tú te crees irresistible y eso es muy arrogante.
En un abrir y cerrar de ojos me dejo contra la pared y su cuerpo y su rostro estaban tan cerca del mío que me quede sin resuello con todo mi interior palpitando.
- Vale, no quería decir eso – clavo sus ojos en los míos.
- Sí querías y lo has hecho por algo.
- Aura… hay algunos que quizás si estén dispuestos a usar la fuerza contigo, el control.
- No me van a seducir con un par de palabritas.
- No es exactamente así, hay palabras de poder.
- Gracias por el aviso, estaré bien. Además… vosotros no les dejareis ¿no? – dije melosa y me escabullí de entre sus brazos aunque todo mi ser se estremecía de placer andando pasillo abajo.
Oí una especie de gruñido sordo y me alcanzó.
- ¿No eres un poquito engreída?
- Confió en mí que es distinto.
No me giré para verle pero supe que sonrió.
- ¿Cuántos años tienes? – me pregunto
- ¿Importa?
- Curiosidad.
- ¿Qué os habéis apostado?
- Por favor… me ofendes
- Tengo dos hermanos mayores Akio… - suspire mirándole y respondí bajando la cabeza – Diecisiete.
Él se mantuvo en silencio caminando a mi lado, siguiendo mi ritmo sin prisa.
- ¿Cuántos tienes tú?
- Bueno… para vosotros yo tendría veinticinco.
Avanzamos en silencio y vi que nos acercábamos a una puerta, desee que el pasillo se alargase o no llegar, no tenía ganas de apartarme de él, aún no.
- ¿Qué te ocurre? – se volvió para mirarme ya que se había adelantado.
- Nada… ¿Cómo puedes percibir mi estado de ánimo?
- Al igual que tu percibes el mío Aura, no tengo respuesta a eso.
- Ahora estas…algo nervioso, incomodo.
- ¡Oh vamos Aura! Sabes perfectamente lo que me haces sentir.
- ¿De veras lo sé? Es muy confuso… no entiendo todo ese cumulo de sensaciones.
Akio pareció exasperado un instante pero luego sonrió travieso.
- Ya hemos llegado – abrió la puerta y espero a que pasase.
Yo entre resignada mirando alrededor, era realmente algo precioso, Akio se dispuso a cerrar la puerta para irse.
- ¡No espera! No te vayas – le pedí cogiéndole del brazo sin pensar lo que hacía.
Él me pego a la puerta, su cuerpo se apretó contra el mío, esta tan rígido, tan duro… todo él presionaba contra mí, jadeé sin poderlo evitar. Eso dejaba muy claro el tema anterior… sentí como su tensión aumentaba, sus colmillos se alargaron…
- Akio – murmuré, sus labios entreabiertos estaban tan cerca, gire la cara y me estremecí al sentir el roce de sus labios sobre la piel de mi cuello – Fue la fuerza y sinceridad de tu voz lo que me llego, su vehemencia, creías firmemente lo que decías, sólo pedías algo justo, una oportunidad, me entendiste… Akio por favor, no – cerré los ojos, mis labios temblaron al notar su pulso acelerado, sus labios presionaron el hueco de mi cuello – Akio…
- No debes confiar en ninguno de nosotros – susurró rozando mi piel que se erizo.
- No eres un monstruo, no lo eres, no quieres hacer esto.
- Sabes que lo deseo… deseo cada parte de ti, no puedo resistirme… tu no dejas de llamarme…
- Siento hacértelo tan difícil pero si no puedo fiarme de ninguno ¿Qué hago aquí? ¿Para qué me trajisteis? ¿Por qué no me matas ya entonces y dejamos de sufrir?
- Aura… - rozó mi mejilla con sus dedos apartando un mechón de pelo.
- Sabes que tengo razón, deja de intentar asustarme, ya lo estoy.
- No lo parece.
- Si tan duro te resulta entonces… ves – clave la vista en el pasillo con un nudo en la garganta ¿Por qué no quería quedarme sola allí? ¿Por qué me sentía tan perdida? Si él estaba me sentía más segura… más yo.
Akio me miro en silencio y se aparto reticente de mi, su calor aún me envolvía, cuando se giro me lleve la mano al pecho e intente normalizar mi pulso y la respiración. Le miré mientras aún estaba de espaldas y cerré la puerta aún sin saber exactamente qué estaba haciendo. Aquella situación era un poco violenta, si alguien nos estaba viendo sacaría conclusiones erróneas… y nos pondría en una situación peor… poco importaba si se dejaba a parte que podían haber miles de vampiros y lobos cabreados.
- ¿Y qué propones Aura?
- Me hago una idea de lo que implica todo esto Akio, no hace falta que me lo recuerdes, pero no creo que nos estén vigilando… y si lo hace alguien son los mismos que había en el salón – le mire y suspiré – Lo siento, no quería molestarte.
- Aura… lo siento… he sido yo – me cogió las manos y me acerco hasta la cama sentándome en el borde frente a él.
- Vale… estamos haciendo el tonto y eso que parecía haber empezado bien.
Él puso los ojos en blanco y yo me eche a reír pensando en mi aparición estrepitosa y todo lo sucedido. Viéndolo ahora me daba risa, aunque me acojonaba igualmente la verdad subyacente. La verdad… me sentí como la manzana, la tentación… sólo que quien miraba esa manzana no era Eva sino Adán y sus ojos eran puro fuego, un fuego abrasador y lujurioso, deseo ni más ni menos, algo desesperado y primitivo, urgente. Instinto de supervivencia ante la amenaza de la extinción. Me sentí mal, culpable…casí egoísta y aparte la vista de sus ojos. ¿Realmente eran capaces de manipular mi mente? ¿De confundirme hasta ese punto? No… lo que sentía no era impuesto, eso era real, si fuera impuesto sería como una autómata, no sentiría. Quizás hacerlo así era peor… era una pequeña tortura verles, conocerles, ver su mundo, su vida, entender sus sueños, sus esperanzas, oír sus voces, sus risas, ver su belleza… su forma de pensar… todos parecían tan perfectos… un mundo lleno de ángeles condenados. Temibles y mortales a la vez. Yo podría tener una vida… seguir adelante, mejor o peor yo tenía una vida, un futuro no importaba si largo o no… pero ellos… su tiempo parecía agotarse y él quería aceptarlo con honor pese a que yoles negase lo único que pedían. ¿Cuánto aguantarían? ¿Cuánto aguantarían hasta que se dieran las primeras muestras de rebelión, de sublevación? ¿Cuánto tardaría el miedo en ser tan insoportable, en ser el instinto de supervivencia tan fuerte que alguno diera el primer paso para salvarse? Él sabía que el problema seguía allí, lo sabía tan bien como yo, era plenamente consciente de que todo estaba condenado a un estrepitoso fracaso. Tuve miedo… y el nudo de mi garganta casi me estrangula, sentí mis ojos humedecerse y apreté los dientes obligándome a no llorar. Yo no lloraba.
Tragué y alce la vista encontrándome con la de él, me quede quieta y lo observé. Akio era un peligro sí, pero tan tentador.
Tenerle allí…tan cerca… quizás eso me gustaba, me atraía el peligro… su aura, su misterio… la amenaza, su seducción tan masculina y sutil. Todo él, era algo tan imposible de describir.
- No debería gustarte eso…no lo busques Aura – me dijo con suavidad y se levanto acercándose al ventanal – Es increíble la claridad con la que ves la situación.
Que sencillo era olvidar que Akio podía bucear por mis pensamientos.
- Supongo que no es fácil ni agradable estar rodeada de hombres que sólo quieren procrear, por decirlo de algún modo suave – yo me encogí de hombros – Pero no todos quieren sólo eso de ti. Todos buscamos a nuestra compañera, nuestra otra mitad.
- ¿Tú también? Pareces muy independiente, fuerte…
Él sonrió un instante ya vuelto hacía mí.
- ¿Sabes? Contigo es tan fácil hablar… puedo ser yo misma, no tengo que ocultarte nada ni puedo hacerlo aunque quiera – le dije mientras se volvía a sentar frente a mí.
- Así que tienes dos hermanos.
- Sí y una hermana, todos mayores que yo.
- Eres la cuarta.
- De hecho soy la séptima pero eso no lo sabe nadie – él enarco la ceja cuadrándose – Y sí, nací en luna llena y el sexto día – reí sabiendo lo susceptibles que eran con esos temas.
Suspire y volví a ponerme sería, había muchas cosas que me ocultaba y yo lo sabía, su cabeza estaba dándole vueltas a algo mientras mi corazón daba otro mortal en mi pecho.
Esa noche apenas dormí y lo poco que pude se vio irrumpido por horribles pesadillas, creo que jamás me había despertado tan afectada, estaba empapada en sudor y agradecí el agua fría de la ducha.
Cerré los ojos y deje que esa agua vivificante recorriese mi piel, los recuerdos de los malos sueños regresaron atravesándome como un puñal. Había muchos pero el que regreso fue de los peores.
Yo me ponían una y otra vez en manos de ellos pero los embarazos nunca llegaban a buen término, la vida moría en mis entrañas, un gruñido estrangulado broto de mi garganta, tenía unas ganas horribles de llorar y me deje caer al suelo, el agua seguía cayendo sobre mi cabeza, era tan angustioso… y esa voz… aún la oía, toda esa vida me pertenece, incluida la tuya. Grite sin darme cuenta e intente taparme la boca, pero seguía viendo entre mis piernas aquel pequeño ser sin vida… mi cuerpo seco… muerto…
Oí la puerta abrirse de golpe y yo me enrolle como una centella en la toalla.
- ¡No! – grite como advertencia a quién pretendía irrumpir en el baño, sabía quién era - ¡Vete! ¡Vete por favor, vete! Te lo suplico déjame, estoy bien. Vete.
Contuve el aliento mientras ese nudo de mi garganta seguía estrangulándome y espere en silencio a que la puerta volviera a cerrarse, una vez lo hizo me deje caer de rodillas al suelo, solté un sollozo y me mordí el labio obligándome a cortar aquello, era ridículo. Que más me daba a mí si no iba a pasar nunca, si no quería niños… era una estupidez, todo se debía a la tensión, al miedo… me había jugado una mala pasada, eso era todo. Me levante ya más serena y me seque. Sobre la cama encontré un bonito vestido color perla, se anudaba al cuello con un par de botones redondos y pequeños dejando la espalda al descubierto, tenía un delicado escote y la falda suelta y corta. Me lo puse y me peine anudándome el pelo al cogote con una cola floja como en un recogido desenfadado.
Cuando salí no había nadie en el pasillo, lo agradecí y empecé a andar hacía la sala, al fondo vi a Frey y Ero que se giraron al notar mi presencia.
- Ero, Frey… aún no he tenido ocasión de daros las gracias.
Ellos se miraron extrañados y luego comprendieron que me refería al día anterior, al momento de mi…intrusión.
- Cuando llegué… todo fue muy extraño, pero vi como todos contenían el aliento, oí los gruñidos… y vosotros os interpusisteis entre yo y…
- No las des Aura. Pero no te engañes… sí que queríamos protegerte, esa es nuestra misión, pero había parte de posesión en ese acto, no olvides que nosotros también queremos… – bajo la cabeza Frey – No somos tan nobles.
- Ya… no dejáis que lo olvide.
- Por tu bien – me levanto la cara por la barbilla Frey, mi tristeza pareció golpearle.
Suspiro y me flanquearon acompañándome hasta el salón donde también iban ellos, cuando llegamos me quede paralizada en medio de la arcada, no sé por qué, ni como fue exactamente, pero cuando Akio se giro hacía mí… algo se quebró en mi interior, el labio me tembló y sentí como los ojos me ardían intentando contener las lagrimas. El silencio inundo el lugar y él recorto la distancia que nos separaba en lo que dura un suspiro, con su velocidad vampírica y me rodeo con sus brazos, yo hundí el rostro en su pecho. Aún no sé lo que me paso, pero me sentí reconfortada. Oí el palpitar de su sangre, mi rostro se deslizo hasta su cuello, mis labios buscaron la suavidad de su piel rozándole allí donde la vena palpitaba, su sangre… parecía llamarme como algo imposible de detener, como algo prohibido y precioso… ni siquiera era consciente de que todos los presentes estaban pendientes de nosotros. Gemí estremeciéndome cuando sus dientes rozaron muy suavemente el hueco de mi cuello, cerré los ojos. Temblaba entre sus brazos como una niña indefensa y asustada.
- ¡Apártate de ella! ¡No te atrevas a tocarla!
Oír esa voz fue como caer por un precipicio, como despertar de una pesadilla, el corazón pareció a punto de estallar. Imagine lo que él debía estar viendo, allí en esa posición entre los brazos de aquel ser bello e irresistible, desde detrás parecía desnuda y… quizás sin voluntad. Mis brazos reticentes se desenroscaron del cuello de Akio y cayeron lacios a ambos lados de mi cuerpo.
Me giré como una exhalación y me lance a los brazos de esa voz familiar, Tim… papa, Drith…


REENCUENTROS CAP.3

Tim me cogió al vuelo intentando que no se le cayese el arma con que apuntaba a Akio y me estrecho contra él con delirio, estaba tan preocupado… sentí como Drith y Beth nos estrujaban a ambos, apenas entendía que decían, estaba tan abrumada que no podía reaccionar racionalmente.
Me soltaron tras asegurarles que estaba bien y me enterré entre los brazos de mi padre.
- Papa, papa.
- Pequeña, mi niña ¿estás bien cielo? – me cogió la cara entre sus grandes manos secándome las lagrimas de los ojos y las mejillas.
Yo gire la cara y miré a mi madre, estaba como paralizada, tensa… parecía un animal acorralado a punto de saltar, la posición de su cuello me confirmo que el grito angustiado y extraño había sido de ella. Tenía los puños apretados y la mirada fija en Akio y Kael. La conocía… la conocía demasiado bien para saber que aquello no era nada bueno, sentí una descarga de miedo y salte frente a ambos hombres poniendo los brazos en cruz.
- ¡No! Mama… mami… cálmate… - ella apretó los dientes y cerró más los puños separando un pierna, afianzando su posición, oí el gruñido sordo de su pecho - ¡No! ¡Mírame! Estoy bien, no han hecho nada ¡Ma!
Ella sacudió la cabeza y relajo la tensión de su cuerpo, sus ojos se llenaron de lágrimas y la vi empezar a temblar de un modo violento, parecía apunto de quebrarse, sus ojos seguían fijos en Kael y sus manos temblorosas se taparon la boca.
- Amada – la miró Kael anhelante con una mezcla de dolor y tristeza en su bello rostro inmaculado, le vi tender la mano y retirarla reticente.
Las lágrimas rodaron mejillas abajo por el rostro de mi madre, temía que fuera a caer al suelo. Kael se acerco y ella le dio una bofetada mordiéndose el labio.
- ¡Maldito seas! Estas vivo, estás vivo – empezó a decir aporreándole el pecho.
Toda su fortaleza se hizo añicos en un momento, mi madre que nunca perdía la compostura parecía tan desesperada, dividida y rota como yo. Kael la estrecho contra su pecho, al sujetaba con firmeza entre sus fuertes brazos, mi madre luchaba por desasirse sin ganas, sollozando.
- ¡No! ¡No! ¡Suelta! Maldito seas Kael – gimió dejando descansar su rostro apoyado por la frente en su pecho.
Me quede muda, petrificada…ella sabía quién era. Todos la mirábamos desencajados, sin comprender.
- Ha pasado mucho tiempo…
- ¿Por qué me hiciste creer que habías muerto, por qué? ¿Sabes cómo me sentí?
- Era lo mejor Amada y lo sabías.
- ¡De todos modos!
- No has cambiado nada – le sonrió de un modo tan tierno… y el modo en como aparto sus cabellos hacía atrás…
- ¡Mentiroso!
- Ya sabes que para mí es cierto – aflojo sus brazos para que ella pudiera apartarse recobrando la compostura y serenidad habituales.
Kael suspiró como si le costase la vida misma apartarse de ella y miro a mi padre y al resto de mis hermanos.
- Así que esta es tu familia.
- Kael, él es mi marido Phoenix, Tim, Drith y Beth. Y mi sobrina Ingrid y Lúa.
- Es un placer conoceros y teneros aquí ¿Pero cómo has podido entrar?
- No fue fácil… hay algo extraño ahí fuera… algo oscuro, poderoso.
- Sin embargo aquí estáis.
- No subestimes el poder de una madre – se giro hacía mí abriendo sus brazos yo corrí hacía ellos y me fundí en un abrazo con ella, sus dedos se enredaron en mi pelo, apretándome contra su cuerpo como si no quisiera volver a soltarme nunca, me sentí tan bien…
En el proceso se que inspeccionó mi cuello y mis labios pero no me queje, estaba allí. Me miro en silencio y luego sentí un pánico inmenso al posarse mis ojos en mi hermana y mis primas. ¡Ellas no podían pasar por lo mismo que yo! Aquello era una pesadilla.
- ¡Oh no! ¡No! ¡No! ¡No tendríais que estar aquí!
- Oye… vaya recibimiento, yo también me alegro de verte – protesto Ingrid.
- Tranquila cariño, todo irá bien – me paso los brazos por los hombros mi madre cogiéndome el pelo.
- ¡No! No está bien, no… - me mordí el labio inferior mirando nerviosa a las chicas y a los demás.
- ¿Qué pasa aquí? – Inquirió mi padre enarcando una ceja, yo no solía ponerme así… - ¿Por qué os llevasteis a mi hija?
- Ahora no Phoenix – le dijo tajante mi madre.
Yo empecé a sentir que me faltaba el aire, Akio me atrajo hacía él haciendo caso omiso de los míos y yo me relaje, inspirando despacio.
- Eso es – me susurró al oído – Estarán bajo nuestra protección, no te preocupes, te doy mi palabra de ello.
- ¿Cómo puedo creerte? – me gire cara él que puso su palma sobre mi mejilla.
- Porque me conoces. No te he dado ningún motivo para desconfiar, sabes que no te puedo mentir.
Asentí y me queje cuando Tim me apartó con brusquedad de él haciéndome daño en la muñeca. Akio gruño mostrando los colmillos.
- Tranquilo, no es nada – le miré – No me ha hecho daño – me puse enfrente interponiéndome entre él y Tim
- ¿Seguro?
- Sí – me solté la muñeca que me frotaba y le sonreí, él se relajo un poco – No seas tan protector ni posesivo…
Akio apretó la mandíbula y se aparto poniéndose junto a su padre que tenía una mano en el hombro de Kael y sus hermanos.
- Necesito respuestas – dijo Tim con el ceño aún fruncido de modo amenazador.
- Habrá tiempo para eso Tim.
- Pero mama…
- ¡Basta! – lo miro furiosa y él acato bajando la mirada.
- Por favor, sentaos y comed algo – les ofreció Eiji.
Mi madre asintió y la seguimos a la mesa. Sus ojos iban de mí a Kael y de él a Akio. Todo fue tan extraño como un espejismo.
Su mundo parecía tambalearse desde que vio a Kael, notaba su cúmulo de sentimientos, su lucha interior… conocía muy bien esa expresión de sus labios.
Akio se removió inquieto dejándome sentir la intensidad de su hambre, le mire en silencio.
- Ves, estaré bien. No te preocupes por mí, ve a alimentarte, demasiada sangre humana – me dirigí a él mentalmente.
- ¿Segura? - Se levanto indeciso, mi madre enarco una ceja mirándonos.
- Sí, ve.
Asintió y se marcho con esa elegancia tan característica, su aroma aún se mezclaba con mi pelo. Suspiré mirando el pasillo por donde había desapareció y me quede pensando como había ocurrido eso. ¿Cómo se había creado esa extraña relación? ¿Cómo había sucedido? Era algo profundo e irracional, como si nos completásemos. Era como si yo desease que me salvase de algo, como si le necesitase y él quería protegerme… no podíamos mantenernos alejados el uno del otro por mucho tiempo. Era algo inexplicable y en parte me aterraba, no podía depender de él, no podía necesitarle y desearle tanto… era difícil explicar lo que ambos sentíamos.
- Aquí hay algo que no va bien – murmuró Tim, Drith asintió.
Mi madre por su parte atrajo de nuevo mi atención y me miró acusadoramente demorándose en mis leves ojeras como diciendo… vuelves a tener pesadillas.
Me tense… los ojos rojizos de Akio a causa del hambre volvieron a mi mente y el sueño regreso… yo seguía en el centro de la sala y todo era caos alrededor, sangre, rugidos y muerte, todos empezaban a luchar intentando llegar hasta mí. Me estremecí y sacudí la cabeza procurando no pensar, no quería que Akio notase mi estado de ánimo.
Picoteé algo de comida sin mucha gana y fije mi vista en Kael, parecía sumido en la misma vorágine de emociones que mi madre… suspiré y apoye la mejilla en mi mano fijando la vista en la mesa.
- Aura – me llamó Kael yo le mire - ¿Estás bien?
- ¿Eh? Sí…
- ¿Y por qué estas tan apagada? No has descansado.
- Aquí debo ser transparente para todos ¿verdad? – Suspire resignada y él sonrió de ese modo tan cariñoso.
- Tu mirada es muy expresiva – me dijo mirándome fijamente, yo note que había algo más, que desearía añadir algo que no podía decir en voz alta.
Me quede un instante pensativa, callada y al final inspire y me enfrente al rostro cálido de Kael.
- ¿Qué va mal en mí?
- ¿Por qué dices eso? No te pasa nada Aura.
- Yo no estoy tan segura – me levante.
- No le des más importancia de la que tiene. No des poder a las pesadillas.
Otra vez me quede petrificada ¿Cómo podía aquel hombre saber eso? ¿Cómo podía con su sola voz y su suavidad reconfortarme de esa manera? Aún así baje la vista y deje mi puño cerrado sobre mi pecho sintiendo mi pulso ahora pausado. La voz siniestra e indefinida de mis pesadillas resonó en mis oídos.
Tu vida me pertenecerá cuando elijas la muerte y créeme la desearas. El tormento y la tortura no serán nada en comparación cuando te posea. Sera un juego muy divertido.
Me apresure a sacudirme eso de la mente mientras mi padre y mis hermanos me miraban incrédulos, por lo general yo nunca hubiera dicho eso delante de todos.
- Será mejor que nos vayamos – dijo Tim
- Hay un pequeño problema cariño – suspiro mama – No podemos volver.
- Así que lo que sea que se mueve por ahí fuera os ha dejado entrar pero no salir – la miro Vlier
- Eso me temo.
- Entonces… quiere que estéis aquí, controlados, otra amenaza menos – miro Eiji a su hermano.
- Eso me temo.
- ¿Pero de que habláis? – les miré sin entender nada.
Mama intercepto la mira de Kael y negó con la cabeza, él exhalo el aire despacio aceptando lo que fuese que se habían dicho con la mirada.
- ¡¿Cómo que no podemos volver?! – se levanto dando un golpe en la mesa Ingrid
- Calma Ingrid – le puso una mano en el hombro Drith.
- Lo siento – se disculpo mama
- Amada… ¿pero como sabías todo esto? ¿De qué conocías al vampiro? – pregunto con calma Beth - ¿Crees que todo este tiempo no me he dado cuenta de que querías despistarnos? Mama…
- Beth, no es el momento.
- Pues yo creo que sí – la miro fijamente Drith. Todos le miraron, raras veces hablaba pero cuando lo hacía todos teníamos que rendirnos ante la verdad de sus palabras, hoy estaba intranquilo, eso me extraño.
- Dejad a vuestra madre, esto es asunto nuestro – los interrumpió papa – Cuando crea oportuno explicarse lo hará, si yo lo acepto vosotros también.
El resto asintieron, eso era verdad, mi padre era el principal afectado y aunque la intriga y las elucubraciones le estaban royendo por dentro lo aceptó. Quería a mama más que a nada y aceptaría lo que fuese por el bien de ella, pero yo vi la pena y la duda en el fondo de sus ojos. ¿Es que no había visto el modo en que se miraban y como sus cuerpos se buscaban?
- Papa… - se me escapo con un hilo de voz, él me miró y me sonrió con amor intentando aparentar serenidad y me estrecho la mano.
- Esta todo bien cariño, no te preocupes.
- Sí… claro – suspire
Estudie un instante a mi familia y no vi la sorpresa ni nada raro en sus caras a diferencia de lo que me había sucedido a mí. Ellos sabían exactamente por qué estaban rodeados y habían llegado allí… empezaba a sospechar que tampoco eran muy normales… ¿Por qué me mantenían al margen? Akio entro en el salón y le mire. Su mente era un reflejo de la mía y en esta vi el momento en que me desperté tras perder el conocimiento y recordé sus palabras… bruja.
- ¿De verdad es eso posible? – le pregunté sin palabras, él asintió - ¿Por qué? ¿Por qué quieren hacerme creer que no hay nada anormal?
- Porque no es nada malo ni anormal como tú dices, forma parte de vosotros, es algo natural, increíble.
- Pero me quieren mantener al margen, yo no sé nada… en cambio ellos… ¿Por qué me mantiene en la inopia? ¿De qué me protegen?
- Quizás de ti. Creo que algo sucedió cuando eras pequeña, fuiste tú quién no quiso saber nada de esa parte de ti y aparte eso… te mantuvo a salvo de algo… lo siento, no capto nada más. Aura… no deberías enfadarte con ellos.
- No lo hago – suspire – No recuerdo mucho de mi infancia…Akio…esto que hacemos no está bien.
- ¿Te refieres a meternos en la mente de los demás?
- Sí, eso… es útil pero…
- Seré un chico bueno – me dijo guiñándome el ojo fugazmente.
- Tienes mejor aspecto, bueno antes también…
Él sonrió y miro a sus hermanos de soslayo y yo empecé a andar cuando estuve justo al lado de Akio me detuve, todo se había vuelto a revolucionar dentro de mí, el pulso, las mariposas… el calor insistente bajo el vientre… nos miramos en silencio y os juro que saltaron chispas entre ambos visibles en el aire. Carraspeé nerviosa y aparte la vista con un sobreesfuerzo haciendo que me rascaba la nuca y me aleje aún sintiendo su aliento y su respiración entrecortada como la mía acelerada.
Me lleve la mano a la nuca y a la frente y me apoye con un golpe en una columna tras dar vueltas sobre mí misma. ¡¿Dios?! ¡¿Qué me pasaba con él?!
Me incomodo ver todas las miradas fijas en mi y más ahora que estaba tan…”nervioso” mi cuerpo rígido, duro… mi pulso… todo me delataba, el deseo me embargaba, toda la esencia de Aura me llenaba, llamándome… tiraba de mí doblegándome, yo sabía que era eso. Ella lo era todo, se había convertido en mi mundo, en mi salvación y mi cruz, dulce, misteriosa…torturada, algo le pasaba, sus ojos ocultaban algo, esa tristeza no era normal, su juventud, su inocencia. Estaba divagando, pero es que no podía dejar de verla, de navegar por sus pensamientos, me desconcertaba. Me gustaba todo lo que veía en ella, lo que descubría, el modo en que su cabeza razonaba, sus ideas, sus pensamientos…era como si la conociese de toda la vida, sus miedos, sus dudas, sus sueños… todo lo compartía conmigo aunque una parte de ella no lo quisiera. Era más fuerte y valiente de lo que ella creía, pero ahora estaba asustada, perdida, desamparada y se aferraba a mí como una luz. Ella me había hecho sentir vivo, había borrado las sombras, se que la bestia seguía dentro de mí, pero al menos ya no me torturaba, no me sentía el monstruo que debería saber que soy, para ella no era así.
Apreté la mandíbula y salí detrás de ella, ambos necesitábamos algo, no sé el qué pero… tenía que ir. Misha asintió y supe que me cubriría, que no dejaría que hubiera problemas, necesitábamos unos minutos solos.
Aura me esperaba en el pasillo contiguo, a un lado más ancho y oculto.
Me acerque a ella sin mediar palabra, sólo contemplando su perfección, su inmaculada belleza, su pureza, resplandecía como la luna. Todo su ser era maravilloso, tanto que hubiera llorado de que un ángel como ella me mirase.

Le cogí por la pechera de la camisa y lo atraje hacia mí.
- Hazlo, necesito que lo hagas.
- Ya lo intente Aura, tu no cedes a mi voluntad, ni la fuerza ni el poder de mi voz puede doblegarte.
- Eres antiguo… tu sangre es magia. Pruébalo y hazlo con ganas – le mire con determinación - ¿O el caso es que te asusta hacerlo, que no quieres hacerlo? Te gusta que yo sea libre de decidir, pero necesito saberlo, sólo una prueba Akio sino… ¿Cómo vas a mantenerme a salvo?
Los pupilas de Akio se contrajeron y el azul neón de sus ojos se oscureció, sentí como su mente penetraba en la mía hasta dejarme atrapada, hasta dejarme desarmada, indefensa…como la mariposa en la tela de araña. Sentí como su mente entraba en la mía como una niebla sutil que iba tejiendo los hilos. Su voz fue tan sensual… convincente, note como todas mis reticencias iban cediendo, todos los resortes saltaban, toda precaución o desconfianza quedaba atrás.
No sé cuándo ni cómo fue pero cuando parpadeé ofuscada estaba en brazos de Akio, me sostenía como en un paso de baile, medio suspendida.
- No es del todo imposible – susurré pasando una mano tras su nuca aunque sabía que no iba a soltarme ni a dejarme caer.
- Estabas receptiva porque era yo el que intentaba despojarte de tu voluntad – su voz se tiñó con esa típica soberbia masculina y torció los labios en una sonrisilla triunfal. Cosas de machos como decía Tim…
- Puede – dije en un hilo de voz muy cerca de sus labios entornando los ojos para verle a través de las pestañas - ¿Y qué me has hecho hacer si se puede saber?
- Sólo esto.
- No tenías que acudir a esos trucos para tenerme entre tus brazos – hice una mueca y le mire algo enfadada, mi ceja se arqueo – No debería haber dicho eso ¿Que más me has hecho?
- ¡Nada! – rió, su risa era como una caricia.
- Vale… entonces suéltame para que pueda recuperar la cordura y respirar.
- Vaya ¿así que te vuelvo loca? – me miro y arrugo la nariz – No ha sonado muy bien ¿verdad?
- Humm… no sabría decirte – me crucé de brazos cuando me soltó – Todo depende del sentido y la entonación.
- No recordaba lo complicados que sois – sonrió.
El estomago se me encogió y el corazón me dio un vuelco empezando a mandar mi sangre al trote por todo el cuerpo.
- Hay algo entre los dos ¿verdad? – le miré tímidamente desde detrás de mis pestañas mordiéndome el labio inferior.
- ¿Qué crees que hay? Nos llevamos bien, hablamos… hay lo que tú quieres que haya.
- Pero no lo que tú deseas, no soy tan tonta como para no darme cuenta.
- ¿Qué crees que es?
- Akio… ¿Por qué lo quieres complicar tú ahora? – le mire y luego suspire exasperada – estas disfrutando – medio reí - Vale, me rindo, debes de estar pasándolo muy bien con esto, ríete anda, almenos sirvo para algo más que para hacerte sufrir.
- No es del todo cierto – me atrajo hacía él cogiéndome de la cintura.
- ¿Qué es lo que quieres de mí Akio?
- Esa no es una pregunta.
- Y esa no es una respuesta.
- Creo que aún no estamos preparados para lo que podemos oír.
- Quizás. Sabes que me asusta esto ¿no? Que quizás no sepa lo que me haces sentir, que puede que no deba sentir lo que siento… que no sea correcto… eso es parte de lo que me haces llegar Akio, también lo piensas tú. Y es muy confuso, porque tanto parece que te guste como que te aterré, te lo reprochas y aún me confunde más. Y lo que te afecta a ti, me afecta a mí, es extraño pero… estamos…
- Conectados.
Asentí, no me di cuenta de que estaba dando vueltas hasta que Akio me envolvió entre sus brazos, cerré los ojos exhalando el aire contenido y apoye la cabeza en su pecho.
- Akio… no sé porque pero tengo la sensación de que mi vida está ahora en tus manos.
Amada apretó una vez más la mandíbula y alzo el mentón, su mirada dura y decidida se clavo sobre Kael.
- Tenemos que hablar – le dijo sin rodeos a lo que él asintió. Amada pudo ver el desconcierto en su rostro cuando ella no se movió y añadió – Ahora.
- ¿Aquí? – la miró él para cerciorarse de que estaba segura de hacer aquello.
- Sí, es un sitio como otro y al fin y al cabo van a enterarse tarde o temprano. Mejor que lo sepan por mí.
- Como quieras, es tu decisión.
- Siempre tan diplomático… - bufo irritada - ¿Por qué Kael? Es una niña ¿Por qué la reclamaste? Me prometiste que… - él alzó la mano con la palma vuelta hacía ella, Amada guardo silencio.
- No te precipites, no la reclame Amada. Nunca he roto mi palabra y nunca lo haré aunque me pese en este caso.
- ¿Y quieres que te crea? ¿Entonces qué? La trajiste aquí… ¿Qué va mal, que ha cambiado?
- Amada no la traje yo. Ni siquiera estuve presente en la ceremonia, nosotros sólo invocamos a la elegida y Aura fue quien apareció, quién respondió a la llamada.
El cuerpo de Amada se tenso, tanto que parecía un arco a punto de romperse, notó cada fibra de su cuerpo, los músculos se le agarrotaron y se obligo a relajar el puño, se había puesto lívida, pálida de un modo alarmante.
- No… mi niña no… es imposible ¿Y las demás Kael? Donde están las chicas, Ariadna podrá ayudarnos…
- Amada… tuvimos algo más que una preciosa niña.
El labio inferior empezó a temblarle apretando los puños de nuevo, no se atrevió a mirar a su familia tras esas palabras, siguió con la cara fija en la de Kael. La tensión era palpable en el aire, el silencio era sepulcral.
- ¿Y cuál es el problema que habéis tenido que acudir al ritual sagrado?
- Tu misma lo acabas de decir… - apoyó el mentón en su mano Kael dándole tiempo a entender.
Amada rebuscaba en su mente, no tardo mucho en hallar lo que le estaba diciendo sin palabras.
- ¡Oh Dios, No! – se levanto de un brinco con una pose agresiva - ¡No! ¡Es mi niña! ¡No vais a tocarla!
- Cálmate Amada, estamos en el mismo lado.
- Oh no… lo dudo mucho – dijo irónica.
- Amada mírame, mira dentro de mí, sabes que es cierto – dijo con su calculada voz tranquila y sensual, sabía que aún ejercía cierto poder sobre ella, aún así sus propias emociones estaban descontroladas y se dejo llevar, que demonios, los presentes eran su familia - ¡También es mi hija maldita sea! Toda una eternidad sin ella no me exonera de sentir o pensar como un padre – se levantó tenso.
Los músculos de Amada se tensaron un poco más y Kael espero la envestida que no tuvo lugar.
- Tienes razón – exhalo muy lentamente ella. - ¿Qué más hay? – le miro fijamente.
Kael bajo la vista abatido por un instante y volvió a fijarla en los ojos de Amada, su tristeza impacto sobre la mujer que jadeo quedamente y se hundió en la mirada de él bebiendo lo que le mostraba, todo lo que sabían hasta el momento, lo que había descubierto, era poco pero bastaba para alarmarlos a todos.
Amada lo miro con la boca entre abierta, desconcertada, horrorizada.
- Así están las cosas – suspiró él, le costaba tanto mirarla sin poder tocarla, besarla… decirle lo mucho que la extrañaba, lo mucho que la necesitaba. Que la amaba…
Se sentó y mirando aún a aquella fantástica mujer vio restos de ese fuego, de esa pasión, ella aún lo quería y eso dificultaba aún más las cosas, más cuando había un hombre al que amaba aún más que a su vida. Su marido. Un hombre bueno, fuerte y cariñoso, un hombre que intentaba no romperse por dentro, que intentaba entender, comprender… un hombre que estaba manteniendo la compostura tras el mazazo de sus palabras.
- Aún así Kael… lo he visto y no voy a permitirlo.
- Esa no es decisión nuestra Amada.
- ¡No! ¡Tú puedes hacer algo! No puede ser…no…
- Amada – suspiró cansado – No es tan sencillo, intenta verlo en perspectiva, no es nada terrible.
- ¡Es una niña! ¡No sabe nada! Y… ¡Hombres!
- Sabe más de lo que crees Amada, no es tonta… amore. Sabe cuidarse, confía en ella.
- En ella confió Kael.
- Puedes estar tranquila, además estas aquí para aconsejarla ¿Por qué te molesta tanto? – enarco una ceja mirándola - ¿Acaso te arrepientes?
- ¡No! ¡Nunca! Pero… no quiero que pase por lo mismo que yo.
- No tiene por qué ser así, ni ella eres tú ni yo él. Sabes muy bien cómo funciona esto para nosotros, no es algo que se pueda tomar a la ligera, cortarlo… un alma para cada uno. No prejuzgues brujita mía.
Amada se estremeció, cada terminación de su cuerpo vibro con la voz de Kael, con sus apelativos cariñosos, los recordaba como si fueran ayer y aún se derretía al oírlos de su boca. ¿Por qué le resultaba tan duro verle sin lanzarse a sus brazos, sin tocarlo? Quería a su marido, y este estaba allí sentado, en silencio. Ella asintió mordiéndose el labio y se sentó, Kael sonrió al reconocer de quién había cogido esa manía nerviosa Aura.
- Ahora me toca preguntar ¿Por qué no la has instruido Amada?
- Porque sufría demasiado. Era demasiado doloroso para ella, pasaban cosas desconcertantes Kael, cada vez que Aura mostraba su energía… - se detuvo inspirando profundamente, esos recuerdos la herían más que otra cosa – Algo la atacaba, creí que la perdía Kael, casi muere… es muy fuerte, tiene un poder desconocido, casi ilimitado, me asusta, pero hay algo ávido de él, se aferra a ella como una sanguijuela… decidí que para ella no habría magia. Era lo más seguro, borre sus recuerdos e hice lo que pude por ocultar su energía, por escudarla. No puedo explicarlo mejor lo siento, puedes verlo en mis recuerdos.
Kael asintió y entrecerró los ojos accediendo a la petición de la mujer de entrar en su mente, Amada se relajo para facilitarle la tarea bajando su protección. Aún era tan delicioso como siempre tener a Kael dentro… suspiró con anhelo y tristeza y espero a que su antiguo compañero acabase. Este pareció casi tan desconcertado y alterado como ella, su cuerpo se había tensado y sus manos apretaban los brazos de las sillas.
- ¿Estás bien hermano? – le puso la mano en el hombro Eiji.
Kael dejo escapar un tenso gruñido de su garganta y asintió.
- Tenía la esperanza de que quizás tú supieras algo… - lo miro con cierta decepción y desesperación Amada – Hay muchas cosas que desconozco de su naturaleza… no se cuanto tiene de ti.
- Bastante, pero nada que deba preocuparte, está más cerca de su madre que de mí. Pero creí que almenos le hablarías de nosotros – hizo un gesto que abarco a sus hermanos vampiros y licántropos.
- Esa niña ha sido siempre demasiado racional, no creía en fantasías ni cuentos de hadas, quería cosas reales y para ella esto no lo era.
- Apuesto a que casi le da un patatús – se atrevió a hablar Tim
- Y se reiría usando ese tonito suyo arrogante y sarcástico – añadió Drith.
Kael volvió a asentir mirando a ambos jóvenes.
- No le dio una patada en el culo a este porque fue sensata al asustarse – rió Frey para romper la tensión señalando a Vlier.
Phoenix miraba en silencio a su esposa, su mirada no contenía ningún reproche, pero era una mirada extraña, desconocida para Amada, el abatimiento volvió a adueñarse de ella.
- Algo tuvo que pasar para que no se liase a hostias, para que más o menos se quedase como esta, parecía la mar de tranquila cuando llegamos aquí, como si llevase toda la vida rodeada por… bueno… eso. Resignada, no se – se adelanto en su silla Beth mirando a los monarcas – Algo tuvo que mantenerla cuerda dentro de esta locura.
Los hombres se miraron y finalmente fue Eiji quien habló.
- Mi hijo, Akio.
- Akio… ¿Es el guapo que parecía estar a punto de merendársela? – siguió ella.
- El mismo – sonrió divertido Eiji.
- ¿Cómo? – lo miro Drith
- Eso deberíais preguntárselo a él.
- ¿Por qué todo el mundo está evitando el verdadero tema? – los miro el hasta ahora callado Ares – Creo que es hora de que nos retiremos y les dejemos a solas – aconsejo.
Todos asintieron estando de acuerdo y abandonaron el salón justo cuando Aura regresaba.
- ¿Qué pasa? – los miro a todos parpadeando confusa, sus caras eran demasiado serias, tensas.
- Aura, acompáñame un momento por favor – le pidió Kael con su voz cálida.
Miró indecisa su rostro y luego miro a su familia. Phoenix le hizo un gesto para que fuera, suspiró y acompaño a Kael y al resto.
- Amada – empezó Phoenix - ¿Por qué no me lo dijiste?
- Lo siento ¿Cómo iba a decírtelo? ¿Cómo ibas a entender? No quería perderte Phoenix, sabes que te quiero más que a nada.
- Pero también le amas a él.
- Me gustaría poder decirte que no, que fue un error, que me engaño…pero siempre le querré.
Ella lo miro ahí quito, en silencio… el nudo de su garganta la estrangulo y las lágrimas empezaron a caer amargas por sus mejillas.
- ¡Dime algo! ¡Insúltame, ódiame pero haz algo! ¡Dios te engañe Phoenix!
- Estoy intentando asimilarlo Amada, estoy intentado entenderte, comprenderlo… ¡Ni siquiera puedo odiarle a él joder! ¡No puedo reprocharte nada! ¿Qué hice mal Amada? ¿Qué te falto de mí? ¡¿Cómo pudiste?! ¿Por qué? – intentaba contener la rabia, el dolor. La impotencia de aquella frustrante situación descabellada.
- Nada – sollozó
- Entiendo que era algo… inevitable, destino…
- Phoenix…. No hagas esto…
- ¡Necesito ser comprensivo ahora mismo Amada! ¡Duele! Te he entregado mi vida, mis sueños, todo – golpeó la pered.
- Te elegí a ti Phoenix.
- Lo sé – suspiro y alargo los brazos hasta ella estrechándola con fuerza, consolándola como si fuera una niña, parecía tan atormentada y rota… - Creo… que en el fondo siempre he sabido que había alguien más. Tienes el corazón dividido, pero quise cerrar los ojos… vi como se iluminaron tus ojos cuando le viste, era felicidad. Además – dijo apartándola un poco de él para secarle las lagrimas – No nos engañemos… Aura no tiene nada de mí, nada en su físico es mío y aún así la quise como si fuera mía.
- Lo siento, lo siento, lo siento, nunca me perdonaré el haberte hecho daño – se enterró de nuevo entre sus brazos.
Él le beso las mejillas húmedas hasta llegar a sus labios cogiendo su rostro entre sus manos y le sonrió. El dolor persistiría, nunca desaparecería, lo había traicionado pero no quería alejarse de Amada, ella estaba con él y es lo que importaba. ¿Qué más daba si prefería engañarse un poquito diciendo que ese vampiro la había engatusado? Parecía un buen tipo, un buen tipo al que no iba a quitarle ojo de encima y que ahora estaba con su pequeña.
- Ponnos al corriente – le pidió a su mujer que empezó a explicarles la situación.
- Nos ocultas algo mama, dilo – la miro seriamente Drith, ella suspiro.
- Está bien… - cogió aire y les dijo lo que callaba, el motivo originario y principal de que hubieran acudido a la invocación, lo que había traído allí a su hermana. La existencia, perpetuar las especies.
- ¡No! – fue un rugido coreado por los tres hombres de la familia.
Ellas se miraron en silencio.
- Puede ser extensivo ¿no? – suspiró Bria.
- En otras circunstancias sería un buen sueño caer aquí pero ahora – se rasco el cuello nerviosa Ingrid.
- Estáis bajo la protección de los monarcas, no os preocupéis por eso, lo que hagáis o decidáis será cosa vuestra.
- ¡Mama! ¡Ni hablar! Esto es intolerable, me niego – rugió furioso Tim con los ojos llenos de ira, llameantes.
La sola idea de que pusieran las manos sobre alguna de ellas lo horrorizaba. Apretó los dientes y los puños hasta casi hacerse daño. No iba a permitirlo, apretó los ojos y deseo olvidar todo lo que sabía de ellos para así no sentirse culpable, quería poder odiarles libremente, concentrase en la bestia que eran, un monstruo, un asesino sediento de sangre…hambrientos de su hermanita.
Salió disparado de la sala en busca de Aura, no le costó encontrarla.
- ¡Eh! ¡no se vale! – me gire cara a él haciendo un mohín – Tú eres más fuerte, más rápido y prevés mis movimientos, así no se puede jugar – proteste mirándole y me eche a reír por su carilla.
Me gire haciéndome la ofendida y sostuve el balón entre mis brazos, el intento quitármela teatralmente hasta que noté como se envaraba, su cuerpo se puso tenso y sentí como se preparaba para un ataque con los instintos inundándole las venas.
- Tenemos problemas- murmuró fijando la vista en el pasillo que daba al jardín donde estábamos.
Enfoque la vista hacia el mismo punto que lo hacía él y vi como Tim venía hacía nosotros hecho una furia preparado para saltar sobre él y golpearle.
- ¡Apártate de ella! – rugió sus ojos centellearon airados.
- ¡Tim! ¡No! ¿Qué haces? – me interpuse entre ambos poniendo los brazos en cruz - ¡Para!
- ¡No! ¡Apártate ahora mismo Aura! – dijo amenazadoramente, Akio emitió un sonido sordo y peligros, su mano se cerró sobre mi cintura dispuesto a ponerme tras él protectoramente.
Tim concentro su ira en su puño cerrado, la energía empezó a crepitar alrededor de su mano. Tim dio un paso adelante y sentí como la mano de Akio se disponía a apartarme. No sé como lo hice pero ordené a Akio que me soltase e impulse mi propia energía fuera de mi cuerpo desplazando a Tim.
- Basta Tim. Deja de comportarte como un necio – mi voz sonó firme, autoritaria.
Papa lo sostuvo por detrás poniendo las manos en los hombros de Tim, detrás nuestro estaba la familia de Akio junto a Vlier, Ares, Frey y Ero.
- ¿A qué viene esto? – me cruce de brazos mirándole, él luchaba por calmarse.
Akio aún estaba alerta, para él sería más difícil tranquilizarse, no sabía mucho sobre vampiros pero era evidente… el pulso de Tim aún resonaba en sus oídos y el olor de la sangre y la adrenalina era tan tentador… me gire cara a Akio y di un paso atrás, su cuerpo temblaba de un modo casi imperceptible pero su mirada… se estaba oscureciendo.
- Aura, llévatelo de aquí – me pidió Kael, en su voz había cierta urgencia. Su cuerpo empezó a prepararse por si la cosa empeoraba, estaba preocupado.
Asentí y me puse de puntillas para mirar directamente a Akio.
- Akio, mírame…. Vamos – le cogí de la mano y tire de él.
Él gruño levemente pero me siguió.
- Tranquilízate, ya está.
- No está Aura. Tú hermano tiene razón, no me hace falta entrar en su mente para saber lo que piensa.
- Ahora vas a dejar que mi hermano te influya…genial – bufe.
- No es eso es que…
- ¡Por Dios Akio! Deja de atormentarte. ¡No eres malo!
- ¿Por qué te empeñas en no querer ver al animal que hay dentro de mí?
- Eres exasperante… todos estos años y aún no has aprendido que cualquiera puede ser una bestia despiadada si quiere, hasta nosotros.
- Pero vosotros no estáis hechos para ser un arma mortal, un asesino.
- Ni tú tampoco, sino no podrías amar, no sentiríais. Todo sería más fácil de eso modo ¿no crees? Todo son conceptos tan antiguos como el mundo Akio.
- ¿No hay quién te lleve la contraria, eh? – esbozo una media sonrisa por fin cogiéndome la mano.
- Cabezota.
- Mira quién habla – bufo
- ¿Estás mejor?
Él asintió y yo mire hacia donde estaban los demás, no entendía que le había picado a Tim para reaccionar así, a no ser que… lo sabía, ya se habían enterado de por qué estaba yo allí. Me encogí.
- Ou… - se me escapo sin querer, Akio sonrió un instante y volvió a ponerse serio mirando hacia el grupo que se acercaba.
- No entiendo cómo has podido calmarme tan fácilmente – me dijo mentalmente.
- Bueno… si hay una próxima vez te besare si hace falta para traerte de vuelta – le guiñe el ojo.
Él casi se atraganto soltando un gruñido ronco, nervioso…casi excitado.
- Si lo sé remoloneó un poco más con mi lado oscuro – bromeó tentador y vi el rastro inequívoco del deseo que se apresuro en sofocar.
- Akio… - le reprendí, él volvió a dedicarme esa sonrisa arrebatadora que encendió todo mi cuerpo y volvió a activar todas mis terminaciones nerviosas.
El rubor se adueño de mis mejillas y el pulso se me acelero, jadeé en busca de aire intentando serenarme lo antes posible porque ya estaban casi junto a nosotros.
- No pienso disculparme – oí que decía con un gruñido Tim a papa.
- Quizás debería irme – me dijo sin palabras Akio.
- No tienes que irte, esta es tu casa, solo faltaría – bufe.
Los miramos esperando en silencio, tenía curiosidad por saber quién sería el primero en hablar pero de pronto sentí una opresión en el pecho, me quede sin aire y me doble apretándome el pecho. Note claramente como algo me desgarraba y se hundía en mi corazón, fue como un dardo que se clavaba muy lentamente. Me quede casi paralizada, como si en la herida hubiese un veneno, las venas me ardieron como ácido. Caí de rodillas al suelo apretando los dientes para no chillar, me dolía… me dolía horrores ¿Qué me estaba pasando? Era como si me estuviesen arrancando el corazón. Note otra punzada y como algo hacia succión, me sentí débil, tenía algo aferrado a mí chupándome toda esencia.
- ¡Aura! – puso una rodilla en tierra Akio sujetándome por los brazos.
- ¡Otra vez no! – grito la voz desgarrada y preocupada de mi madre, se oía muy lejos…
Pero sabía que era yo la que me hundía en un abismo oscuro, note mi corazón latir cada vez más despacio, cada vez con más dificultad, cada latido era un suplicio. Sentía en cada pulsación como miles de cuchillas quirúrgicas se repartían por mi cuerpo. Caía y seguía cayendo…
- ¡No te rindas Aura! ¡No me dejes sin oír el latido de tu corazón!
- A…Akio – fue un murmullo estrangulado.
El dolor se intensifico pillándome por sorpresa y al no tener los dientes apretados grite, note el peso del cuerpo de Akio cuando me estrecho contra él, sentí su ser mezclándose con el mío como una suave brisa, el dolor remitió cuando envolvió mi corazón, abrí los labios en busca de aire. Oí su voz dulce y viril… me seducía, me llamaba a su lado…dejé de caer y la negrura se aclaro.
- ¿Qué ha sido eso? ¿Qué has visto? – la voz de Eiji era aún lejana.
- No estoy seguro… era algo… - se estremeció dejando fluir por la mente el resto de lo vivido. Aún le quemaba la sangre y el dolor no había remitido aún del todo.
Cuando abrí los ojos estaba en los brazos de Akio, él había compartido parte de mi sufrimiento desviándolo a su ser para liberarme de esa cosa que me estaba robando la vida…
Alargué mis brazos y los entrelace tras su cuello hundiendo mi rostro en el hueco entre su cuello y su hombro, no quería salir de allí pese a notar el horror de Tim y la desesperación y confusión de mis padres. Él, aunque no le importaba que estuvieran allí los míos probó a separarse un poco de mí por…educación o decencia, no se… por ellos.
- ¡No! No me sueltes, no te alejes por favor – le pedí en silenció.
- Sigo aquí – susurró en mi oído apretándome contra él.
- ¿Por qué lo has hecho? No tenías por que pasar por eso… quiero que estés bien – respondí aún en su mente.
- Ahora me toca a mí decirte que no te preocupes por mí, soy un poquito más fuerte que tú – bromeo enredando sus dedos entre mi pelo.
Deseaba cada poro de mí piel, lo sentí, quería fundirse conmigo, mitigar mi angustia, mi miedo… borrarlo todo.
- Sí… sólo un poquito ¿eh? – medio sonreí y antes de que mi pulso acelerado y la rojez de mis mejillas me delatasen más incomodándome me levanté ayudada por la mano de Akio que hacía como que no me ayudaba pero me sostenía por el codo cuando me tambaleé mareada.
No sabía dónde meterme, donde esconderme… me sentía fuera de lugar, avergonzada, magullada y herida, era una mezcla extraña. Suspiré profundamente y mire a mi madre que parecía también no saber muy bien si lanzarse a mí con los brazos abiertos o no… ella me conocía mejor que nadie.
- Estoy bien – le dije apartando la mirada incomoda.
Aún sentía restos de esa cosa negra agarrada con los colmillos a mi cuerpo. Alce la vista, las estrellas empezaba a tachonar de nuevo aquel cielo habitualmente oscuro, las horas del día allí eran algo menores, estreche la vista cuando un estremecimiento me recorrió el espinazo, una sombra serpenteante parecía moverse por el cielo como si fuera humo, algo se agitaba ahí fuera, algo horrible, estuve segura. Fruncí el ceño y me moví siguiendo el ritmo de esa bruma, nadie más parecía verlo sólo sentían algo inquietante… todos estaban desasosegados. La neblina pareció hincharse por un instante, la luz rojiza de la estrella de la diosa guerrera brillo con fuerza, fue algo tan efímero que casi creí que lo había imaginado, esa cosa se mantuvo bien lejos de esta desintegrándose.
Apreté los labios y una idea cruzó por mi mente, era algo sin mucho sentido sin embargo mi cuerpo me decía que actuase, era un recuerdo lejano, borroso… pero basto para hacerme atar algunos cabos. Extendí la palma y mire el vacio que había sobre esta. En el cielo la estrella pareció latir al ritmo de mi corazón soltando rayos de luz, casi parecía que pudiera hacerla descender a mi mano.
Me concentre pensando en lo que paso en el salón y hoy con Tim, primero sólo note como una corriente que alborozó mi cabello e hincho la falda, luego un leve cosquilleo ascendió lentamente concentrándose en mi mano extendida. Oí crepitar el aire, había energía… un punto diminuto de luz apareció flotando sobre mi palma, flexione los dedos y vi como unas descargas. Parecían rayos que se descargaban sobre el punto de luz haciéndolo más grande.
Percibí la tensión, los cuerpos preparándose para saltar conteniendo el aliento, un grito sofocado… ya venía… alce los ojos y vi venir directa hacía mi una masa oscura, afiance los pies y seguí mirando fijamente eso que venía como una flecha, su densidad empezó a deshilacharse cobrando forma. Era una visión horrenda, contuve el aliento cuando un rostro desfigurado e insustancial me devolvía una mueca, parecía un espectro de una película de terror, los ojos rojos y la mandíbula abierta llena de dientes afilados y grises, sus dedos huesos se estiraron al igual que sus manos descarnadas de largas garras. Ya lo tenía casi encima y entonces expulse la energía que sentía por todo mi cuerpo hacía fuera imaginando un escudo. La cosa chocó, aferro sus uñas sobre la pantalla arañándola, el sonido chirriante estremeció todo mi cuerpo y mis oídos, empuje las palmas entre el espació que nos separaba como si le quisiera empujar de vuelta al cielo y otra descarga de energía invisible lo golpearon, su masa se hizo girones, en su lugar sólo quedo ese humillo que salió despedido de vuelta a la oscuridad del cielo.
Volví a crear esa bola ahora llameante en la base de mi mano y no tuve que esperar, el espectro volvió a lanzarse ávido sobre mí, quería devorar toda mi fuerza. Quería cualquier esencia, fluido o energía que tuviese, quería absorber mi magia, mi vida.
Volví a disolver su cuerpo con facilidad y dejé caer los brazos a ambos lados de mi cuerpo, estaba temblando descontroladamente, mi mente había liberado los terribles recuerdos de mi niñez, los fantasmas eran reales. Me habían atacado y casi consiguen acabar conmigo, ahora sabía porque habían mantenido la magia cerrada para mí.
Me volví hacía mi madre que se llevo las manos a la cara angustiada, presa de un sufrimiento indecible.
Tengo todo la eternidad para tenerte, te tengo justo donde quería
Me quede rígida al oír esa voz en mi cabeza y su risita de superioridad, apreté los puños quedándome muy quieta, respirando con fuerza por la nariz.
Te iré devorando poco a poco, sin prisa, destrozándote lentamente y ni siquiera podrás defenderte. Estas atrapada pequeña y no hay escapatoria posible, cuanto más luches más fácil me lo pondrás. Absorberé hasta la última gota de tu poder, hasta tu alma.
Quise gritar con todas mis fuerzas pero no lo hice, no negare que estaba aterrada… sería estúpida si no lo hiciera, mis ojos buscaron los de Akio, tenía que cerciorarme de que no estaba loca, de que seguía cuerda. Vi el mismo horror en sus ojos aparte de determinación. La amenaza era real, no era mi mente, no estaba esquizofrénica, aquello era la prueba, sentí la calidez de Akio envolviéndome desde dentro de mi cabeza y me deje acunar por su fuerza, por la paz que me daba, me sentía a salvo.
- Lo sabes… - murmuré con los ojos fijos en él a la vez que apretaba los dientes para sofocar el escozor de detrás de mis ojos.
- No te tocara, no lo permitiré – su voz fue tan firme y solemne… tan protectora… Cargada de sentimiento y de un ego masculino enorme y era verdad.
Dio un paso hacia mí.
- Yo seré tu ataque y tú defensa.
- No puedo pedirte eso. No puedes luchar mis batallas – le mire.
- Tú puedes pedirme lo que sea Aura.
Le miré desconcertaba, todo ese cumulo de emociones me sobrepasaba, me sentía desborda por las oleadas que me venían de él y las mías propias.
- ¿Por qué? – murmuré casi sin darme cuenta, no quería decirlo en voz alta y menos dejando que sonase con ese tono delator de miedo.
Sacudí la cabeza llevándome los dedos a las sienes y me fui hacía dentro, no esperaba oír la respuesta, más bien no quería oírla por lo que pudiera ser, al pasar tras el pasillo de columnas vi de reojo como Bond le ponía una mano en el hombro a Akio y negaba con la cabeza.
Necesitaba estar sola, necesitaba pensar. Estaba aturdida, estaba saturada de emociones y sólo llevaba allí medio día como aquel de dice… Beth vino detrás de mí tras dejarme unos minutos para mí.

TENTACIONES, LOS CORAZONES SE DESVORDAN CAP.4

- Vete Beth – suspiré exasperada – Déjame.
- Ni hablar.
Me pare en seco y me gire afrontando su mirada a la vez que me cruzaba de brazos.
- ¿Por qué te pones a la defensiva? – me miro ella molesta poniendo los brazos en jarras toda chula.
- Yo no me pongo a la defensiva - fruncí el ceño enfadada
Ella puso los ojos en blanco y yo suspire una vez más hundiendo los hombros, ella sonrió triunfal.
- ¿Qué quieres Beth?
- ¡Oh Aura! No seas tan difícil, eres mi hermana y te conozco, se que te pasa algo. Puedes hablar conmigo. Tienes que estar desquiciada, todos esto… - hizo un gesto con las manos para abarcar el lugar haciéndolo extensivo a cuantos habitaban en él – Enterarse de tantas cosas así… cualquiera se volvería loco o estaría…perdido.
- Tú no quieres hablar de eso – la acuse apoyándome en una columna.
- Yo no sé exactamente que paso aquí Aura pero…
- Exacto Beth, no sabes nada – volví a andar hacía “mi” habitación.
Ella me siguió paciente y cerró la puerta detrás de nosotras.
- Algunas cosas más que tú sí.
- Acaba de una vez Beth, di lo que tengas que decir y déjame.
- Aura – me miro poniendo morritos – Hermanita…
- ¡Oh! Vale – me deje caer sentada sobre la cama.
Aunque no me apetecía nada escuchar aquello tenía ganas de ver cómo salía de aquello, quería comprobar cómo lo afrontaría Beth. Sería curioso y vergonzoso, no se que se imaginaba.

Ahogué un leve ronquido que seguía subiendo por mis entrañas amenazando con ensordecerme y me concentre en relajar el latir de mi corazón, normalizar el pulso no era tarea fácil.
- Tienes que darle tiempo, déjale espacio. Se paciente – me dijo Bond apretándome el hombro con su mano.
Yo exhale despacio emitiendo un leve gruñido.
- Ella es muy dulce ve despacio, no la asustes – se sumo a la cantinela Frey.
- No es fácil ¿eh? Parece que tengas que empezar a arder.
- No, no lo es. No es nada fácil tener que contenerse así y evitar pensar cosas que no debo para que no las vea. ¡Maldita sea si ni yo mismo sé que me pasa ya!
- No te precipites – repitió Bond
- ¡Gracias, es de mucha ayuda chicos! Como si no lo supiera – mascullé alejándome de allí.
Necesitaba aislarme un rato, intentar quitarme la imagen de Aura de la cabeza, de su sufrimiento, de su miedo, su cuerpo voluptuoso… su bello rostro… si seguía por ese camino acabaría peor de lo que ya estaba en combustión espontanea. Desde que mis ojos se fijaron en su imagen todo cambio dentro de mí, la sangre se me agito en las venas retorciéndose, hirviendo… ya sólo estaba ella, no veía nada más. Tenerla cera… oír su respiración, oler su aroma…todo lo demás se desvanecía, quería cuidarla, protegerla… amarla, sabía lo que ella era para mí, lo que todos andamos buscando, mi otra mitad… eso asustaba.
¿Cómo podía ser esa mujer maravillosa para mí? ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía ser ella mi todo? Ella que era tan frágil, dulce… inocente. Pero era eso, ella no sabía nada, era pura y yo era un monstruo, una bestia oscura… un depredador, hasta un asesino… ella se empeñaba en decir que no lo era, pero yo sabía la verdad, era un vampiro, nunca sería demasiado bueno pero era inevitable… ambos formábamos un todo. Estábamos hechos el uno para el otro, mis brazos anhelaban su contacto, la forma en cómo se amoldaba a ellos. Pero ella no estaba preparada ni querría, no debería, no podía ser… no iba a hacerle eso, no iba a corromperla ni nada por el estilo, prefería sacrificarme y ser su protector. Haría algo bien, algo bueno y honorable… ¡pero qué gilipollez estaba diciendo! ¡¿A quién iba a engañar?!
Tenía que controlarme y tenía que hacerlo ¡ya! Sobre todo ahora con sus padres allí… Amada lo sabía y por tanto los suyos también y no les reprochaba que no les gustase la idea, aunque aún no había tenido tiempo de asimilarlo y pensar en ello, había sido todo muy reciente, Tim era el más sensato en reaccionar así.
Si volvía a escapárseme algo así en alto la tendría liada… con ellos y ella se asustaría más. Si es que ya me valía… me quede con su frase ¡Hombres! Una sonrisa se dibujo en mi cara. Sí… cosas de chicos… pero es que había veces, después de toda una eternidad, en que algunos instintos y cosas iban por libres… el deseo era algo casi insoportable. En fin… todo se andaría, había aprendido a tener paciencia, tenía toda la eternidad…
Alce la vista hacía Kael… el parecido con Aura era innegable ¡¿Podía complicarse más la cosa?! Yo de ellos… me amenazaría.
- No pienso amenazarte Akio, eres un caballero, te conozco desde hace mucho sobrino – se sentó a mi lado – Se por lo que estas pasando – alzo la vista al cielo –Todo esto… es algo tan… extraño, te pilla desprevenido y es muy intenso… el mundo se pone del revés y el instinto tira fuerte. Pero es así cuando encuentras a tu compañera.
- ¿Pero te estás oyendo? Se supone que tendrías que echarme un sermón o algo así. Sabes perfectamente lo que siento y lo que tengo ganas de hacer por mucho que creas que puedo controlarme o que sea un caballero de honor y todo lo que tú quieras… tienes demasiada confianza en mí, no soy tal y como veis… hay más oscuridad en mí de la que creéis, es tu hija Kael… deberías temer por ella y querer que me mantenga alejado.
- Estas asustado y eso te serviría para huir ¿lo crees verdad? No es así, no puedes alejarte. Claro que una parte de mí quiere ejercer de padre y te tendré vigilado. ¿Te gusta más eso? – me sonrió con sorna, con seguridad aplastante.
Sí…era cosa de hombres… nos creíamos muy seguros, fuertes y todas esas cosas.
Ella me había dado vida, por ella valía la pena luchar, seguir adelante. Era mi luz en la oscuridad. Todo mi abatimiento había desaparecido, ya no quería desvanecerme pese a lo que dije… que estábamos condenados. Ella no se rendía. ¿Cómo no iba a estar asustado?
- Nunca creí que pudiese ser algo tan brutal e irremisible. Ser capaz de amarla así de buenas a primeras, sin condiciones… sin conocernos apenas. Es como si siempre hubiera estado ahí en alguna parte de mí, sosteniéndome con una firmeza inquebrantable, como si fuese mi entereza al no dejarme ceder ante la oscuridad que anida en mí. Instándome a no abandonar – hice una pausa y sacudí la cabeza – No puedo creer que te este diciendo esto a ti.
Le mire y él me sonrió condescendiente, como un padre a un hijo. Pero la verdad me sentía mejor después de haber soltado la bomba.
- Es especial ¿Eh? – dijo más para él que para mí.
- Toda esta situación se ha complicado como un poco…ha de ser duro para ti y violento.
- Incomodo sí…

Miré una vez más a mi hermana esperando que arrancase pero la puerta se abrió y entraron el resto de las chicas y mi madre, por el pasillo cruzaba Frey.
- Eh princesa.
- ¿Pero qué os pasa? ¿Por qué os empeñáis en hacerme sentir como si fuese maravillosa? ¡No lo soy!
Él parpadeo confuso y sonrió divertido.
- Mal día me parece…
Yo me acerque a él apoyándome en la puerta
- ¿Por qué no habéis intentado acercaros vosotros a mí? Se supone que queréis lo mismo ¿no? Pues no veo que nadie haga nada.
- No hagas esto Aura… ya es bastante difícil, relájate y déjate llevar – me aconsejo con cariño – Además… ¿Por quién nos tomas? No somos animales en celo – bromeo
Me eche a reír con ganas y le sonreí.
- Gracias.
- No hay de que, si necesitas cualquier cosa aquí estaré.
Asentí y volví a dentro de la habitación cerrando la puerta. Pues sí que iban a tener razón y estaba un poco desquiciada… suspiré ¿Pero que me pasaba? Debía ser toda esa locura, poco a poco me iba saliendo el golpe emocional, seguro que era eso. Ande despacio hacia el borde de la cama y me senté cruzando una pierna debajo de mí jugueteando con el borde del vestido, deslice los dedos por el suave tejido y cerré los ojos. Ya no era el vestido lo que me rozaba sino la piel cálida de Akio. Mi mente me llevo más allá, hasta su rostro, sus labios… gruñí y abrí los ojos enfadada.
- ¿Qué te pasa? – me miro Lúa
- ¿Qué, que me pasa? ¿Qué me pasa? ¡Todo esto me pasa! – extendí los brazos abarcando todo el lugar - ¡Esto es una locura! ¿Es que todo el mundo lo ve normal? ¿Qué pasa, que aquí nadie se toma en serio lo que está pasando? Os quedáis todos tan anchos como si nada, aquí todos parecéis saber lo que pasa y no reaccionáis… es…es… ¡Oh! – me lleve la mano a la frente - ¡Y yo como una imbécil!
- Pues claro que estamos preocupados, estamos intentando saber que paso ahí fuera y que era eso.
- ¡No me refiero sólo a eso Beth!
- Vale, es normal que estés enfadada, no tendríamos que haberte ocultado todo esto. Pero… creímos que…
- Que era por mi bien – suspiré sentándome de nuevo pues me había levantado de un bote andando de un lado al otro de la habitación.
- Ya estas tomándotelo otra vez con esa diplomacia exasperante… ¡grita Aura! Di lo que sientes, chilla, patea lo que sea pero no te lo guardes. No puedes ser tan perfecta. Siempre lo has sabido en el fondo pero no querías verlo, ya te estaba bien.
- Beth… es normal que este reaccionando así – la riño Bria – Ya me gustaría a mí tener la capacidad de aceptar así de entera las cosas
- Aura cariño… - me cogió las manos mama.
- Es que siento que no controlo nada, me estoy volviendo loca, todo esto es tan…surrealista… no se…me supera. Mi familia es un clan de brujas y magos, existen los vampiros, los licántropos y por ahí pulula algo… maligno – me estremecí – Y me quiere a mí. Quiere devorarme – lo último me lo guarde para mí claro está – Ale, ya esta, ya lo he soltado.
- ¿Qué es lo que sabes de lo que está pasando y de todo el resto? – preguntó Ingrid
- Lo que Akio me ha dejado ver y por lo que parece es poco lo que sabéis. Pero no queríais hablar sólo de esto ¿no?
- No – miro Beth a mama.
Todas se miraron incomodas.
- Que no soy de cristal ni extraterrestre, no nací ayer – las miré exasperada – No soy tan tonta ni inocente como creéis. Y también sé que me ocultáis algo más, espero que cuando estéis preparados o lo consideréis oportuno me lo contéis y no me dejéis otra vez a ciegas.
Ellas volvieron a intercambiar esas miradas cómplices y algo inquietas y Beth inhalo profundamente y volvió a coger la palabra, mama parecía demasiado abrumada y frágil en esos momentos, me levante y la hice sentar a mi lado, ella me acarició la mejilla.
- Mi niñita… - murmuro
- Vale pues… una sola palabra… Akio.
Una descarga de energía me recorrió de pies a cabeza sólo al oír su nombre y me removí inquieta al notar el calor que amenazaba con abrasarme las venas. Sólo esperaba no ruborizarme.
- ¿Qué pasa con él? – gruñí, sentí la garganta estrangulada.
Ingrid y Bria se levantaron y se sentaron detrás de mí en la cama, Bria me puso las manos en los hombros, Ingrid repitió de nuevo el nombre, di un respingo y el pulso se me acelero, Bria acercó sus labios a mi oído y volvió a pronunciarlo en un susurró lento y premeditado, de un modo sensual y elegante.
- A-K-I-O
Me estremecí conteniendo el aliento. Ahora iban a querer hablar de chicos, como si lo viera… pero tramaban algo, llevaban algo de cabeza pero no veía a donde querían ir a parar y sinceramente, prefería no saberlo. Aún así me hizo volver a pensar… ¿Qué me pasaba con Akio? Era algo más que una simple atracción eso lo sabía, no podía negarlo, pero todo eso me mandaba a la misma maldita conclusión, como si cayese directa en espiral contra la temida palabra… todos los síntomas apuntaban hacía allí aunque… ¿Qué sabía yo? No podía ser, era imposible… ¡Ni siquiera le conocía para sentir eso! Bueno…tampoco hacía falta conocer a alguien para que con su simple visión se te disparara así el cuerpo, eso era atracción, deseo, química… algo lógico, físico y explicable. ¿Pero tan intenso? Quería escapar, salir huyendo lejos de él pero volvía irremisiblemente a él como un imán. Era tan fuerte el sentimiento de alejarse como el de volver a él, no quería alejarme, no podía apartarme, era irracional, ilógico y sin embargo todo me llamaba de vuelta a él y no quería luchar contra ese sentimiento salvo una pequeña parte de mí, racional… aterrorizada por algo que no controlaba y no conocía.
Desde que mis ojos le vieron todo se revoluciono, mi mundo se puso patas arriba, ya no era capaz de respirar sin él, como si todo se hubiera centrado en su ser, como si él fuera todo lo que había estado esperando. Como si fuera parte de mí… eso me mataba. Leía dentro de mí como un espejo y yo en él… era algo muy intimo… cuanto más ahondaba más miedo me daba, dependía en cierto modo de él, confiaba en él… ¿podía permitirme eso?
Era imposible poder explicar todo eso, se había formado un vínculo, una estrecha relación indescriptible, preciosa…intensa. Profunda. ¿Sentiría él el mismo pánico que yo? No quería depender así de él, de nadie… sin embargo dejaba que me sujetara, que me mantuviera a flote en está vorágine de locura. La noche anterior… después de que se fuera… probé a cerrarle mi mente, a alejarme… me sentí perdida, confusa… un dolor terrible me lleno el pecho, algo angustioso… dejar de sentirle fue como si me matasen, cada fibra de mi ser se desgarraba, fue como si me arrancasen el alma o el corazón… eso fue lo peor. Confirmo mi temor… quería poder ser capaz de seguir siendo independiente, yo quería seguir con mi vida, no iba a atarme a lo que fuera eso, me esperaba mi mundo… y entonces mis padres aparecieron aquí y la caja de los truenos volvió a abrirse y cuanto más pugnaba por mantenerme a raya con Akio más fuerte se hacía el lazo. ¿Qué veían ellos que yo no veía? ¡¿Y por qué podía ser así?! Sólo hacía un día que estaba allí. Acabaría loca si no dejaba de pensar… quizás ya lo estuviera.
Mama me miraba, estaba estudiando mis reacciones pensativa, me observaba con calma pero contenía el aliento, parecía saber exactamente que me sucedía, como y porque. No fui consciente del tiempo que paso mientras yo divagaba, todas estaban en silencio con sus ojos fijos en mí.
- ¡¿Qué?! – proteste
- Akio…
- ¡Dejad ya de decir su nombre! – me desquicie mi voz se estrangulo hasta casi volverse un hilo… un quedo susurró tomado por una extraña emoción.
- ¿Por dónde empezamos? – miró Beth a mama
Me vino a la cabeza la reacción de Tim y un resorte salto en mi cabeza…
- Oh… - murmuré.
Creía saber cuál era la única cosa que había podido hacer saltar así a mi hermano mayor. Algo de lo que creía debía protegerme, yo era la pequeña… la niñita… algo por lo que se suponía estaba allí… pero ellas iban por un desvió distinto pero relacionado de algún modo.
Mire a Bria y pensé en su boda, ya era mi cuñada oficialmente, recordaba el día en que Tim llego con esa sonrisita tonta en la cara, estaba distraído y extraño, recordaba el día en que Bria cruzo la puerta de nuestra casa, recuerdo su carita, sus nervios, la emoción que la embargaba y esas miradas entre ambos, a mí me daba la risa, parecían dos bobos… pero era tan bonito… su amor era real. Recordaba esos sentimientos porque me los transmitieron, pude captarlos porque eran intensos… ¡Horror! No me costó identificarme con ellos… no podía ser… me temblaron hasta las piernas.
Bria sonrió picarona, ella había metido en mi cabeza la idea de recordar eso para decir lo que no se decidían a decir en voz alta.
- ¡Oh no! ¡No! Ni hablar – la miré enfadada – Estáis muy equivocadas. Eso sí que no. Es insoportable – me mordí el labio inferior buscando motivos convincentes para no soportar a Akio.
Era algo arrogante, muy seguro de sí mismo… era inútil, no iba a encontrar nada que no me gustase en su forma de ser, me encantaban los hombres duros, pagados de sí mismos, fuertes, chulos, seguros… algo dominantes, sólo un poco. Protectores, reservados y cálidos con la persona que quisieran. Hombres con los que se pudiera hablar, listos, misteriosos, independientes. Y ese claramente era él.
No, no quería admitirlo, no quería estar… enamorándome de él. ¡No podía estarlo! Eso no. Uf como costaba decir esa palabra. Yo no era como Bria, yo no quería un compromiso… ¡mentira!
Bajé la cabeza, los labios me temblaron, yo sí buscaba un compromiso, un compromiso total e imposible, algo inexistente…algo para toda la vida, cien por cien seguro. Algo… definitivo. Aunque eso era algo a largo plazo no inmediato, más bien me veía como una vieja solterona… viviendo mi vida alegremente, sin atarme, disfrutando… todo por huir de cosas que me daban miedo, por no acepar que había algo más… que había ciertas cosas que me aterraba entregar o hacer. ¿Qué quería en realidad? Aunque lo pareciera… no me gustaba estar sola. Necesitaba el cariño de los míos, su apoyo, sus abrazos cuando estaba depre… me gustaba darles mi amor y estar con ellos ¿Cómo iba a poder una persona así vivir sola lo que le quedase de vida? ¿Sería de veras feliz o le faltaría algo? ¿Se arrepentiría esa viejita de no haberse arriesgado? ¿Probar a sentir el amor de verdad de un hombre? Madurar… crecer...asentarse y formar una familia… ¡Terror!
- Los vampiros y los licántropos no son tan distintos de nosotros en algunos aspectos. Los seres humanos se pasan la vida buscando la seguridad, algo duradero… la media naranja como decimos…- empezó mi madre – Pero hay una diferencia, para ellos es algo real. Hay para ellos una única pareja para toda la eternidad, la parte que les completa y los mantiene honorables. Es una especie de pulsión imposible de evitar, es una unión única, un vínculo ancestral, casi mágico. Encontrar a la parte que completa su alma es… lo más grande que hay. Encontrar el compañero es algo maravilloso y todo se centra en la otra persona, en su seguridad, su felicidad…es una atracción irresistible, el deseo es casi insoportable cuando estas cerca de esa persona que es tu pareja y más si llevas mucho tiempo esperando, además… la naturaleza llama más a unos que a otros. Es muy difícil de explicar.
- ¿Por qué me dices esto? – dije con indiferencia aunque sentí un nudo enorme en la garganta.
Mi cabeza parecía un receptor de emociones e imágenes confusas, la puerta se abrió y por ella aparecieron los chicos y papa, Tim fue el primo en entrar. Sus pensamientos demasiado masculinos me hicieron saltar de nuevo.
- ¡¿Pero es que acaso tú estas siempre pensando en lo mismo?!
Él me miro confuso y sacudió la cabeza algo turbado por la violencia de mi voz exasperada.
- ¿Pero qué…? ¡No!
- Entonces déjalo estar, no lo metas en ese saco y deja de pensar en… santo cielo- le reprendí saliendo de la habitación.
Vinieron en tropel, la mesa estaba preparada y me detuve aún descolocada en el salón donde nos esperaban.
- ¡Tampoco es para ponerse así, no es nada malo. Pero tienes que saber qué es lo que hay Aura, forma parte de lo que pasa aquí! – me grito Tim
- ¡Como si no lo supiera! No des un espectáculo otra vez Tim – mire a los presentes que carraspearon incómodos. Tim hizo caso omiso y volvió a la carga
- ¡Pues no lo parece!
- ¡No soy estúpida! ¡¿Pero de donde te crees que salgo de un repollo?! Soy mayorcita Tim, puedo tomar mis propias decisiones y protegerme. No te preocupes, no soy tan tonta. Que me quieras tener entre algodones no significa que no sepa nada de la vida.
- Entonces hablemos claro Aura.
Yo levante la barbilla esperando de pie en medio de la entrada del salón, no podía creer que me estuvieran haciendo eso.
- Dilo.
Sabía perfectamente lo que quería que dijese y lo hice.
- Para mí es algo que hay que sentir Tim, ha de haber algún sentimiento por la otra persona, el que sea, no importa, ha de ser voluntario, confiar… no algo impuesto ni por complacer a la otra persona. Como tú con tu mujer ¿contento?
- Eso sólo confirma lo que yo digo.
- ¡Deja de sobre protegerme! No sabes nada. ¡¿Crees que no se cuál es la realidad?! ¿crees que no sé que hay un aspecto más básico, más vulgar y menos bonito? Que hay un peligro y que puede ser algo brutal o causa de miedo o moneda de cambio, pues claro que lo se… - cogí aire y le mire entristecida - ¿Tan poco me conoces Tim, tan poco confías en mí? – dije con voz estrangulada preñada de dolor me ladeé con una mano en la cabeza y otra en la cintura.
- ¿Entonces porque no quieres escuchar lo que tenemos que decirte? – dijo con calma, algo dolido por mis palabras.
- Por qué no, porque creo que estáis equivocados y estáis sacando las cosas de quicio, no hay nada de qué preocuparse, nada.
- No es verdad, no eres objetiva. Acabamos de reencontrarnos y todos lo hemos visto, todos menos tú.
- ¡Basta! No quiero saberlo, no quiero oír nada más – el frunció el ceño, estaba triste y lo admití – Aún no estoy preparada para esto, aún no… no puedo – me gire y crucé el salón sin mirar a nadie.
- Genial Tim… genial, mucho tacto si señor… - suspiro Drith que vino detrás de mí – Vaya par de cabezones – Aura… ya sabes que Tim es un poco bruto. La sutilidad no es lo suyo – me detuvo estrechándome entre sus brazos desde atrás, su ancho pecho me acogió con suavidad y firmeza.
¿Por qué lo había tenido que complicar tanto? ¿Por qué desde que habían venido estaba así? Es como si antes de que llegasen todo estuviera bien. Yo estaba más o menos bien antes de su irrupción. Sonaba cruel y egoísta lo sabía pero lo sentía así y nunca me creí capaz de poder pensar algo así de los míos, como una molestia…o una complicación. Antes de que llegaran podía hablar con Akio libremente, era algo natural, podía estar con él sin suspicacias, sin necesidad de nada de todo aquello. Era como si pudiera posponerlo y controlarlo indefinidamente. Como si pudiera evitar ese tema en concreto… hacer que no existiera… pero sabía que estaba ahí… cuando él me miraba con esa intensidad…no podía evitar recordar que él aparte de un compañero era también un hombre, que no era mi hermano… sino un chico al que no conocía y al que me sentía unida de un modo inquietante. Podía hablar con él, sentirle, entenderle…hundirme en su mente. Nadie le conocía igual que yo en un día y eso le incomodaba también. Y lo peor… un chico que me atraía de una forma irrefrenable. Me atraía un vampiro que podía tomarme cuando quisiera y que podía ser mortal para mí, letal. Podía matarme aunque sabía que no lo haría. Pero en el fondo era un ser de una especie condenada a desaparecer… y yo su tabla de salvación. ¿Era real lo que parecía sentir? ¿O era sólo atracción física, deseo? No, él era sincero cuando me hablaba y me dejaba indagar en su mente curiosa por aprender cosas de su mundo, de cómo eran y que pasaba… eran seres muy interesantes, en lucha constante con ellos mismos, honorables, temibles, implacables, de férreas ideas. Habían creado una sociedad envidiable, eran un todo. Podríamos aprender un poco de ellos… aunque habían tenido años para aprenderlo y de equivocarse, vi terribles y cruentas batallas donde todo era sangre y violencia, vi oscuridad…
Drith me estrecho más contra su pecho y fue entonces cuando note que estaba temblando levemente, cerré los ojos y apoye la cabeza en su hombro con un suspiro.
- Lo sé… ya sé que sólo se preocupa por mí, que lo hacéis por mi bien – él me dio un beso en el cogote.
- Anda, vamos – me cogió la mano y me llevo al jardín.
Una vez fuera me senté en uno de los poyetes y le mire, me gustaba estar con Drith, me relajaba y podía contar con él. Podíamos pasarnos horas juntos sin decir ni pio y sentirnos llenos, De todos modos era increíble hablar con él.
- Di lo que tengas que decir Drith.
- No. Estoy para escucharte y aconsejarte si lo quieres no para sermonearte o decirte lo que tienes que hacer, yo creo en ti, eres lo suficientemente mujer como para tomar tus decisiones. Creo en ti. Eres mi hermanita y siempre estaré a tú lado.
- Gracias.
- No hay de qué ¿Bueno y qué? ¿Cómo estás? Todo esto… haberte enterado así y con lo que ya te encontraste aquí…
- Pues no lo sé… creo que aún no lo he asimilado todo.
- Yo creo que te lo has tomado demasiado bien para como tú eres.
- ¿Y qué quieres que haga? No puedo reprochároslo ¿Pero qué es lo que ha pasado ahí fuera? ¿Qué eres eso, por qué?
- No lo sabemos Aura, pero no dejaremos que te ocurra nada.
- Eso ya lo sé. Pero no puedo contar siempre con los demás, puedo cuidarme sola – él sonrió asintiendo y apartándome el pelo de la cara que el aire había revuelto – Tim se empeña en pensar que sigo siendo una niña ¿tan frágil parezco para que tengáis que protegerme?
- Sabes que no es eso – suspiré dejando la vista perdida por el hermoso lugar – Suéltalo Aura.
- ¿Qué quieres que diga Drith?
- Pues… ¿Sabes porque estás aquí?
- Sí, se una de las razones.
- ¿Y no te incomoda, no te asusta?
- ¡Claro! Pero ya les dije que se han equivocado, no sufras. Habla claro Drith, no te andes por las ramas, eso no es lo tuyo.
- Bien entonces. No creo que tengas que evitar hablar de esto.
- ¿Pero qué es esto? No sé que estáis imaginando o que intentáis decirme.
- Quizás no es cosa nuestra y es algo que tenéis que hablar vosotros. No soy quién para decirte nada. Lo respetare igual que hace él.
- Habláis en acertijos. ¿Ahora no vas a decirme nada, verdad?
- ¿Sientes algo por Akio?
Los colores me subieron de golpe a la cara y me envare, el corazón me dio un vuelco.
- Qué manía tenéis. No. ¿Y que si fuera así? – le miré, él espero en silencio. A él no le engañaba, exhale lentamente – Sí…siento algo. No sé que es pero hay algo – mire el suelo.
- Y por eso estas así… ay Aura – apoyó la espalda en el muro poniéndose a mi lado y me miro como si yo fuera lo más dulce que hubiera visto.
- ¿Qué?
- Sé muy bien lo que te pasa, puedo entenderlo.
Le seguí observando sin moverme ni un ápice, sí, si alguien me conocía bien era Drith.
- Estas desconcertada, asustada… porque no sabes que te está pasando y no puedes controlarlo. La lógica no funciona.
Emití un sonido sordo y ronco.
- Tu cabeza va por un lado y tu cuerpo y sentimientos por otro, por libre – asentí cuando fijo la vista en mí – parece algo que aparece de la nada destrozando tu mundo, como impuesto, algo intenso e ineludible, algo…poderoso, mágico…extraño – mi cara me delato – Y en el fondo sabes muy bien lo que es y no quieres admitirlo porque parece imposible pero es así.
- Soy como un libro abierto ¿no? – él sonrió y me levanto la cara por la barbilla y me revolvió el pelo – No, pero te conozco, se observar.
- Ya… Akio… ¿Qué opinas?
- No te hará daño, antepone tu bienestar y felicidad a la suya.
- Dime algo que no sepa Drith. Es que no lo entiendo… esto no es normal.
- Tiene que ver con lo que no has querido escuchar. Vaya par, uno que asume desaparecer y otro que no quiere arriesgar – chasqueó la lengua y se sentó a mi lado pasándome un brazo por el hombro – Parece casi tan perfecto que da rabia.
- Sí… siempre tan…magnifico – bufe – Pero es más de lo que veis, de su comportamiento correcto y contenido, pendiente del bienestar de los suyos, es… muy interesante. Yo le he visto por dentro y… - me mordí el labio inferior no sabía cómo decir aquello, Akio era imposible de describir con palabras, sólo podías hundirte en su inmensidad, en su complejidad, tanto parecía tenerlo todo controlado y seguro como… contradecirse luchando por ser un poquito egoísta. Drith lo entendió, asintió.
- Y para vosotras encima es muy guapo.
- ¿Guapo? ¿Guapo? ¿Qué clase de palabra es esa? Esa no se ajusta a Akio, no le hace justicia… es…es… - desistí con un suspiro poniéndome roja como la grana cuando Drith empezó a esbozar aquella sonrisa traviesa de superioridad, siempre se salía con la suya - ¡Oh eres exasperante! ¿A dónde quieres ir a parar Drith?
- ¿Tú qué crees? – me miro enarcando una ceja divertido cruzando los brazos sobre su pecho.
Ladeé la cabeza y lo estudie, apreté los labios frunciendo el ceño.
- ¡Ah…Oh, no!
Drith se echo a reír y volvió a bajar poniéndose delante de mí.
- ¡No voy hablar contigo de eso! – proteste
- ¿Por qué no?
- Por que no.
- Esa no es una respuesta.
- Se lo que tengo que saber Drith, no empieces tu también ¿Por qué tenéis que acabar siempre en el sexo?
- ¿Y por que tú quieres eludir siempre el tema? ¿Te ha pasado algo Aura? – me miro ahora serio, preocupado, vi la ligera tensión que recorrió su cuerpo fuerte y masculino.
- No me gusta hablar de eso – él se tensó más y tuve que aclararlo – No me ha pasado nada, tranquilo.
- ¿Entonces qué pasa? ¿Te da mal rollo o algo?
- No, es algo natural, no tiene nada de malo - me encogí de hombros.
- ¿Por qué tenemos que hablar de esto Drith? ¿Qué quieres saber? Lo que te ronda por la cabeza queda claro, no me he acostado con nadie. Ya le dije a Tim lo que significaba para mí. No ha habido nadie y eso no significa que no haya tenido mis cosas o sepa del tema, no soy de piedra.
- ¿Te confieso algo? – me miro, yo espere a que siguiera – Prefiero que seas así que no que vayas de una cama a otra, aunque tienes derecho a divertirte ojo, tampoco lo vayas a interpretar mal.
Me eche a reír yo ahora, no me veía siendo tan liberal para hacer eso, estaría bien pero no iba conmigo. Eso era más para Ingrid, experiencia tenía un rato y lo disfrutaba, en parte envidiaba esa capacidad suya de ser capaz de entregarse así y disfrutar de su cuerpo y de la vida siempre sin ponerse en peligro claro. Suspiré.
- Creo que no tengo remedio… soy un poco anticuada.
- O te falta seguridad en ti misma.
- Nunca lo mire así… me considero segura.
- Pero no con tu cuerpo cuando incluye sentimientos. Es instinto de protección.
- Puede… aunque me guste lo que pueda sentir físicamente y emocionalmente – me puse el pelo tras la oreja – No se… me bloqueó.
- Perder el control es bueno a veces.
- Estoy asustada Drith. Yo…no sé, antes de que llegaseis… todo parecía más fácil. A ver, sólo llevo un día aquí, pero era distinto. Me sentía segura, a salvo por que él estaba.
- Quizás porque buscaste vernos a nosotros en él aunque en el fondo supieras que no era así. Él te dio el apoyo que necesitaste.
- Me salvo de enloquecer o de hacer alguna locura Drith. Todo era tan…estresante e irreal y su voz…lo que dijo… no sé, me entendió y yo le entendí a él, tenía razón, me retuvo aquí sí pero no se…. No me pareció tan descabello que mereciesen una oportunidad, que no los juzgase, fue una chorrada la verdad, fue una cosa tonta, pero me pude centrar. Fue algo… - me lleve la mano al corazón – no puedo explicarlo pero creo que puedes entender por donde voy, hubo algo, paso algo en el momento que nuestras mentes se encontraron. Hay un vínculo que nos une – le mire intentando poder explicarle todo lo que sentía.
- Me hago una idea de todo lo que quieres decirme.
Le sonreí aliviada y entrelace mis brazos en su cuello.
- ¿Y tu veredicto es?
- Ya lo sabes, no necesitas oírlo en voz alta – me acarició la mejilla y se aparto un poco de mí cuando Akio apareció carraspeando para hacernos saber que estaba allí.
Mire a Drith y luego a Akio para volver a Drith.
- Hombres – murmuré bajando del muro - ¿Por qué sois tan posesivos? – fruncí el ceño cruzándome de brazos. No había porque tenían esos celos.
- Disculpad, me envían a buscaros. Tu hermano tiene un poco de hambre – dijo incomodo Akio.
- Anda vamos – me encamine hacía el comedor.
Comimos tranquilamente y por la tarde las chicas nos fuimos al lago, allí había una preciosa cascada, todo allí parecía un sueño. Las estrellas brillaban en el cielo iluminando aquel lugar de postal.
Estábamos la mar de agusto riendo y hablando de tonterías cuando un grupo de vampiros y lobos aparecieron por allí, no sé cómo fue la cosa, pero Bria se encogió cuando uno de ellos cogió entre sus manos un mechón de su pelo rozando su hombro, le pidió que la dejase y todo se torció. El agua cristalina me cubría hasta las ingles pero salí, todo fue muy raro pero me vi enfrentándome a tres vampiros, uno acabo por inmovilizarme desde detrás, mi espalda mojada se pego a su pecho y otro estaba frente a mí, ni siquiera pensé en mi desnudez debajo de la toalla que por suerte aún llevaba enrollada al cuerpo.
- Eres valiente pero no tienes la fuerza suficiente ni la rapidez necesaria para enfrentarte a nosotros – me dijo él desde detrás.
- Que te crees tú eso – murmure enfadada, la sangre me ardía.
Mi madre y las demás se prepararon para descargar sus conjuros sobre estos.
- ¿Algún problema? – la voz de Akio serena y autoritaria resonó en lo alto del risco, la presión de los brazos del vampiro se aflojo y yo me solté con brusquedad.
Las caras de los intrusos al baño privado se contrajeron asustadas, la voz de Akio destilaba ira y poder, iba a ejercer su autoridad estaba claro, él era él más fuerte, era en parte un antiguo y ellos no. Un antiguo que además era su príncipe. Habían desacatado sus órdenes abiertamente.
- Ninguno, nuestras disculpas – bajo la cabeza obedientemente uno de ellos a la par que apretaba los dientes.
- ¡Os dije que hicierais guardia! – oí reprender a dos lobos Frey.
Yo me sujete la toalla mirándole.
- ¿Estáis bien? – preguntó manteniendo la vista apartada de nosotras por respeto, aunque le costaba un esfuerzo…
- Sí.
- ¿Seguro? – insistió
- No ha sido nada Akio, les ha quedado claro, no te preocupes – intervino mi madre.
Él asintió y se dio media vuelta seguido de Frey, suspiré y volví a meterme en el agua cálida dejando la toalla en las rocas suspirando aliviada. Debió de sentir a través de mí lo que pasaba y vino enseguida. Creo que si mi madre no hubiera hablado Akio se hubiera lanzado sobre aquellos dos…ninguna dijimos nada durante un buen rato.
Supe que Akio seguía cerca, aún podía sentir la ira de su cuerpo, la rabia… no quería hacer nada de lo que arrepentirse por lo que hacía esfuerzos por no ir en busca de esos dos para arrancarles el corazón. ¿Por qué sentía algo tan fuerte? Apretaba los dientes concentrado en vigilarnos, cuidarnos…
El pelo mojado caía por mi espalda y dos buenos mechones cubrían mis pechos, baje un poco más los ojos hasta mi vientre plano justo hasta donde empezaba el agua, justo a la altura de las ingles y pude sentir las llamas de sus ojos recorrer mi cuerpo. Un estremecimiento de placer hizo erizarse a mi piel y ciertas partes de mi cuerpo se endurecieron… me acerque hasta la caída de agua y me sumergí en ella cerrando los ojos.
Di un respingo cuando algo me rozo el hombro y la cintura. Abrí los ojos, frente a mí estaba Beth con su delicada sonrisa y su mirada inteligente.
- Vaya… no pretendía asustarte.
- Estaba distraída.
- Aura… estas tensa como una cuerda de piano, vas a evaporar el agua.
Me ruborice levemente y la mire frunciendo el ceño a la vez que apretaba los labios.
Ella me rodeo como si fuera una presa dejando que sus dedos se deslizasen por mi piel, resiguiendo la forma de mi cuerpo con suavidad, despacio. Me tensé apretando los muslos y un gemido se escapo de mis labios.
- Los dedos de un chico son muy distintos Aura – susurro ella acercándose más, sus labios se aproximaron a los míos.
- Como si no lo supiera… ¿Qué haces?
- Admítelo, ese vampirin te pone hermanita.
- Como a ti alguno de ellos – me aparte hundiéndome en el agua hasta el cuello.
- ¡Al fin parece tener sangre en las venas! – rió Ingrid acercándose.
- Ja ja ja ¿Por quién me habéis tomado? ¿Por una monja?
Se echaron a reír y nos acercamos devuelta a la orilla.
- Con ese cuerpo y esa carita los tienes a todos locos, lo que yo haría su fuera tú – suspiro Ingrid – La vida es para disfrutarla.
- ¡Ingrid! – le dio un golpecito Lúa - ¿Qué fue de ese chico… Oli? Era muy mono
- Pues nada, pasamos un buen rato y ya está – sonreí traviesa encogiéndome de hombros.
Ella rió
- Pues él da la sensación de ser muy dulce… suave, atento – empezó Lúa
- Si… pero salvaje y sensual a la vez, se ve pasional… ardiente, ese chico es fuego – añadió Bria
- No es frío ni tan distante compensaba que serian. Es misterioso – admitió Beth – No me extraña que no puedan resistirse…
El pulso se me aceleró cuando entendí que estaban hablando de Akio, Ingrid rió perversa y mi madre parecía divertida.
- Son muy intensos… algo increíble, no se puede comparar – le guiño el ojo mamá a Beth.
- ¡Oh no! Vais a empezar a ir por ahí vosotras ¿también? – proteste.
Volvieron a reírse salpicándome.
- No seas aguafiestas lianta ¡mira que pelearte fierecilla! Eres una camorrista – río Ingrid.
- ¡Oye! – puse las manos frente a la cara para defenderme del agua y la salpique.
Pasamos un buen rato hablando y bromeando olvidando donde estábamos y todo lo que pasaba.
Volvimos tras el baño y fuimos a ver qué modelito nos habían preparado, era divertido como procuraban hacerlo todo lo más normal posible para nosotros, tenían hasta el mínimo detalle controlado y parecían conocer los gustos de cada uno de nosotros.
Yo me encontré un sencillo vestido blanco de finos tirantes, era vaporoso y caía liso hasta mis rodillas por un lado acabando en pico hacia el lado derecho. Me lo puse y me peine dejándome el cabello suelto. No me costó encontrar a Akio, aún parecía tenso, le sonreí.
- ¿De veras me veis así? – dije haciendo un gesto con las manos abarcando mi aspecto para que me mirase – Ni soy tan delicada ni dulce, ni tan elegante. Parezco una señorita… - volví a sonreír con suavidad.
Él se quedo quieto mirándome en silencio.
- Akio… dime algo – me acerqué – estamos bien, no paso nada, deja de darle vueltas.
- No deberíais haber quedado expuestas, no tendría que haber pasado nada de esto y sobretodo no tendrías que haberte enfrentado a ellos, ¡tú no sabes lo que….! – suspiró callando de golpe, se removió inquieto.
- Ya vale Akio – me puse seria, lo dije con firmeza.
- Aura…
- ¡No! ¡Ni Aura ni leches! ¡Ya! Ya esta, paso, tú y yo sabíamos que las cosas podían ponerse así, no puedes proteger siempre a todo el mundo, sabemos cuidarnos solitas, no ha pasado nada, estamos bien, deja de echarte toda la responsabilidad a la espalda. Hay algo más ¿no? Hay algo más para que estés así.
- Joder Aura… - se llevo la mano al pelo – Vaya genio tienes.
- ¿Qué pasa que nadie se atreve a decirte las cosas tal y como son?
- No es eso… y tenías razón – suspiro – Hay más cosas…
- Y no vas a decirme que.
- Me temo que por ahora no – me miro y al final me dedico una tenue sonrisa que me hizo estremecer de dentro a fuera derritiéndome.
Alargo la mano y yo se la cogí dejando que me atrajera hacía él donde me acurre sentándonos, se estaba tan bien así…
- No quiero perderte Aura, eso es todo – murmuro cerca de mí oído, se me encogió el corazón y el pulso se me acelero una vez más.
Hubiera querido poder protestar y decir que como iba a perder algo que no tenía pero no pude, la sola idea de alejarme temporalmente de él era simplemente insoportable. Las palabras de mi madre iban calando poco a poco en mí todos buscan su compañero para la eternidad… me quede sin aliento ¿era eso lo que intentaban decirme? ¡Ay madre…no! No podía estar ya escrito, no podía ser…no… todo el mundo se pasa la vida buscando algo así. Trocitos de varias conversaciones iban viniendo a mi memoria. Así que tienes dos hermanos había dicho serio, pensativo…
- Estas intranquila Aura ¿Qué te pasa? Desde que han llegado tus padres sobre todo – pensó esto último.
- Tú también te has dado cuenta ¿eh?
- Claro, somos más sensibles y podemos entrar en vosotros, hasta manipularos.
- ¿Hacía falta que dijeras eso? ¿Quieres que dude, es eso?
- No… lo siento, sólo quiero que sepas la verdad de nosotros, de nuestra naturaleza, lo que podemos hacer… lo que somos.
- Lo he visto Akio, tú me lo has hecho saber a conciencia.
- Me temes – dijo de pronto.
- ¿Qué? No… - le mire extrañada – No del modo que crees, no por lo que eres, no por el vampiro – admití y era cierto, me asustaba el hombre que era.
Ahora fue él el que no comprendió al principio y me miro arrugando las cejas.
- Oh, Aura… - suspiró yo me atrinchere entre sus brazos apoyando la barbilla en mi hombro.
- Dímelo Akio, dime lo que me ocultas.
- Reaccionaras mal… no estás… preparada – dijo con cierto dolor, su voz tenía trazos de tristeza.
- ¿Tendré que decirlo yo si me incumbe, no? No creerás que yo… soy… tú…tú… - no pude acabar la frase.
Akio me giro cara a él con facilidad, yo no pesaba nada para él, parecía ligera como una pluma y me besó. Los ojos se me abrieron de par en par, todo se revolucionó ahí dentro cuando me dejo sin aliento. Sus labios se cerraban sobre los míos buscándolos, estimulándolos buscando mí respuesta, esto se abrieron solos acoplándose a los de él como si encajaran a la perfección. Cerré los ojos y me apreté contra él, mis manos se enredaron en su pelo y su ropa. No podía más que reaccionar a él, no podía apartarme, no podía detenerle. La sangre parecía fuego, el pulso estaba por las nubes, la cabeza me rodo. Le deseaba tanto que dolía, todo mi cuerpo le reclamaba. Y sus labios seguían abriendo los míos…
Cuando sus labios por fin me liberaron tuve que obligarme a respirar aunque lo que realmente quería era que volviera a besarme de ese modo tan dulce, suave y tierno al principio, fogoso y salvaje al final como si quisiera devorarme consumido por ese fuego que aún ardía en sus ojos.
- No he manipulado nada – se apresuro a decirme.
Lo sabía, lo sentía, era real al cien por cien. Y eso quería decir que él tenía razón, había quedado demostrado. Él deslizo sus dedos por mi brazo y yo volví a acercarme a él. Volvió a besarme, era como si deseara fundirme con él, éramos uno solo. Sus manos de deslizaron hasta mi cintura… sentir su piel pegada a la mía aún me encendió más.
- No… por favor, para – jadeé – No… yo no… aun… no…no puedo.
Él apretó los dientes sofocando una especie de sonido sordo y se aparto ligeramente, parecía costarle horrores. Inspiro profundamente y desvió la mirada hacia mi espalda. Me gire, Tim y Drith se acercaban.
- Aura, déjanos un momento por favor – me pidió Tim sin animosidad.
Yo suspiré y me aleje.

Aún estaba luchando conmigo mismo cuando sus hermanos se acercaron, tuve que obligar a mi cuerpo y a mi mente a concentrarse en algo que no fuera Aura, en la suavidad de sus labios de terciopelo o en su cuerpo ardiente y dulce… había sido casi insoportable verla en el lago, verla exponerse, no podía dejar que le pasase nada. Mire a los dos chicos con calma y espere serenándome. Ninguno de los dos parecía decidirse a hablar, yo sabía lo que les preocupaba.
- No le haré ningún daño, sabéis que no podría.
- Aún así… necesitamos hablar contigo.
Asentí, lo entendía, era normal.
- No voy a forzar nada, será lo que ella quiera. No me importa, no es lo que quiero yo lo que importa. Si quiere irse… es libre de hacerlo.
- ¿Aunque eso te “destruya”? – me miro serio Drith.
- Sí.
Él suspiro.
- Vamos… aquí los tres somos hombres, seamos sinceros Akio.
- No es lo principal Tim, claro que la deseo y mucho, demasiado y es my duro pero es lo de menos.
- Se…se… ou no puedo decirte como tienes que tratarla, es muy violento – se quejo Tim
- Ya entiendes lo que quiere decir Tim – suspiro Drith – Aunque se empeñe en parecer muy segura y esas cosas… está asustada, ella es…
- Entiendo TODO lo que quieres decir – le saque del apuro.
Conocía su fragilidad, su dulzura, su inocencia… su miedo. Yo…ella, ella no…
- Yo sé que no soy lo que querríais para ella. Pruebo a mantenerme al margen, de verás que lo intento pero no puedo…
- Mira Akio… olvídate de esas tonterías, pareces un tío legal, no vais por ahí alimentándoos de sangre humana no sois unos monstruos eso ya lo sabíamos por nuestra madre, lo que nos importa realmente es lo que ella quiere, si es feliz y lo que necesitara para ello eres tú pues…bienvenido. Es su vida, no podemos meternos.
Asentí de pronto aliviado, era como si necesitase su consentimiento y de hecho era lo que quería, que me aceptasen porque sabía que para todos era importante.
De pronto sentí una vibración, la densidad del aire cambio, era pesado…plomizo, cargado de electricidad y había algo… oscuro enredado en el.
Note algo extraño, oí voces y sobre estas un grito… pasaba algo.
- ¡Aura!
Desaparecí de allí disolviendo mis partículas y me materialice dentro, Tim y Drith llegaron corriendo al poco, todo fue tan irreal. Varios de los nuestros rodeaban a Volk y varios licántropos habían cambiado y gruñían amenazadores, Aura estaba contra la pared, respiraba de forma acelerada al mismo ritmo que su pulso disparado, clave la vista sobre Volk tenía los ojos inyectados en sangre, parecía fuera de control, enloquecido… ese no era él, gritaba cosas ininteligibles en una lengua desconocida y amenazaba con saltar sobre Aura, era su objetivo.
Con el estupor y el desconcierto Volk se escurrió del cerco, le vi materializarse frente a Aura, la furia me invadió y cerré mi mano en su cuello cuando cobraba cuerpo y lo lance al otro lado de la habitación, parecía poseído, algo lo controlaba, cargo, descargué un puñetazo directo a su rostro y busque su pecho pero finto y se evaporo de nuevo. Lance una pantalla de protección sobre nosotros y desentrañe el hechizo de Volk delatando su posición.
- ¡¿Pero qué está pasando?! – grito alguien.
- ¡Volk reacciona! – rugí mostrando los colmillos ahora afilados y peligrosos…
Volk salto hacia atrás arrinconándose y empezó a convulsionar, tras lo que pareció una eternidad de agonía murió. Nadie se movió, nadie respiro, pero un par de chicos empezaron a enloquecer, a ponerse violentos Vlier, padre y Kael pudieron pararlo a tiempo. Con esfuerzo contuvieron a uno en una especie de letargo donde el ente que lo controlaba seguía ahí.
Aura se acerco a él y yo la agarré manteniéndola detrás de mí.
- ¡¿Quién eres?!¡¿Qué quieres?!
El chico contesto algo que fuimos incapaces de comprender pero el rostro de Aura… ¡Cielos!… su expresión atormentada me golpeo como un martillo. Hizo un gesto con las manos y el chico aulló de dolor hasta que la presencia que había en él se disolvió a un ademán suyo, por primera vez vi que Aura era más poderosa de lo que parecía, era fuerte, valiente… decidida. Una punzada de dolor sacudió su cuerpo y ella apretó los dientes para no gritar. Se plegó sobre sí misma y yo descargué rayos al aire mientras ella preparaba aquel escudo de protección para protegerse de aquella especie de no muertos que la atacaban hasta que el aire volvió a calmarse.
Ella se dejo caer pero yo la cogí, temblaba.
- ¿Quién ha podido hacer eso? Ha de haber alguien muy poderoso detrás de eso, Volk era un antiguo – se movió inquieto Bond, su agresividad aún era latente.
- Aura ¿Estás bien? – rodeé su rostro entre mis manos.
Sus padres y familiares se lanzaron sobre ella, los míos también nos rodearon mientras que el resto calmaban a los demás.
- Aura mírame, respóndeme – la zarandeé con suavidad – Di algo.
- No parara… - murmuro.
- ¿Quién, que? ¿Lo has entendido? – me alarme, el pulso atronaba mis oídos.
- Me quiere a mí Akio, me quiere muerta. Ella ha regresado.
- ¡¿Ella?! – La obligué a que siguiera mirándome
- Mie Die Kahaly.
Oír pronunciar ese nombre nos helo la sangre a todos, la Diosa de todo mal había resurgido… tendríamos que habernos dado cuenta, tuvimos que haberlo sentido, por eso la estrella de nuestra Diosa Beslha tenía aquel brillo extraño y parpadeante, apagado… por eso estaba ocurriendo todo eso, por eso estábamos… atrapados. Sólo ella con la que compartíamos parte de oscuridad podía hacernos eso, quería destrucción y su mundo donde gobernar y quería a Aura… ¿Por qué? Eso me recomió por dentro destrozándome casi como si su garra me hubiera desgarrado el pecho. Casi pude escuchar su risa cruel regodearse.
- Vale… tranquila, no pasara nada – la abrace intentando calmarme yo mismo, darle fortaleza.
- ¿Sabes porque Aura? ¿Sabes qué ocurre? – le pregunto mi padre.
- ¡No! – frunció el ceño compungida, su padre la saco con suavidad de mis brazos abrazándola, reconfortándola. Pero ella ya estaba calmada.
El rostro de Kael era una máscara de ira, dolor e impotencia… estaba al borde de dejarse llevar por la furia, lo entendí muy bien.
Amada le rodeo el brazo con una mano apretándoselo, lentamente el pecho de Kael recobro la cadencia normal y sólo entonces lo soltó. Esa era una mala situación para todos, Kael debía estar pasando por un infierno. La mujer que amaba, la mujer por la que moría estaba ahí con su marido, sus hijos… y no podía hacer nada, ni siquiera tocarla, abrazarla, reconfortarla, no quería decir que ella no estuviera sufriendo también, ambos habían traicionado a su modo el vinculo. Esa herida nunca cicatrizaría, nunca estarían completos y el dolor viviría siempre con ellos, sólo esperaba que después de eso Kael… no decidiera acabar con su existencia, nunca fue el mismo tras dejar que se fuera. Llevándose además con ella a su hija… ese pequeño milagro de la vida.
Que duro tenía que haber sido vivir así, lejos de las dos personas más importantes, de su niña y su alma. De pronto vi a Kael mayor de lo que era, lo vi con otros ojos, vi el dolor que siempre ocultaba su mirada, la tristeza, la añoranza… no la retuvo porque su amor era demasiado inmenso, porque vio que ella no podía sobrevivir así. Vio la bondad del hombre con el que estaba casada, lo estudio sin parar buscando alguna excusa que le ayudase a conseguir su objetivo pero era imposible. Aquel hombre era digno de admirar, la trataba como una reina y tampoco podía apartar a una madre de sus hijos. Amada debió de sufrir mucho… imagino que ver sus lagrimas fue lo que le hizo a Kael tomar esa decisión, una honorable retirada. Y eso… podía sucederme a mí.
Oí un cambio de ritmo en el pulso de Aura, algo anormal y ella pareció perder la consciencia. Su “padre” la sostuvo con firmeza. Cuando abrió los ojos parecía desorientada, no recordaba con claridad. Su mente y su cuerpo se revelaban intentando mantenerla a salvo, protegiéndose. La parte consciente contra la inconsciente, el instinto luchaba con fuerza por imponerse, había una memoria antigua, sabía y poderosa oculta entre su sangre, algo que conocía pero que siempre guardaba cerrada bajo llave. Nunca fui tan consciente como en ese momento de que Aura era en parte humana y en parte vampiro. Todos nuestros conocimientos, nuestra fuerza… nuestro “mal” estaba también en ella y su parte humana se veía marcada por la magia de los hechiceros… y esa parte era también muy antigua, se remontaba a siglos de existencia, de generación en generación hasta estallar en ella. Era un bomba de relojería que podía explotar en cualquier instante, por eso siempre estaba tan contenida… como si supiera que podía ser peligrosa para las personas que quería. ¡Ahora lo entendía! Ahora cobraba sentido lo que leía en su mente, por que se repetía una y otra vez que algo no estaba bien en ella. ¡Creía que el monstruo era ella! Sentía una fiera agazapada en su interior dando vueltas enjaulada, esperando el momento de salir y atacar. ¡Pero ella era el cielo, el paraíso! ¡No era para nada mala! ¿Había sido ella realmente la que pidió a su madre que la atara? ¿Cómo esta diosa había permitido que el miedo la dominase, cómo? Contuve el aliento y miré a Kael con los ojos abiertos de par en par.
Las palabras de Aura volvieron a mi mente… “no sé porque pero tengo la sensación de que ahora, mi vida está en tus manos” Su vida y mi corazón estaban en juego… peligroso, tentador.
- Cuidado Akio, cuidado – me repetí.
Kael asintió y puso una mano en mi hombro, yo me levante del suelo donde me había quedado cuando aún sostenía a Aura y apreté los puños, no podía dejar de darle vueltas a miles de ideas una y otra vez.

Sentí aún la amenaza de la nausea en la boca del estomago pero la controle mareada, no sabía muy bien donde estaba o que había sucedido, empezaba a pensar que tenía doble personalidad o algo así. Cada día me convencía más de que debía estar loca, de que algo no iba bien en mí.
Algo se encogió en mis entrañas, primero pensé que era yo pero enseguida noté que no provenía de mí, Akio estaba angustiado, sentí una extraña y compleja mezcla de emociones contradictorias, alce la vista hacía él, estaba pálido, tenso. Su cuerpo parecía duro como la roca y aún así me pareció frágil…
- Estoy bien papa – dije desasiéndome de sus manos con delicadeza a la vez que besaba sus dedos cuando me acarició el pelo y la mejilla.
Una vez libre y de que mama estuviera segura de que no volvería a darme un chungo y de que me achuchara casi rompiéndome los huesos me acerque a Akio, no hacía falta decir nada, ambos estábamos en la mente del otro, nos entendíamos sin necesidad de palabras o de que nadie más tuviera que enterarse, era nuestro mundo privado, particular donde nadie más podía meterse ni molestar. Él extendió muy despacio su mano hacía mi nuca, sus dedos se enredaron entre mi pelo acariciándome la sensible parte de atrás de mi cuello con sus dedos largos y suaves, me estremecí. Deje que me atrajese hacia él abrazándome en silencio, apoye la cabeza en su pecho y cerré los ojos dejando que su aroma me envolviese como un bálsamo. El mareo desapareció. Él me apretó más contra su cuerpo.
- No voy a desaparecer Akio – le dije en nuestro mudo lenguaje.
No contesto, sólo se quedo allí abrazado a mí, sintiendo el acelerado ritmo de mi corazón que brincaba al estar tan cerca de él hasta hacerme jadear.
- Necesito respirar – murmure a su mente.
- Lo siento – sonrió levemente y aflojo la presión de sus brazos, yo apenas me moví pero me lleve una buena cantidad de aire a los pulmones.
- Vuelve a hacerlo – le pedí abrazándome a él.
No tuve que esperar para sentir sus brazos rodeándome la cintura y los hombros llenándome de paz.
- ¿Cómo estás tú? – le pregunté apartando un mechón rebelde de su frente. Seguíamos hablando sólo para nosotros.
- Bien – mintió
- Akio… era amigo tuyo – levante la cabeza mirándole a los ojos.
Suspiró desviando la vista y yo le acaricie la mejilla.
- Lo siento.
- ¡¿Qué?! No tienes que sentir nada Aura, no es culpa tuya ¿me oyes? No empieces ahora tú.
- ¿Ahora vas a reñirme? – le miré haciendo un mohín a la vez que introducía un toque de humor en mi voz mental.
- Me tocaba a mí hacerlo – sonrió divertido rozando con su pulgar mis labios que acabaron devolviéndole la sonrisa.
- Aún así lo siento, ya sabes que comparto parte de tú dolor.
- Sé que lo sientes, pero no te sientas culpable por favor, eso no – me aparto el pelo hacía atrás besándome fugazmente en la frente – Aún estoy esperando que salgas corriendo.
- Por favor… vaya concepto tienes de mí… aunque no lo parezca prefiero afrontar las cosas tal y como vienen Akio.
- ¿Entonces?
- Entonces… dame tiempo, se que para ti es difícil, hasta duro que te diga esto, pero sólo ten un poquito de paciencia. Ya sabes que me gustas, sabes lo que siento por ti porque estas dentro de mí, no puedo ocultarlo, todo me delata, pero sólo ten paciencia. No creo que yo sea de verdad lo que tú necesitas, lo que merecerías…
- Eres todo lo que quiero.
- Entonces sólo déjame ir a mi ritmo, que me acostumbre… que… oh… ya sabes cómo soy, no necesitas estas explicaciones. Muy a mi pesar sabes que estoy aterrada así que… ¿para qué fingir?
- Lo estas centrando demasiado en un aspecto Aura…
- ¿Por qué será si nadie deja que lo pase por alto? – bromeé
- No tengo ninguna prisa Aura, ni quiero forzarte a hacer nada que no quieras. Tu mandas, sabes que estoy dispuesto a desaparecer por ti, si quieres marcharte yo lo arriesgaré todo para que podáis volver y de que puedas seguir adelante completa y ser feliz, como si yo jamás hubiera estado.
- ¡No! Ya es imposible estar sin ti – fruncí las cejas asustada, dolida – No te sacrifiques por mí, mereces lo que quieres Akio, es lo normal, es natural pero yo…
- Esperare.
- Sé que lo harás y siento que te estoy condenando por eso, porque quizás yo nunca seré capaz de darte lo que quieres. Soy una cobarde.
- No lo eres.
- Pero… - me puso un dedo en los labios para silenciarme.
- Tenemos mucho tiempo para hablar de todas estas cosas. No me importa Aura, ESO no es lo principal, sólo con estar contigo me sirve. Piensas en una relación y te cohíbes ¿pero acaso no es esto que estamos teniendo una relación? No es tan distinto de estar con un amigo o tu familia.
- Pero hay algo más… hay… intimidad, hay…impulsos, deseos…
- Claro ¿y es eso lo que más te preocupa? Somos dueños de nuestros actos.
- Pero algún día… estaremos así y tú… no podrás parar, es distinto para ti, es…
- Puedo soportarlo porque estás conmigo. Claro que tengo impulsos Aura, es lógico, me haces sentir de un modo muy intenso, soy humano, tengo necesidades claro esta pero hay muchas formas de soportarlo.
- Pues pasaras mucho por agua fría – intente bromear con una sonrisita.
- Puedes ser todo lo mala que quieres, hasta me gusta – me guiño el ojos – Sólo lo hace más…
- Complicado.
- No, iba a decir hermoso. Ya me va bien tener que controlarme así, aunque espero no salir ardiendo – rió.
- ¿Tu solo? – enarque una ceja
- Aura… no me digas eso… ¿Cuál es el problema si lo quieres?
- Cosas mías, no puedo hablar de ello.
- Estas más preparada de lo que crees.
- Lo siento – baje la vista
- No te disculpes.
Le sonreí levantando la cabeza y él puso su mano bajo mi barbilla besándome. Todo perdió el control dentro de mí otra vez y me puse roja como un pimiento ¡Que estaban todos ahí! Oí su sonrisita masculina con ese aire de petulante superioridad y maldije por lo bajo.
- Me ha salido vergonzosa la chica – se burlo de mí.
- Eres malo lo sabes – dije en voz alta apartándome de él.
El hizo cara de ofenderse dolido y se echo a reír.
- ¡Oh! ¡Hombres! – le golpeé el pecho – Sois insoportables.
- Pero te encanta – fue apenas un susurro que llego a mi oído con ese inmenso ego y orgullo tan viril suyo.
Intente protestar pero sólo conseguí balbucir monosílabos y lo deje correr cruzándome de brazos dándole la espalda.
- Te odio.
- Si claro – rió travieso. Ahora estaba juguetón… aún así el peso de la realidad cayó pronto sobre nosotros al centrar la vista donde nada quedaba de Volk, la pena fue una garra en mi pecho.
- Akio… puedo hacerlo – le dije en voz alta.
Él me miro muy serio negando con la cabeza.
- No lo deseches tan rápido, sabes que mi idea es buena.
- Te expondrá.
- No, puedo hacerlo através de ti. Y mi familia me ayudara, se ocuparan de mantenerme a salvo. Funcionará, no será eterno pero nos dará tiempo para averiguar qué está pasando e intentar hacer algo.
- No Aura.
- ¡No seas así caramba! No voy a quedarme esperando sin presentar batalla. Lo siento pero yo soy así y tendrás que aceptarlo te guste o no ¡A mí no me dejan encerrada en la seguridad de mi casita señorito!
El soltó un gruñido amenazador apretando los dientes.
- Eso no funciona conmigo, intenta siquiera usar tú control sobre mí y sabes lo que pasará. No me infravalores Akio, no te atrevas, hablo muy enserio. Somos iguales.
- Está bien, cuéntales tu plan a ver qué opinan.
Suspire y sonreí maliciosa por haber ganado esa pequeña batalla, él bufo molesto y yo me regodeé más aún y le guiñe el ojo para que dejase de enfurruñarse, se sonrojo y me eche a reír. Tras esto expuse mi idea de extender un escudo alrededor de aquel planeta donde estábamos.
Tim iba a empezar a protestar pero luego se llevo la mano al mentón pensativo.
- Podría funcionar – dijo papa – Es una buena idea, tendríamos que haberlo pensado antes, probarlo.
- ¿Seguro que podrás hacerlo cariño? – me cogió por los hombros mama.
- Sí, sólo dime como tengo que hacerlo y lo haré con unas indicaciones… podré, es innato en mi ¿no? Al fin y alcabo sois mis padres, forma parte de mí, está en mí.
- Tiene razón en eso – se encogió de hombros Ingrid.
- Vale… pero escúchame y escúchame bien Aura por que cuando estemos ahí fuera no podré guiarte, tendré que estar completamente concentrada en protegerte a ti y ellos a Akio.
Asentí y me centré en las explicaciones de mi madre. Asentí cuando me pregunto si lo había entendido y mire a Akio.
- ¿Preparado?
- Sí.
Salimos todos a fuera y deje que Akio me cogiera entre sus brazos, dio un salto y al poco estábamos cruzando el cielo, creo una base donde dejarme y se preparo, yo dejé que mi energía fluyese hacía su cuerpo, fui despacio, de forma lenta pero inexorable, delicada, entrelazando mi poder con el suyo, dejando que se filtrase en sus venas.
- Recuerda Akio, debemos ser uno.
Él no dijo nada, confiaba plenamente en mí, para él ya éramos uno, el problema era mío, supe que estaba sonriendo y maldije entre dientes por su seguridad. Me concentre desechando todas esas tonterías de mi mente y seguí tejiendo el conjuro a medida que iba mandado la fuerza necesaria a su cuerpo. Mis músculos empezaron a temblar, un dolor lacerante me llenó por completo casi arruinando mi concentración, me dolía todo el cuerpo y me sentí débil, vulnerable. Esta despojándome de toda esencia para dársela a él, mi mente estaba en él como si invadiera su cuerpo.
- Se acercan Aura, date prisa – murmuró Drith en mi cabeza, habíamos creado una conexión para coordinarnos.
- Lo intento – me queje apretando los dientes.
La energía broto de las manos de Akio a medida que empecé a pronunciar el ensalmo, todo pasaba al cuerpo de él como si actuara en él, como un espejo o una marioneta, el sudor perlaba mi piel. Seguí empujando aquella pantalla mientras sentía la primera punzada de esos dientes venenosos en el tobillo, al poco sólo sentí un calor reparador y una descarga de adrenalina. Intente expandirlo, seguir con el conjuro pero la cabeza se me embotaba, tenía que seguir.
Y tenía que hacerlo rápido, estaba perdiendo la conciencia, lo notaba, tenía el cuerpo entumecido. Apreté los dientes y seguí desgranando las palabras y mandando oleadas de fuerza a Akio que se mantenía firme pese a que sufría por mí. Grite, sentí un fuego que quemaba como ácido en mi vientre y hubo una explosión de luz. Un ruido atronador me ensordeció, sólo podía oír mi corazón galopando casi extenuado. Algo chisporroteó, fue una descarga, un estallido, como un rayo con miles de ramificaciones, lo había conseguido, el muro estaba creado… ahora sólo faltaba que aguantase y resistiese por un tiempo suficiente.
Almenos… nadie más volvería a caer bajo sus garras, no permitiría que perdieran a nadie más, no morirían por mí, no podía soportarlo. Nadie más sufriría una perdida tan terrible. No enloquecerían más chicos por su culpa. No mientras me quedase vida en las venas.
Dejé escapar el aire retenido en mis pulmones agotada y sentí como caía, caía en el vacío, entre la oscuridad… deje de precipitarme cuando los brazos de Akio me sostuvieron pero había algo en su rostro crispado que me altero, dentro de él note una agitación extraña, algo perverso… contuve el aliento odiándome por haberle dejado tan expuesto, era un blanco perfecto, no sé por qué había pensado que él era inmune a aquel mal. Estaba luchando contra aquello, lo intentaba con todas sus fuerzas, el dolor quemaba sus venas como ácido.
- No Akio, puedes hacerlo, lo siento, lo siento… mírame – le dije desesperada.
Él se debatía en un esfuerzo sobrehumano y me arrojo lejos a los brazos de Drith.
- ¡Alejadla de mí! – gruño doblándose.
- ¡No! – grite intentando deshacerme de las manos de Drith que me sujetaba con fuerza mientras yo me sacudía violentamente.
Akio sufría, luchaba, pugnaba por deshacerse de aquella cosa negra que se aferraba en su sangre como una sanguijuela. Sentía como esa voz poderosa y autoritaria iba ahondando en él intentando minar su voluntad, imponerse por la fuerza desgarrándolo con descargas de energía pura y dañina.
Grite sin parar y me debatí hasta liberarme y me lance a sus brazos.
- Aléjate – jadeó en un hilo de voz.
- ¡No! Juntos podemos hacerlo, confía en mí, no me harás daño.
- No puedo Aura… no puedo aguantar mucho más.
- No me harás daño, podrás – asegure con vehemencia – Lo siento… te dolerá pero no hay otra forma.
Desgarré su jersey y concentre el fuego en mi puño y lo descargué sobre su pecho, mi mano se hundió dentro de su carne. Él apretó los dientes y clavo sus dedos en mi piel abriéndome heridas sin querer. Me concentre a medida que iba pronunciando las palabras del conjuro que iba surgiendo de lo más profundo de mi ser, de mi mente y mis entrañas, lo sentía recorrer cada parte de mí, notaba el calor y el cosquilleo de la magia recorrerme penetrando en su cuerpo buscando aquella materia viscosa y negra, mis dedos lo encontraron enroscándose en su corazón lo aferre. Noté los colmillos de Akio clavarse en la piel de mi cuello privándome del aire. Tire con todo el cuidado que pude para no herir ningún órgano de Akio alejándome del dolor que me atenazaba también a mí y lo lance fuera de su organismo. Lance una bola de esa esencia incandescente y esa masa chilló retorciéndose a medida que el fuego lamia su cuerpo informe. Akio rugió, había otro, sus dientes hicieron más presión…todo se volvió oscuro.

Cuando recobre la conciencia en mis oídos aún resonaba un grito desgarrado, sentía un amargo regusto en la boca y sentí la angustia atenazando mi estomago. Tenía una sensación muy extraña y poco a poco fui recordando… esa cosa dentro de mí intentando dominarme y Aura, me incorpore de golpe, estaba medio desnudo en la cama.
- ¿Cómo estás? – la voz de Aura sonó quebrada, preocupada.
Me volví hacía ella y vi las heridas de mis dientes en la suave piel de su cuello, me enfurecí conmigo mismo.
- Akio… no empieces otra vez – suspiro, sonaba muy cansada – Nos salvaste a todos ahí fuera. Pude librarte de una de esas cosas, pero no de la otra sin… dañarte. Tú sólo lo combatiste y ganaste. Nos mantuviste a salvo. Me sentí tan perdida… impotente, verte así… - bajo la vista.
Me volví a sentar en la cama y la estreche aterrado con la idea de haber estado a punto de perderla, de dañarla… ella confió en mí, por ella conseguí salir adelante.
- Lo has hecho tú, tú lo has hecho por los dos – susurré en su oído- reaccionaste rápido. No me soltaste pese a que yo… siento haber…
- Estoy bien – me sonrió - ¿Te duele? – pregunto rozando mi pecho desnudo con la punta de sus dedos, me estremecí de pies a cabeza y la sangre me empezó a arder, sus dedos al moverse me mandaban un torrente de energía que no hacía más que inflamar mis ya sensibilizados sentidos.
- Esas heridas son las que menos duelen, en unas horas habrán desaparecido.
La estreche más contra mi cuerpo y hundí la cara entre su pelo aspirando su aroma. La culpa me atormentaba sin descanso al pensar lo que hubiera podido hacer… eso era lo que me mataba, lo que nunca podría perdonarme. Y era lo que ella llevaba peor, mi sentimiento de culpa, no podía soportar hacerla sufrir por mi culpa. Tenía que aceptar sus palabras, confiaba más ella en mí que yo mismo, no le había hecho daño, había superado aquello gracias a ella.
- Gracias – le susurré.
Ella sonrió acomodándose entre mi cuerpo, sabía que lo hacía por ella, pero también por mí y la verdad, me sentó bien hacer aquello, al culpa era un lastre, lo que tenía que hacer era procurar que aquello no sucediera jamás, tenía mucho que aprender de Aura. Ella parecía algo cohibida, el rubor teñía sus mejillas. Lo estaba pasando mal, no por ella… sino por mí, porque notaba todo lo que yo sentía por ella, mi desesperación, la furia, la impotencia de no poder ayudarla, de aliviar su sufrimiento, sólo quería protegerla y casi desaparecemos los dos ahí arriba, entre el cielo tachonado de estrellas. Su pulso se aceleraba a medida que sus manos iban acariciando mi piel primero de forma distraída, luego resiguiendo mi cuerpo a conciencia clavando sus ojos en los míos memorizando mis reacciones.
La puerta se abrió y mi padre saco la cabeza despacio como si no quisiera molestar pero Misha y Bond irrumpieron como un huracán. Frey me miró encogiéndose de hombros con camaradería y espero.
- Como si no supierais que estoy bien… ni que fuera fácil acabar conmigo – bufó – No hacía falta entrar así.
- No era divertido sino- rió Misha.
- Ya, ya – suspiró
- Gracias de nuevo Aura – le cogió las manos papa.
Ella le sonrió con esa sonrisa deslumbrante que me derretía sin poderlo evitar y desvié la vista hacia Bond para no alterarme más de lo que estaba con ella tan cerca.
- Os dejo – se levanto ella. Aún estaba débil.

Me fui a mi habitación y me hice un ovillo en la cama, estaba cansada, los ojos me pesaban, no había pasado unos momentos peores en mí vida, aún sentía la angustia enrollada en mis tripas, falto tan poco para perderle… se me desgarro el corazón. Aún me dolían los ojos de llorar cuando nadie me vio. Verlo así… vulnerable, luchando con ese dolor, con ese sufrimiento… fue peor que mi propio dolor, eso no importaba y ahora él se echaba la culpa y yo me la echaba a mí, fue mi idea y lo expuse, nos expuse. Cerré los ojos, las heridas del cuello me escocían como ácido, me removí inquieta a medida que me iba precipitando hacía el sueño, unas manos frías me arañaban la piel, las sentía invadirme con brutalidad, quería gritar pero no podía, de mi garganta no salía ningún sonido y no podía moverme atenazado por esas garras que me invadían a la fuerza lacerando mi carne. Su tacto me repugnaba, los ojos me escocían, intentaba luchar contra esa intromisión sin éxito.
Al abrir los ojos me encontré con Akio que me abrazaba con fuerza acunándome como a una niña ahuyentando mis pesadillas, tenía un nudo en la garganta. Un escalofrío me sacudió e intente zafarme de él, me sentía sucia…
- Aura…
- ¡No! No me toques – sollocé reprimiendo un gemido, sentía nauseas al recordar ese tacto reptando por mi piel, mis pechos, mi vientre, mis caderas…
- Ya paso, fue sólo un mal sueño.
Empecé a temblar violentamente con un sabor amargo en la boca y me abrace las piernas.
- No Akio… no era sólo un sueño, era un recuerdo… eso sucedió – la voz me fallo quebrándose – Sus manos sobre mi piel… tú no sabes lo que fue eso… ¡Era un infierno! No podía… no podía hacer nada ¡Y seguía abriéndose paso a la fuerza ¡era una niña!
Ahogué un hipido y deje que me acurrucase contra él aún temblando sin conseguir ahuyentar esa imagen de mi mente. Intente recordar el suave tacto cálido de Akio, su torso desnudo… como mis dedos lo recorrían, sentía su piel aún desnuda bajo mi ropa pero la pesadilla volvió a sacudirme. Tenía un propósito muy claro, recordarme que yo nunca podría ser suya, que no podría entregarme… ¿Era eso lo que quería? ¿Qué no fuera de Akio? Desde que habíamos extendido el escudo… cada vez que mi cuerpo se agitaba ante la proximidad del de Akio aquellos recuerdos me invadían, me bloqueaban arrancándome todas la sensaciones placenteras que él podía producirme, el corazón me daba un vuelco pero tomado por un miedo irracional. ¿Por qué? ¿Por qué quería evitar que me tomase?
- No la dejes vencer Aura. No dejes que su miedo te envenene.
- ¿Crees que desvarió?
- No, creo que tienes algo de razón, hay una fuerza que intenta mantenerme apartado de ti. Algo me ataco cuando te bese…
- Eso no lo cambia Akio… yo… aquello…
- ¿Vas a dejar que eso dirija tu vida? Yo no te haría eso…
Intento tocarme pero rehuí su tacto sin poderlo evitar, le miré aterrada, los ojos se me llenaron de lagrimas que mantuve a raya gracias al cielo.
- Bésame – le pedí irguiéndome de rodillas en la cama.
Akio se acerco a mí y me atrajo hacía la seguridad de su cuerpo mientras me besaba. Sus labios cubrieron los míos que enseguida se acoplaron a los suyos ardiendo como un río, me cosquillearon al notar su lengua buscando una brecha, mordí su labio inferior y volvía a amoldarme a la forma de su boca dejándole entrar, su boca me arrebato el aire mandándome una descarga eléctrica que erizo mi bello y endureció mis pechos, me sujeto por la nuca con suavidad para evitar que me alejase, gemí de placer mientras su lengua y sus labios seguían aprisionando los míos con ansia, la pasión lo estaba llenando volviéndolo más salvaje, aún era dulce pero no tan suave, sus labios recorrieron la línea lateral de mi cuello, jadeé sin poderlo evitar aferrando las sabanas, mis manos recorrían su espalda, su pecho duro y esculpido a la perfección, enrede los dedos en el cabello corto de su nuca. Me incline un poco hacía atrás y su cuerpo siguió el mío deslizando su lengua de fuego por mi yugular a la vez que me cubría de besos. Con una mano me sostenía por la espalda, cerca de la cintura, la otra descendió desde la base de mi cuello por el canal de picho, despacio hasta mi plano vientre para acabar en mi muslo, rozando mi pelvis. Casi grite cuando su rodilla acabo entre mis piernas, me apreté contra él, sentí como mis caderas se tensaban alrededor de su pierna.
- Akio… - jadeé
Él gimió de placer cerca de mi oído haciéndome estremecer, haciendo arder mi propio fuego descontrolado, me enloqueció oírle y él aprovecho para girarme pegándome a su pecho de modo que yo quedaba de espaldas a él, sus labios rozaban mi cuello haciéndome temblar de deseó, sentí su mano aferrarme por la cintura mientras deslizaba la otra por mis piernas y mi vientre, con facilidad consiguió abrir ligeramente mis piernas, sentí sus dedos deslizarse por la cara interior de mis muslos. Chille ardiendo.
- Akio… para… para – jadeé intentando respirar
- Lo siento, lo siento…
Me giré cara a él, y le cogí las manos.
- No, has parado ya esta – le miré, el deseo y la pasión aún ardían en sus ojos pero le vi abatido, dolido… hice un mohín. No me gustaba verle sufrir.
- Lo siento – baje la mirada, él se deshizo de mis manos y me cogió el rostro entre estas.
- No es culpa tuya, sino mía… me he dejado llevar – sonreí aligerando su mal trago.
- No pasa nada – susurré buscando sus labios, sólo deseaba sus labios, necesitaba sus besos.
Él respondió a mi muda petición, casi una suplicada irresistible para él, no podía negarse, me beso con esa profundidad enloquecedora, sentí vértigo, la cabeza me rodo y un torrente de fuego volvió a lacerarme las venas mientras sus labios seguían el ritmo de los míos, con suavidad y más profundidad según le pedía, variando el ritmo, la posición, jugando con la lengua, resiguiendo sus sensuales labios y capturándolos con los míos.
Necesitaba que me alejase de mi oscuridad, que borrase mis pesadillas, bucear en su ser, dejarme arrastrar por él que me reconfortaba, manteniéndome a salvo, cuerda. Deje que me salvase una vez más de mi misma, de mis demonios personales arrastrándole conmigo a un lugar donde sólo estábamos los dos hasta quedarme dormida entre sus brazos, rendida.
Lo mejor fue encontrarle allí cuando desperté, sus dedos se movían entre mi pelo, acariciándome distraído. Sonreí mirándole.
- Ni siquiera te has movido.
Él sonrió aún distraído.
- Te has quedado cuidando de mí y tú también necesitas descansar y alimentarte.
- Estoy bien, ahora me tocaba a mí cuidarte por una vez.
- ¿En qué piensas?
- Como si no lo supieras…
- Quiero oírtelo decir. ¿Tú sabes que quieres Akio? ¿Qué se propone?
- Sólo tengo una cosa clara, quiere gobernar vuestro mundo y eliminar a todo aquel que no pueda dominar o que no le guste simplemente, pero aún es débil…vulnerable, por eso ataca desde las sombras, poco a poco, no tiene prisa. Es metódica y minuciosa. Pero sigo sin entender que quiere de ti, no le veo sentido.
- Quizás es porque puedo ayudaros, porque puedo minar esa parte de su preciado plan.
- Es más que eso. Te hubiera destruido sin más… pero es como si no pudiera “tocaros”
La puerta se abrió tras unos golpecitos suaves y yo me senté bien apartándome de mala gana del cuerpo de Akio.
- ¿Ocurre algo Kael? – le preguntó él mientras el otro acababa de entrar.
- Nada descuida, el consejo sigue debatiendo el tema. Quería saber cómo estaba – desvió la vista hacia mí, por suerte ya no tendría ojeras.
- Recuperada – sonreí
- Bueno, voy a ver como lo llevan, ya va siendo hora de que aparezca- se levanto Akio, yo le miré reticente, no quería que se alejase.
Temía que si se iba el miedo y las dudas volvieran a atenazarme, de que mi cordura se tambalease y nada pareciera real, aún así tenía asuntos que atender y Kael parecía querer hablar conmigo.
- Le diré a tu madre que ya estas despierta.
Asentí e inspire lentamente viendo como se cerraba la puerta, me sentí inquieta enseguida sin su serenidad y su seguridad ¿Cómo podía echarle de menos ya? ¡Qué horror, era como una adicción! Suspiré soltando una maldición en silencio y mire a Kael intentado borrar la imagen del cuerpo de Akio de mi mente, de su perfección, de su atractivo, su belleza… un torrente de fuego se congrego en la parte baja de mi cuerpo, apreté los dientes furiosa y sacudí la cabeza para acabar con la visión que tanto me alteraba.
Kael pareció sonreír divertido y a la vez… triste, siempre parecía estar recordando algo…
- Como te pareces a ella – sonrió apartándome un mechón de la frente.
- ¿A mama?
- Sí… pero ella era más… - se interrumpió – Vaya, lo diga como lo diga va a sonar mal.
Aquella mirada soñadora y esa sonrisa picarona avivaron aún más mi curiosidad.
- Ya lo has empezado, dilo.
- Era más… ardorosa.
El pecho me dio un vuelco.
- ¿De qué os conocíais Kael?
Hablar de eso parecía herirle en lo más profundo.
- No soy yo quién debe darte esas respuestas, habla con tu madre.
- Vamos… te estás muriendo de ganas de decirme algo.
- Esa teoría tuya es interesante – desvió el tema descaradamente yo suspire resignada, no iba a sacar nada de él por ahora.
Aún así la imagen que me devolvía el espejo me inquieto, Kael también miro el espejo ¿Por qué me parecía reconocer rasgos suyos en mí? El pulso se me acelero.
- ¿Qué teoría? – ahora fui yo la que salí por la tangente para no seguir por esos derroteros estúpidos.
- Intenta pensar en Akio sobre tu piel.
Yo obedecí cerrando los ojos, el aire abandono rápidamente mis pulmones con un jadeó al ver vívidamente las manos de Akio recorrer mi cuerpo desnudo, sus besos, su aliento sobre mi piel… una sensación excitante me izo vibrar hasta que algo parecido a un rayo atravesó mi cabeza, era el mejor modo de expresarlo y toda esa maravillosa sensación desapareció, sentí miedo, el bloqueó… tuve la necesidad de huir de esa imagen, de detener sus caricias, me repelía. Todo lo bueno quedo relegado a un infierno dantesco. Grite abriendo los ojos.
- Intentaré eliminar la compulsión que ha implantado en ti Aura.
- ¿Pero cómo ha podido?
- Cuando te metiste en Akio para salvarle una de esas sanguijuelas te mordió inoculando su veneno. Por la herida abierta pudo colar su mal mezclándola con tu sangre.
- Aún así… no puede desencadenarla así en mí sin una base en parte real.
- Sí, con eso no puedo hacer nada cielo. Relájate y tiéndete. No te haré daño.
Me tendí pero no estaba nada tranquila, cerré los puños y la idea de peligro fue cobrando intensidad en mí, el impulso de protegerme era muy fuerte, instinto de supervivencia… me sentía amenazada. La sangre empezó a abrasarme en las venas, parecía ácido perforándome, estaba perdiendo la cordura lo notaba, me estaba dejando arrastrar por esa furia ciega y destructiva, quería golpearlo, quería su sangre… quería apartarlo de mí.
- ¡Aura contenla! No voy a dañarte, no dejes que te ciegue.
Su voz sonaba muy lejana, grité dejándome caer entre la oscuridad, sentí calor sobre el pecho, miré, una luz anaranjada incidía sobre este. Una voz dulce y serena entonaba una letanía, la seguí atraída por su melosidad, por su amor… una voz suave y aterciopelada, viril, una voz que me era familiar que se mezclaba con otra reconfortándome.
Parpadeé confusa incorporándome sobre los codos en la cama mirándole. Parecía agotado y jadeante, su frente estaba perlada de gotitas rojizas.
- Lo siento…perdí el control ¿no?
- No del todo – le miré encogiéndome por la culpabilidad, él me sonrió quitándole importancia - He podido eliminar el residuo.
- Gracias.
- Me pregunto porque querrá evitar vuestra unión – dijo pensativo.
- No lo sé – me encogí de hombros.
- En fin, ya lo descubriremos – se limpio la frente con un pañuelo – Tengo curiosidad… ¿Por qué te resistes? ¿Cómo podéis hacerlo? Veo como le deseas y en cambio te refrenas. Lo eres todo para él, te ama y tú se que le quieres también aunque no quieras ni oír hablar del tema y menos esa palabra.
Negué con la cabeza pero él no se movería hasta obtener algún tipo de respuesta.
- No hubo ni hay, ni habrá nadie más que él pero no puedo.
- ¿Por qué te da miedo?
- Seguro que debe haber muy pocas personas a las que eso no les guste… - suspiré
- Esa no es la respuesta Aura. Te estás haciendo daño a ti misma. Yo… no tendría que decirte estas cosas, pero…
- No, no deberíais. Es lo mismo que si quisierais inducir a alguien a prostituirse – él me miró alarmado – ¡Vale sí! Exagero un poco, ya sé que es maravilloso y todas esas cosas… solo es que…
- Piensas demasiado. Sólo siente. Hay consecuencias Aura, para ambos – su rostro era serio y a mí se me encogió el estomago, me asusto la advertencia que había en su voz. Consecuencias… consecuencias negativas… no quería que Akio cargase con ellas – Ahora lo veo – se levanto como un resorte – Es eso…
- ¿Qué?
- Te necesita intacta – dijo saliendo de la habitación como un rayo.
- ¡¿Quién?! ¡¿Para qué?! ¡¿A qué te refieres?! Kael – grité pero ya estaba hablando sola.
Suspiré y me deje caer en el colchón de nuevo. Los días iban pasando sin incidentes, era agradable estar allí. Parecía mentira como nos habíamos adaptado hasta sentirnos en casa. Ingrid acabo resultando la compañera de Ero y ambos estaban encantados, se pasaban la mayor parte del tiempo en la habitación, parecía increíble que estuvieran así…juntos, con lo que conllevaba, pero ella estaba encantada, feliz, centrada, completa. Intente hablar con ellas, advertirlas, saber si eran conscientes y si de veras querían eso, lo que eran ellos era lo de menos pero yo no acaba de entenderlo, o de quererlo asimilar. Lúa por su parte estaba con Frey ¡Y mi hermana con un pedazo de vampiro llamado Odin! A Tim casi le da un infarto pero ahora tenía cosas más importantes de las que preocuparse, su paternidad. Mis padres por el contrario se lo tomaban la mar de bien. Parecían encantados con la idea de que sus hijos hallasen su alma gemela y por tanto la felicidad completa, el amor verdadero, la única que seguía resistiendo era yo. Para ellos todo era como una cuento de hadas, todo era perfecto, hermoso… la verdad era feliz viéndolos así. Al fin y al cabo parecía que no todos iban a desaparecer… alguien dejaría su huella en este mundo.
- Ostras no me lo puedo creer aún… voy a ser tía… - decía ilusionada Beth acariciando el vientre aún plano de Bria, yo apenas las escuchaba pero aproveche la mía.
- Y vosotras a este paso mamas.
- Deberías alegrarte – me regaño Lúa – Es algo bonito.
Yo la ignore deliberadamente.
- Lo vas a volver loco Aura – me dijo de pronto muy seria Beth – De verdad le admiro, no sé cómo puede aguantar. ¿De veras sabes lo que le estás haciendo? ¿Lo sabes?
Si antes estaba ausente ahora la mire, sus palabras me había devuelto a la realidad.
- Yo alucino con Akio. Es tan… parece un Dios – dijo Ingrid.
- Si… tiene una fortaleza y una entereza envidiable. Serio, misterioso, sexy… tan atractivo y educado con esa pizca de chulería tan masculina… me da respeto… su energía es… es muy poderoso – siguió Lúa clavando sus ojos en mí.
Yo me puse roja como la grana y algo amargo se me agito en las entrañas… sentí… ¿celos? Sí, una mezcla de orgullo y celos… quería morderla, Akio era…era…¡Mío! Admitir eso a mí misma me descoloco.
- Podría obligarte a unirte a él Aura y no lo hace por ti – me dijo con suavidad maternal Bria.
Ella sonrió cuando yo apreté más los dientes y empezó a juguetear con mi pelo.
- ¡Qué pesadas! ¡Es mi vida! Yo no soy como vosotras. Estoy bien así, libre. Sola
Todas me miraron enfadadas.
- Aura él está asumiendo todo el rechazo. Lo estas condenando y lo aceptará, pero no tolerará que te destruyas a ti misma. Estas tentando al destino y es peligroso para ambos Aura ¿Has pensado en notros? Sólo queremos tú felicidad – insistió Beth
- ¿De qué hablas?
- ¡Oh Dios! – se miraron preocupadas.
Yo suspire recordando el contacto con la piel de Akio, aún recordaba su voz seductora mientras deslizaba sus dedos por mi nuca susurrarme al oído de un modo demasiado sensual como para no reaccionar.
- Aura… déjame conocer tú cuerpo del mismo modo que conozco cada parte de tú mente…sólo quiero acariciarte. No haré nada.
Le deje… sus manos se movían por mi piel de un modo exquisito, lento…premeditado y suave. Había un fuego salvaje en su mirada. Me estremecí, la piel me ardía, no podía controlar mi cuerpo que respondía a cada una de sus caricias. No paró hasta hacerme explotar de placer y doblegar cada una de mis células a sus atenciones una y otra vez haciéndome ir cada vez más lejos, zambulléndome en ese mundo de deseo, Me hizo conocer el éxtasis más absoluto que jamás hubiera creído ser capaz de sentir sólo con sus dedos y sus besos. Era algo indescriptible, que me envolvía adueñándose de cada átomo de mí, hinchándome, era algo absoluto y enloquecedor, instintivo. Placer… puro y duro sin más. Me estremecí visiblemente, el bello se me erizo y los pechos se me endurecieron.
- Aura… ¿No te gusta cuando te roza o te toca? ¿No te gusta lo que te hace? Él parece tan…increíble, ardiente, suave, delicado, complaciente y salvaje… - hizo una pausa – Odín se enfadará conmigo por decir esto de otro. Pero si es ínfimamente parecido a lo que… ¡uf! – se centro reprimiendo sus impulsos – Por fuerza tienes que reaccionar.
- Claro que me gusta.
- Pues eso no es nada, es sólo una parte de lo que puede hacerte sentir. No es doloroso en nuestro caso. Es algo tan… especial, es una manera de compartir, de expresar lo que sientes por la otra persona, entregarte, dejar que te tenga en cuerpo y alma, como uno solo a todos los niveles.
Yo refumfuñe sin responder nada inteligible.
- Cobarde – sentenció.
- Sólo os falta hacer un anuncio. Dejadme tranquila.
- Te dejaríamos si fueras consciente de tus actos.
- Oye ¿No se supone que deberíais apoyarme en vez de lanzarme a los brazos de un hombre?
- ¡Pero qué hombre! – rió Ingrid
Yo guarde silencio al ver acercarse a Eiji.
- Chicas – sonrió inclinando la cabeza – Nos dejáis un minuto a Aura y a mí.
- Por supuesto – se levanto Beth devolviéndole la inclinación y todas se alejaron.
Parecía una conspiración hacía mí y el tiro les saldría por la culata, si tanto insistían quizás hiciera lo contrario ¿Qué estupidez estaba diciendo?
- Necesito hablar contigo Aura – se sentó despacio a mi lado – Akio es mi hijo y no quiero perderle, ni verle sufrir. Hasta ahora he callado Aura, he procurado no meterme, dejaros hacer…
Le miré desconcertada, lo último que quería era otro discursito, pero se ve que debía necesitarlo.
- Aura le estás haciendo daño. Lo siento pero tengo que decírtelo.
Di un respingo, aquellas palabras me taladraron el corazón.
- Ya va siendo hora de que alguien te explique algo Aura y no me voy a andar con rodeos. Akio podría perder su alma, morir.
Aquello sí fue una puñalada.
- ¡¿Qué?! ¡No! – me levante azoraba, temblando de arriba abajo, el me hizo sentar.
- ¿Acaso no le quieres? Sé que sí… te preocupas por él y es bueno, entonces ¿Qué te impide estar con él como debéis? Estáis hechos para estar juntos, para encajar.
Desvié la vista hacía Akio con los ojos ardiendo por dentro, estaba en el pasillo de las columnas. Acaba de entrenar con los chicos y aún llevaba el torso al descubierto, el sonrió devolviéndome la mirada y frunció una ceja al ver mi expresión a la vez que ladeaba la cabeza. Automáticamente blinde mi mente, demasiado tarde. Ahí estaba su irresistible voz…
- Aura no les hagas caso. No quiero que hagas nada porque te lo hayan dicho. Será cuando tú quieras, porque lo desees de verdad, no por esto – sonaba molesto.
Me levante de nuevo y fui hacía él que ya iba hacía mí lanzando una mirada asesina a su padre.
- ¡¿Por qué no me lo dijiste?! – exigí furiosa.
- No tendríais que meteros – espeto él a los demás que se habían agrupado a nuestro alrededor – No tenéis ni idea, no la conocéis – su voz aún destilaba veneno aunque sabía que lo hacían con buena intención – No como yo – susurró.
- No les metas Akio, hacen lo que creen correcto – volví a interponerme para que centrase su mirada en mí.
- Aura… prefiero morir que verte a ti así. Les he dicho miles de veces que te dejen tranquila, que si tú no quieres estar conmigo no pasa nada – me respondió en silencio, calmado, resignado.
No era chantaje emocional pero… se estaba partiendo en dos, era como tener cristales en las venas y sin embargo su amor me derretía. El pulso se me disparo aún más.
- Pero es que sí quiero Akio – Fue un susurro lastimero, mi cara reflejaba la pena que sentía – No te rechazo, no es eso…
Él me abrazo, mis penosas palabras parecieron alegrarle un poco a pesar de la situación, había admitido algo importante. Entonces me sentí egoísta, estúpida… me comportaba como una niña en vez de la mujer que se merecía. Le rodeé el cuello con los brazos y le besé con toda la pasión de que fui capaz, no era difícil, me salía de dentro. Seguía deseándole tanto como la primera vez, mi corazón seguía acelerándose y bailando cuando le veía…

Nikta - Creado el 13/02/2009

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